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Darle vida al centro de Bogotá es una de las obsesiones del alcalde Gustavo Petro. Lo dijo en campaña y lo repitió hoy durante el Seminario Internacional ‘La revitalización del centro tradicional de Bogotá’. Allí, el mandatario dijo que “lo que ha sucedido en la ciudad no corresponde a un principio de planificación democrática. Bogotá se ha expandido sobre un territorio en la forma de un plato: densificada hacia los bordes y desocupada hacia el centro. Eso ha producido una serie de defectos”.
El Distrito ha intentado ‘revitalizar’ el centro a través de las siguientes acciones: la restauración de la Plaza de Toros La Santa María, el mantenimiento técnico de fachadas en el centro histórico, la recuperación del Hospital San Juan de Dios, la renovación urbana del barrio Las Cruces y el mejoramiento del espacio público en la Avenida Jiménez y en la carrera séptima. Una de las primeras ideas que ejecutó el Distrito fue la peatonalización de la carrera séptima (entre la Plaza de Bolívar y la calle 26). En el seminario, que se realizará mañana y pasado mañana en las instalaciones de la Alcaldía, se discutirán algunos de estos temas.
Para el alcalde es necesario densificar el centro de la ciudad, así se requiera más tiempo (aún no se han entregado proyectos de vivienda en el centro tradicional). “Cambiar el paradigma urbano no se logra de la noche a la mañana. La lentitud de los procesos de urbanismo en la ciudad implica un costo político, que decidimos asumirlo explícitamente. Una ciudad cada vez más expandida es más costos. Implica llevar autopistas y servicios públicos a distancias cada vez más lejanas. También implica más tiempo y costo para los ciudadanos que tienen que desplazarse desde sus residencias hasta el trabajo”, agregó el mandatario.
Según el alcalde, la administración continuará con la intención de crear ‘un plato invertido’. “Queremos que se densifique más el centro. De las 34 mil hectáreas que tiene la ciudad, 11 mil, las centrales, son el objeto de inversiones públicas y privadas”. Es el caso de proyectos como El Pedregal (que tiene un costo de $980.000 millones); Triángulo de Fenicia (que ronda los $140.000 millones) y el Plan parcial Sabana, que costaría cerca de $650.000 millones. El alcalde fue un poco más lejos y dijo que “un cambio en el paradigma urbano podría superar la segregación social que se vive principalmente en la juventud”.
Yhadira Álvarez, representante del Instituto Metropolitano de Patrimonio de Quito (Ecuador), le dijo a este diario existen similitudes entre las políticas que han implementado ambas ciudades: “Hay un interés por recuperar el espacio público y fortalecer las estructuras barriales en torno al centro histórico y mejorar el nivel de participación social. Estamos trabajando en la recuperación de vivienda, porque existe una problemática de pérdida relativa de población. Tenemos una densidad muy baja: 90 habitantes por hectárea. La Secretaría de Territorio ha desarrollado un plan de ordenamiento territorial con el objetivo de mejorar los niveles de densidad y recuperar los terrenos vacíos”.
Bogotá, a diferencia de Quito, tiene que solucionar uno de los obstáculos más difíciles para desarrollar el Plan de Revitalización: tanto la Empresa de Renovación Urbana Virgilio Barco como el Ministerio de Cultura han diferido de las ideas urbanísticas presentadas por la administración Petro. De hecho, en 2013 se conoció el Proyecto Ministerios, que afecta a nueve manzanas del centro de la capital. El plan, promovido por el Gobierno Nacional, busca que los ministerios estén ubicados lo más cerca posible de la Casa de Nariño, lo que implicaría la reubicación de comercios y viviendas que hoy hacen parte del sector.
El alcalde no se refirió explícitamente al Proyecto Ministerios pero dijo que “la ciudad de Bogotá ha abandonado su centro, porque las fuerzas políticas que la dominaron se enriquecían con la expansión. Les está pasando lo que le pasó al último emperador de China: estaba rodeado de un mundo ajeno que no entiende. No puede entenderlo”.