Atentados en Bogotá, un asunto nacional

Si bien expertos piden no especular con los posibles responsables, aclaran que la explosión del centro comercial Andino es un efecto de la violencia que aún, en medio del posconflicto, vive el país. Descartan delincuencia común.

Redacción Bogotá
20 de junio de 2017 - 02:30 a. m.
Para los expertos en seguridad ciudadana, la explosión del centro comercial Andino no estuvo en manos de delincuencia común, sino de bandas criminales que están por todo el país. / Cristian Garavito
Para los expertos en seguridad ciudadana, la explosión del centro comercial Andino no estuvo en manos de delincuencia común, sino de bandas criminales que están por todo el país. / Cristian Garavito

Una vez más, Bogotá es golpeada por la violencia. Desde la década de los ochenta hasta ahora con lo sucedido en el centro comercial Andino, la capital ha tenido que enfrentar ataques terroristas contra el DAS (diciembre de 1989), el Club El Nogal (febrero de 2003), el exministro Fernando Londoño (mayo de 2012) y el de febrero pasado en La Macarena, entre otros. Narcotráfico, guerrillas, paramilitares. Todos han cometido un atentado, porque saben que tendrán mayor relevancia política y el mensaje de miedo se difunde con más eficacia. (Lea: Julie Huynh, Ana Gutiérrez y Lady Jaime: las vidas que apagó el terrorismo en Bogotá)

Mientras la ciudadanía exige que las investigaciones concluyan lo más pronto posible, los expertos recomiendan no aventurarse a formular conjeturas sobre lo ocurrido en el centro comercial Andino, que pueden exacerbar su incertidumbre. De ahí que el presidente Juan Manuel Santos asegurara que las pesquisas giraban en torno a tres hipótesis, cuyos detalles, dijo, no iba a revelar para no entorpecer el procedimiento de las autoridades. Lo cierto es que en Bogotá hay una paradoja: si bien los índices de delitos mejoran, hechos como el del Andino van más allá de la seguridad ciudadana.

Roberto García, profesor de la Universidad Javeriana, está convencido de que los actos terroristas en Bogotá tienen un objetivo claro: demostrarles a los habitantes del país que los delincuentes hacen presencia en todos los territorios, incluso en la capital, donde está el poder y la seguridad es permanente. (Lea: “Buscábamos la salida, sin entender qué pasaba”: lo que vino después del atentado en Andino)

Como Colombia es todavía una nación centralista, a pesar de que este tipo de atentados ocurren con frecuencia en todo el territorio, no se les otorga la misma importancia. “Lo que pasa con Bogotá es que lo sentimos cerca, al lado de nuestras casas. Son lugares que hemos pisado y hemos visto. Con los otros es algo que se registra, pero no lo vemos”.

El experto en seguridad ciudadana considera que la explosión del centro comercial Andino es una consecuencia de la violencia que aún se vive en el país. Sin especular acerca de los responsables, para García, no se puede desconocer que hay un proceso de paz, una nueva etapa de posconflicto y una consolidación de bandas criminales, que buscan ejercer control y tener influencia sobre la ciudadanía. (Lea: Bogotanos vuelven al centro comercial Andino para honrar a sus víctimas)

De hecho, cuenta que en varias ciudades del país está surgiendo un nuevo fenómeno llamado subcontratación de empresas criminales: “Los antiguos criminales, los que han tenido presencia en el país y en ocasiones han tenido vínculos con grupos alzados en armas, están contratando grupos más pequeños, locales, para sembrar terror y no exponer a los altos cabecillas”. Aunque aclara que la investigación debe seguir, y los medios de comunicación y las autoridades deben ser prudentes, sí cree que es una realidad que no se debe descartar.

Para Luis Fernando Echavarría, analista de seguridad, lo que queda claro es que no se trata de delincuencia común. “Inclusive, no estaría ni siquiera ligado a delitos como la extorsión, porque cuando esto ocurre, no suele cobrar víctimas. Es el hecho de generar terror y amenaza. Se conoce de otros petardos en baños, pero no tenían este tipo de consecuencias”.

Por eso es tan importante hacer una investigación de inteligencia rigurosa, pero sobre todo rápida porque, según Echavarría, si hay resultados, los ciudadanos se van a sentir tranquilos y así se puede mitigar el efecto del miedo que se quería infundir asesinando a tres personas, como lo sucedido en el centro comercial más tradicional de Bogotá.

John Anzola, investigador en políticas públicas de seguridad y derechos humanos, opina que, a diferencia de otras ocasiones, la identificación de los posibles culpables del explosivo en el Andino es más compleja. Enfatiza en que “ahora todos son sospechosos. Desde el Eln, pasando por el clan del Golfo, hasta el denominado Movimiento Revolucionario Popular (MRP)”. (Lea: "La niña de los zapatos rotos": amigos recuerdan a Julie, víctima de atentado en Andino)

Lo más importante, dice el analista, es que esta vez la Policía y la Fiscalía logren capturar a los responsables, pues en muchas ocasiones estos casos quedan impunes: “No solo debemos rechazar este acto criminal, sino también exigir celeridad y resultados en las investigaciones. No importa cuántas veces tengamos que hacerlo. Persistir en la búsqueda de la paz y continuar con nuestras vidas es el mejor homenaje que podemos rendirles a las víctimas”.

Y es que para los expertos no ha habido resultados contundentes en las investigaciones de los últimos atentados ocurridos en Bogotá. Por ejemplo, en el caso de la explosión de La Macarena, las autoridades anunciaron que se trató del Eln, pero hasta ahora no ha habido capturas o, por lo menos, no se han hecho públicas. La historia se repite en casi todos los episodios.

Desde 2015, en la capital del país se han presentado más de 30 atentados, de acuerdo con un balance que dio el Ejército en marzo de este año. Una captura ampliamente difundida este año fue la de Mateo Gutiérrez León, estudiante de sociología de la Universidad Nacional, quien fue detenido el pasado 21 de febrero en el norte de la ciudad, tres días después del atentado en La Macarena, pero es señalado de participar en dos explosiones registradas el 18 de septiembre de 2015. Mientras las autoridades dicen tener evidencias en su contra, familiares y amigos del procesado insisten en que la detención es un “falso positivo judicial”. (Lea: Lady Paola Jaime esperaba a su esposo en el centro comercial Andino)

Los analistas reiteran que los resultados que arrojen las investigaciones deben contar con un material probatorio sólido, que les permita a los ciudadanos confiar en que este tipo de actos serán juzgados y castigados con celeridad. Aunque es normal que hoy impere el miedo, las autoridades piden unión y calma para enfrentar este episodio.

Por Redacción Bogotá

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