Rodríguez culpó a la madre del presunto homicida por no internarlo en un centro psiquiátrico hace cinco años, cuando por recomendaciones médicas, a raíz de un problema de esquizoparanoia y adicción a las drogas, se determinó enviarlo urgente a atención médica. “Estaba aburrida, cansada de él y lo mandó a vivir a un apartamento en Bogotá, le pagaba todo y le mandaba plata para que se drogara, aun sabiendo su problema”, afirma.
Rodríguez dijo, además, que no permitirán que “los poderosos sigan manipulando la ley colombiana. Tenemos videos y testimonios en que los vecinos lo señalan como una persona problemática durante el año que vivió en el apartamento”.
Asimismo, dijo que cuando Manotas cometió el asesinato, “se escondió en una sucursal de Olímpica en la calle 100 con carrera 45. Allá decía que llamaran a la mamá”. En efecto, el hombre fue capturado en este lugar.
Para Rodríguez, un hecho de esta magnitud se veía venir, “los vecinos estaban cansados, se paraba en el balcón a gritar groserías y, de los 32 apartamentos del edificio, 11 ya estaban desocupados por su culpa”, afirmó. Por su parte, Manotas relató en la audiencia que “actué en defensa personal y Francisco me pidió el favor de que le abriera la ventana para tirarse por ahí”. Para Rodríguez es una versión absurda y afirma que “17 puñaladas no son defensa personal”.
Sin embargo, ni en la audiencia ni en las declaraciones de prensa, Manotas se refirió a su relación con el grupo empresarial de la familia Char.