Con viajes que pueden durar horas y sin baños en las estaciones, ¿qué hace cualquiera de los más de 2 millones de usuarios diarios de Transmilenio cuando una necesidad sanitaria ya no da espera? Para una mujer, esta semana, la solución fue bajarse los pantalones y orinar en el bus, frente a la mirada del resto de pasajeros y el foco de una cámara de celular que grababa la escena, mientras el hombre que la acompañaba intentaba taparla con el cuerpo.
El video se volvió viral en internet, justo un día después de que el Ministerio de Trabajo decretara la apertura del período de recolección de pruebas en un proceso administrativo que podría derivar en una sanción millonaria contra un concesionario de Transmilenio. En este caso se analiza la disponibilidad de servicios sanitarios para los empleados de las taquillas de las estaciones, pero tanto la decisión de la cartera como el video ponen sobre la mesa el mismo problema.
En medio de un viaje que puede alargarse por trancones o el retraso de los buses, la espera de un usuario para ir al baño puede ser tortuosa. El escenario es aún más adverso para un empleado que pasa horas en un cubículo recargando las tarjetas.
El lío que envuelve al Equipo de Gestión Humana, un concesionario responsable de la contratación y la tutela de los empleados en las fases I y II del sistema, empezó el 14 abril de 2014. Ese día, el ciudadano Óscar Garzón Altaona interpuso una querella contra Transmilenio por lo que consideraba el incumplimiento de la resolución 2400 de 1979, que establece lineamientos sobre la higiene y la seguridad en los lugares de trabajo, como la implementación de un baño, separado por sexos, por cada 15 empleados. A esa acción se sumó otra por las mismas razones que presentó el concejal Marco Fidel Ramírez, de Opción Ciudadana.
La denuncia se hizo evidente cuando los inspectores designados, al visitar estaciones escogidas aleatoriamente, corroboraron la falta de baños a disposición de los empleados. El Equipo de Gestión Humana se defendió diciendo que había establecido convenios con locales cercanos a las estaciones para que se les permitiera el uso de sus baños. Además, argumentó el concesionario, autorizaron a los trabajadores para que dispusieran de 15 minutos a mitad de la jornada, y 45 más de descanso, en los que podían usar los servicios sanitarios.
Pero, como corroboró este diario, los propietarios de varios locales, cafeterías y restaurantes aledaños aseguraron no haber suscrito ningún acuerdo y agregaron que, si bien solían prestarles el baño a los trabajadores del sistema, a veces, incluso, les cobraban.
Desde Transmilenio dicen que la responsabilidad no recae sobre ellos, sino sobre el concesionario encargado de garantizar las condiciones adecuadas de trabajo a los empleados. Eso sí, la empresa de transporte público es responsable del desarrollo de la infraestructura del sistema, que incluye los baños. Afirman, sin embargo, que la norma no obliga a que en las estaciones, por ser lugares de paso, se construyan sanitarios y lavamanos.
La entidad asegura que ha hecho lo posible para brindar esos servicios: todos los portales están dotados de baños, al igual que estaciones intermedias, como Bicentenario y Ricaurte, y otros nueve puntos del sistema. En total, sostienen, hay 172 sanitarios, 58 orinales y 179 lavamanos en la red de Transmilenio. En el resto de estaciones, la mayoría sin servicio sanitario, se requerirían intervenciones complejas, como la red de alcantarillado que tendría que hacerse bajo la vía. Así, Transmilenio recarga la responsabilidad sobre el Equipo de Gestión Humana, que fue contactado por El Espectador sin que se recibiera respuesta alguna.
El Ministerio de Trabajo le abrió un pliego de cargos al concesionario en diciembre. La multa, de comprobarse la infracción, podría superar los $3.000 millones. Entretanto, hasta el 17 de febrero se estará recaudando el material probatorio para resolver el caso. Mientras llega la decisión, los empleados de las fases I y II de Transmilenio seguirán poniendo a prueba sus vejigas.