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La Bogotá que huele a muerto

Unas 300 mil personas han tenido que soportar, por más de 20 años, los fuertes olores que emanan los cadáveres calcinados.

Paula Castillo Lenis
04 de diciembre de 2013 - 02:54 p. m.
Este es el Cementerio del Norte, en donde hace 28 años operan los hornos crematorios. / Fotos: David Campuzano
Este es el Cementerio del Norte, en donde hace 28 años operan los hornos crematorios. / Fotos: David Campuzano
Foto: DAVID CAMPUZANO 2012

Los cementerios son testigos de olores nauseabundos propios de la descomposición de los cuerpos que son enterrados, inhumados, exhumados y cremados a diario. La liberación de líquidos y gases hace que se generen aromas insoportables, no solo para quienes trabajan con cadáveres sino también para las personas que habitan cerca a los camposantos. Sin duda, la putrefacción humana es el peor hedor. (Vea el especial multimedia)

Con el olor a muerte conviven a diario los habitantes de tres zonas de Bogotá como consecuencia de la operación constante de seis hornos crematorios, que tienen al borde de la desesperación a los vecinos de siete barrios del norte y sur de la ciudad. La comunidad dice sentirse enferma y abandonada por el Distrito, pues desde hace varios años se ha enfrentado a una ardua discusión sobre la retirada o no de estas máquinas de cremación.

La Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (Uaesp) es la entidad encargada de los cementerios distritales a través del consorcio Nuevo Renacer, que maneja operación y mantenimiento. En Bogotá hay seis hornos crematorios del Distrito: cuatro en el cementerio del Norte, ubicado en la carrera 34 con calle 68, en Barrios Unidos; uno en el cementerio del Sur, en la avenida 27 Sur con calle 37, localidad Antonio Nariño; y otro en el cementerio Parque Serafín, en el kilómetro 5 de la vía al Llano, en Usme.

En el Norte diariamente son cremados 28 cuerpos. Algunos días la cifra va hasta 40, debido a que extienden su operación en horas de la noche. La pelea de los habitantes de los barrios La Merced del Norte, Los Alcáceres y San Fernando Occidental con el Distrito está relacionada, principalmente, con los malos olores como consecuencia del humo que generan los hornos.

El consorcio Nuevo Renacer asegura que las emisiones son controladas en un sistema de monitoreo continuo en donde se muestra el comportamiento del monóxido con toma de muestras cada cinco minutos durante las 24 horas al día.

“En los momentos de cargue puede salir algo de humo pero ya hemos implementado un sistema de extracción de gases que nos permite succionar todo lo que se genera en ese momento. Para monóxido de carbón los estándares promedio por día deben estar en 75 miligramos metro cúbico. Yo tengo valores por debajo de los 75, eso significa que no salgan humos por la chimenea, pues éstos son naturales en una sobrecarga en un proceso de combustión”, explica Damián Venegas Arévalo, supervisor de hornos del consorcio Nuevo Renacer.

Mientras la Uaesp dice que cuenta con todos los permisos de emisiones atmosféricas, la Procuraduría General de la Nación señala que ningún horno crematorio, ni de cementerios del Distrito ni de privados, cuenta con los requerimientos para su funcionamiento.

Según el Distrito, todos los documentos están en orden desde hace dos meses; sin embargo, los malos olores y la operación de los hornos se remontan a más de 20 años. Lucía del Pilar Bohórquez Avendaño, directora de la Uaesp, explica que la normatividad para el funcionamiento de los hornos en Bogotá está vigente desde 2006; no obstante, admite que apenas hasta octubre pasado lograron tener todos los requisitos cumplidos. “El Distrito ha hecho un esfuerzo enorme en términos de recursos para ir poniendo a tono el funcionamiento de estos cementerios. Hay que quitar cualquier duda de que no haya permisos, los permisos están. Antes seguramente no se estaba cumpliendo con todos los estándares, pero parte del proceso era actualizarlos y hacer un mejoramiento”.

Aunque desde el Concejo de Bogotá se hable de unos 300 mil ciudadanos afectados por esta problemática, en la Uaesp aseguran que no se trata de más de 10 personas que quieren generar ruido porque han tenido algunos inconvenientes con la adquisición de predios que está adelantando el Distrito para la modernización de los servicios funerarios. En el Cementerio del Norte, por ejemplo, la Uaesp ya adquirió 19 de los 24 inmuebles que se necesitan, posiblemente para trasladar a unos pocos metros los hornos crematorios y también para la construcción de capilla, parqueadero y sedes administrativas.

Yolanda Tristancho, gestora social de la Uaesp, dice que ha trabajado de la mano con la Alcaldía de Barrios Unidos para el tema del Cementerio del Norte. “Cuando tenemos diferencias lo más obvio es que nos sentemos y conversemos, en el Norte no ha sido fácil porque estas personas están involucradas con la parte predial y no han dejado que nos sentemos a trabajar”.

Sin embargo, reconoce que sí hay olores. “Somos conscientes de que sí se están generando. Es específico, yo no puedo decir a qué huele. Nosotros estamos trabajando para mitigarlos. Somos conscientes de que nuestra operación también puede estar generando la presencia de mosquitos”, agrega Tristancho.

“Que el Distrito tenga al día todos los permisos y que las emisiones atmosféricas estén dentro del rango no va a devolver el tiempo", dice con tristeza Argelia Rico, una habitante del barrio La Merced del Norte, quien asegura que como consecuencia de la inhalación constante del humo que sale por las cuatro chimeneas de los hornos del cementerio perdió hace nueve meses su embarazo gemelar. “Sigo afectada de mis pulmones y mis bronquios, estoy tomando droga para eso. Todavía no me han dicho qué bacteria tengo en mi pulmón izquierdo. Los hornos llegaron hace 27 años, nosotros no estamos diciendo que cierren el cementerio, pero sí que retiren los hornos”.

Salomón Rangel, habitante del barrio Los Alcáceres, dice que la comunidad está sufriendo de erupciones en la piel y de problemas respiratorios, los cuales son atribuidos a los hornos del cementerio. “La Secretaría de Salud dijo que iba a hacer un estudio epidemiológico, pero no lo ha comenzado; la Secretaría de Ambiente amenazó con una multa, y no pasó nada; parece que todos se tapan con la misma cobija y no nos dan solución. La gente cree que no, pero el olor a muerto es terrible, la ropa queda completamente impregnada”, sentencia.

Ante las quejas de la comunidad, la Uaesp insiste en que se han hecho varias gestiones, no solo en el Cementerio del Norte sino en el del Sur también, donde se presenta la misma situación. “En el sur tenemos una mesa instaurada y hemos logrado determinar que no solamente es el cementerio el que genera impacto ambiental y social, también la comunidad está rodeada de muchas empresas que pueden generar dificultades”, asegura Tristancho.

Nelly Ramos, vecina del cementerio del Sur hace 27 años, dice que tenía un restaurante y que se vio en la obligación de cerrarlo porque nadie entraba por los malos olores. Carmen Elisa Galeano, que también vive en el sector hace 35 años, señala con resignación que le ha sido imposible vender su casa y que el olor a muerto en el sector desvalorizó su inmueble por completo.

La desesperación de los habitantes de los barrios Villa Mayor, Libertador, Eduardo Frey y Bravo Páez ha llegado a tal punto que han amenazado con bloqueos. “Si no nos quitan ese horno o no nos arreglan este problema, vamos a tomarnos la puerta del cementerio para no dejar entrar a los cadáveres”, dice molesta Nelly.

Una de las peticiones de la comunidad es que los hornos crematorios sean retirados y ubicados en las periferias de la ciudad en donde no afecte a la comunidad, como sucede en el cementerio Serafín en Usme, que no tiene barrios circundantes. La directora de la Uaesp, Lucía Bohórquez, indicó que trasladar los hornos es imposible por la escasez de suelo.

“Las actuaciones del Distrito con el tema han sido laxas, como lo ha dicho la Procuraduría. Desde el Concejo de Bogotá hemos estado adelantando debates de control político a la Uaesp y a las secretarías de Planeación y de Ambiente, pero no hemos encontrado respuestas positivas. Siempre debe primar el interés general sobre el particular”, dice el concejal de Mira Jairo Cardozo.

pcastillo@elespectador.com

Por Paula Castillo Lenis

 

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