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Buscando una ciudad digital

La decisión de Gustavo Petro de retirarle el apoyo a un importante encuentro tecnológico reveló que su gobierno tiene un proyecto propio para promover internet en Bogotá. ¿De qué se trata?

Juan Camilo Maldonado T.
19 de mayo de 2012 - 09:00 p. m.

Juan Pablo Serrano debió pensar que sería una reunión de rutina. La misma que, durante los últimos cuatro años, había tenido con los funcionarios de la Alcaldía de Bogotá a cargo de los programas de difusión de Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Si Samuel Moreno había apoyado durante cuatro años el Campus Party, ¿por qué no habría de hacerlo Gustavo Petro?

Campus Party llegó a Bogotá en junio de 2008 y colmó los pabellones de Corferias con más de 2.000 fanáticos de la tecnología. Más del 80% de los asistentes acampaba en el lugar; dormían poco, programaban mucho y se entregaban a una semana lujuriosa y orgullosamente geek, que rápidamente convirtió el evento —creado en Málaga, España, en 1997— en el más importante de tecnología del país.

Desde el comienzo, y como es tradición en el resto de ciudades del mundo en que se realiza, Samuel Moreno había accedido a aportar un patrocinio que se acercaba a los $800 millones. El aporte era modesto, si se tiene en cuenta que hoy el costo del Campus Party Colombia asciende a $7.000 millones. Lo aportado por el Distrito se sumaba a lo de muchos patrocinadores privados, en especial la empresa de telecomunicaciones española Telefónica, que pone más de $2.000 millones en equipos y puntos de conexión para los “campuseros”.

Así habían sido las cosas desde el comienzo. Y habían salido tan bien, que incluso en 2010, al término de la tercera versión del Campus Party, la organización Futura Networks, gestora del evento, le otorgó al entonces alcalde el galardón a la “Mejor Sede de Campus Party” en el mundo.

¿Por qué iba entonces a negarse el alcalde Gustavo Petro a continuar con el apoyo?

Faltando pocos meses para la realización del Campus Party 2012 y para concretar el apoyo, Serrano, director del evento en Colombia, se reunió en abril con Mauricio Trujillo, alto consejero para las TIC del gobierno Petro.

Trujillo es un hombre con aura algo misteriosa. Es tímido, de bajo perfil, habla con suavidad y prefiere que en materia política el crédito se lo lleve el alcalde, su amigo de muchos años, a quien conoció durante una reunión del Partido Socialista en París, donde vivió durante buena parte de su vida.

Como el resto del círculo que rodea al alcalde, Trujillo es un progresista. Y como progresista, ha incorporado a su campo profesional —la informática— el ideario de una izquierda de la que fue militante.

Durante su vida en París, el alto consejero de Petro también se curtió en el campo de sistemas: fue investigador del Centre National de la Recherche Scientifique, donde se especializó en el estudio de redes neuronales, y luego pasó a trabajar en compañías como Metromedia, Cortex y Xandmail, esta última especializada en la programación de software para operadores de telecomunicaciones y sistemas administrativos estatales.

Durante aquella reunión con Serrano, el hombre del alcalde escuchó lo que el director del Campus Party tenía para decir. Serrano habló de los bautizos digitales —más de 28.000 bogotanos “vírgenes” han recibido capacitaciones en el uso de internet—; también de las cientos de becas otorgadas a jóvenes de escasos recursos (un participante regular debe pagar 250 mil pesos de inscripción).

Cuando fue el turno de Trujillo, la pregunta fue directa: ¿Puede la Empresa de Teléfonos de Bogotá tener un puesto allí? Y la respuesta vino también de frente: no, los más de 2.000 millones de pesos que aportaba Telefónica incluían un acuerdo de exclusividad en la presencia de la marca.

—Vamos a pensarlo —dijo Trujillo. Y hasta allí llegó la conversación.

Pero lo cierto es que nada había para pensar. Dos semanas antes de esta reunión, en la Alcaldía habían resuelto que en septiembre se inauguraría en la ciudad una semana de Tecnologías para la Información y la Comunicación. Una semana dedicada a la difusión de la tecnología entre toda la población, en lugares públicos, con demostraciones de telemedicina, de aulas virtuales, entre otros elementos aún por definir.

Los $800 millones que el Distrito le entregaba a Campus Party vendrían muy bien en este nuevo proyecto. En especial, aseguran dentro de la administración local, si se tiene en cuenta que Campus Party “no es algo más que un negocio que busca el lucro mediante la recepción de cuantiosos recursos públicos que, finalmente, van a engrosar las ganancias de sus ejecutores”, como esgrimió un bloguero en las páginas virtuales de El Tiempo en apoyo a la administración distrital.

Porque así fue. La administración distrital le negó el patrocinio a Campus Party. Su fundador, el español Paco Ragageles, anunció intempestivamente en su blog que, en ese caso, el evento se iba de la ciudad. Y con él, los más de $6.300 millones que invertían Telefónica y demás patrocinadores.

De repente, el post de Ragageles desató una enorme conversación. ¿Valía la pena perder el Campus Party? ¿A qué costo? La respuesta a esta pregunta venía acompañada de un hecho hasta ahora desconocido para la ciudad. Una administración distrital tenía, pro primera vez, una política de tecnologías de la información y la comunicación. Y esta política venía acompañada de una visión singular.

El mensaje estaba trazado: lo que Petro quiere hacer con internet en Bogotá no es lo mismo que lo que quiere hacer Telefónica.

Online-Offline

En el Distrito, los sistemas de software de las entidades no son compatibles. Mucha de la tecnología utilizada es obsoleta. Y aún hoy algunos secretarios del gabinete se rehusan a abrir cuentas de Twitter. No obstante, Petro anunció desde su discurso de posesión que su gobierno sería un gobierno de 2.0 y nada ha demostrado mejor su fe en la tecnología que el manejo de su cuenta de Twitter.

Petro, sin embargo, se ha vendido a sí mismo como un alcalde 2.0 en una ciudad que, como él mismo reconoce, aún está lejos de serlo. Según las últimas cifras del Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicación, el 14,13% de la ciudad tiene una suscripción a internet. Lo que quiere decir que poco más de 1’000.000 de personas tienen acceso doméstico a la red. De éstos, además, según la encuesta de alfabetización digital del Mintic, sólo el 56% de los bogotanos conectados utilizan herramientas de gobierno en línea.

Petro ha recibido una ciudad off-line, desconectada y que aún tiene mucho por recorrer para ejercer la ciudadanía digital que él imagina.

¿Cómo piensa reducir el alcalde la brecha digital que denunció en su discurso de posesión?

En el despacho de Trujillo se están cocinando hoy las estrategias para avanzar en este campo. Con un presupuesto de $100.000 millones, el alto consejero tiene a su cargo liderar el establecimiento de 30 puntos de conexión inalámbrica de wifi en la ciudad y aumentar en mínimo un 5% el nivel de penetración de TIC.

Para lo primero, la Alcaldía ha entrado en contacto con empresas españolas que estarían interesadas en establecer en la ciudad un negocio sin antecedentes. Según el modelo, la empresa corre con el establecimiento de la infraestructura wifi y luego, a través de publicidad aparecida en el portal de acceso, financia la operación. El modelo aún está en proceso de ajuste y se sabe que empresas como la española Gowex estarían interesadas en el negocio.

Para lo segundo, en conjunto con Saúl Kattan, gerente de la ETB, tendrán a su disposición un cupo de endeudamiento de US$600 millones, con los que la empresa espera instalar buena parte de los 15 mil kilómetros de fibra óptica que aún faltan por instalar para conectar a toda la ciudad.

La Alcaldía, además, pretende continuar con la estrategia de telecentros establecida por la ETB desde 2005 (hoy hay 53 puntos de acceso digital en la ciudad) y construir 30 más de ellos, según las metas que figuran en el Plan de Desarrollo. Junto a esto, se discute la posibilidad de promover la venta de computadores a crédito con la factura de la ETB, para aumentar el uso de las TIC de manera doméstica.

En medio de toda esta estrategia, ¿son Telefónica o Campus Party socios o competidores?”. En un acto reflexivo, esta semana, el fundador de Campus Party, en una carta abierta al alcalde Petro lo invitó a “razonar y hablar con sinceridad y de frente” de cara a una posible realización de Campus Party 2013 en Bogotá. Trujillo, por su lado, considera que el Distrito no está para seguir dando este patrocinio, “pero podría convertirse en un intermediario para que otros privados sí se animen a patrocinarlo”.

Faltan pocas semanas para el próximo Campus Party, y aún es incierto si el próximo año los bogotanos tendrán la posibilidad de asistir a este evento. Tan incierto es esto hoy como incierto será lo perdido si Campus Party se desconecta, como amenazó, y se va este año de Bogotá.

Por Juan Camilo Maldonado T.

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