Calles para todos: la transformación de Nueva York

Esta ciudad estadounidense cambió su tradición de priorizar al carro para abrirles paso a los peatones y ciclistas también.

Verónica Téllez Oliveros
11 de agosto de 2014 - 03:58 p. m.
El cambio en zonas comerciales como Herald Square.
El cambio en zonas comerciales como Herald Square.

Ha sido el país referente del automóvil, de las grandes autopistas y los puentes de tercer nivel. Pero hace unos años algunas de ciudades de Estados Unidos cambiaron el chip. En Nueva York, por ejemplo, se les metió en la cabeza a algunos de sus funcionarios aquella frase que reclama que “el verdadero dueño de la calle es el peatón”. Con este lema comenzó uno de los pequeños cambios que demostraron que en este costado del mundo (y no sólo en Europa) sí es posible que haya más espacio para peatones y ciclistas. Un caleño participó en esta metamorfosis urbana.

Si de algo se siente orgullo William Vallejo –caleño, con algo más de 30 años y director de proyectos del Departamento de Transporte de Nueva York– es del sorprendente cambio que ha tenido Nueva York en la última década y especialmente desde 2008 con las nuevas plazoletas y carriles para bicicletas que se han adecuado en la ciudad. También le resulta paradójico que fuera precisamente de Bogotá, de donde hubiera salido la inspiración con iniciativas como la Ciclovía y que hoy la capital esté llamando a expertos de todo el mundo para retomar el proceso.

La realidad en Nueva York era determinante: no había más espacio para construir y calles como las de Manhattan, uno de los más poblados de la ciudad, estaban dominadas por los carros. Entonces el caleño, junto a un grupo de unas cinco personas, comenzó a replicar la idea de conseguir calles seguras para la gente y darle un uso diferente a estos espacios. El reto era enorme, pues se propusieron construir 570 kilómetros de ciclorrutas y al menos 50 plazoletas, pero no había dinero para invertir en obras en un momento en el que Estados Unidos vivía su más reciente crisis financiera.

Así fue como Vallejo y sus compañeros comenzaron con la tarea de gerencia del proyecto, retomando ideas que ya estaban inventadas y no requerían de grandes construcciones sino redistribuir el espacio de la calle, pintar líneas de demarcación con los nuevos espacios para cada modo de transporte o usuario y ubicar materas, mesas y sillas para las nuevas plazoletas. Simplemente atreverse y actuar. Porque si algo tiene claro este ingeniero de la Universidad del Valle es que los proyectos no se pueden quedar en el papel o pensando en estudios, informes y análisis de nunca acabar. Hay que implementarlos e ir mejorándolos una vez están en marcha, dice.

En Nueva York el cambio empezó poco a poco, con sectores pequeños. En Dumbo, uno de los barrios residenciales del distrito de Brooklyn se adecuó un antiguo estacionamiento de carros para poner una pequeña plaza, pues el nuevo objetivo de la administración fue que cada neoyorquino no debía vivir a más de 10 minutos de un espacio público al aire libre. Se pusieron algunas plantas, se pintó el espacio en forma de triángulo con pintura verde, se ubicaron mesas y parasoles y ya. El resultado fue que las ventas de los comerciantes de la zona se incrementaron en un 170%, quienes a su vez, se encargan del mantenimiento de los espacios. Además, hay varios bares, galerías de arte y los artistas también hacen exposiciones al aire libre.

Luego hubo un paso más grande. El cambio llegó para Times Square, en la intersección que une a Broadway y la Séptima Avenida. Allí el objetivo fue convertir siete cuadras en un bulevar peatonal. Se hicieron 420 reuniones con la comunidad durante nueve meses y luego comenzó la misma transformación pintando el asfalto y poniendo sillas y materas para hacer el asfalto atractivo para los caminantes.

“Demostramos que no había que quebrar las finanzas de la ciudad para cambiar el balance modal en las calles, pues de 17.000 m2 de espacio, antes sólo el 11% era para peatones”, dice Vallejo. Hoy son casi 400.000 personas las que circulan diariamente por allí. Y un dato para quienes creen que la congestión vehicular aumentó: no fue así y por el contrario la velocidad de los carros particulares aumentó un 3%. Times Square era bastante caótico como para que esta iniciativa tuviera un impacto negativo.

Otro de los buenos resultados que tuvo el proyecto para los residentes de la ciudad es que el precio de renta comercial hoy está entre los 10 más costosos del mundo y creció la actividad hotelera, así que la administración también recibe un mayor ingreso por impuestos.

En zonas como Herald Square, sobre uno de los corredores comerciales más importantes de la ciudad, también se creó una pequeña plazoleta con espacio para peatones con caminos a sus costados para los ciclistas. Allí la velocidad de los viajes particulares creció un 17% y la de los buses un 13%. En total, Nueva York aumentó un 58% sus biciusuarios desde 2008 y se convirtió en uno de los pioneros en el diseño de carriles exclusivos para las bicis en Estados Unidos. Ahora tienen su propia Ciclovía que, por el momento, sólo funciona tres veces al año en agosto.
 

Por Verónica Téllez Oliveros

 

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