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¿Cantarán los cristianos?

Concejales religiosos dicen que la disminución de recursos para un concierto de culto es una “decisión política excluyente”.

Camilo Segura Álvarez
16 de julio de 2013 - 10:33 p. m.
Enoc y Samuel Pacheco, de la banda Pesoneto, tocaron en el Bogotá Gospel de 2008 y en el  de 2011  / David Campuzano - El Espectador
Enoc y Samuel Pacheco, de la banda Pesoneto, tocaron en el Bogotá Gospel de 2008 y en el de 2011 / David Campuzano - El Espectador
Foto: DAVID CAMPUZANO 2012

Enoc y Samuel Pacheco cumplen 13 años haciendo música cristiana con su banda Pesoneto. Hasta el pasado 26 de junio, tenían la esperanza de participar por tercera vez en el festival Bogotá Góspel, según ellos, la “vitrina para músicos colombianos que llevan el mensaje de Dios”. Probablemente no tocarán, ni ellos, ni cerca de 100 bandas que se postulan anualmente para ser parte de un recital de seis horas que convoca a cerca de 100.000 personas en el marco del Festival de Verano. La razón, dicen, es que el Distrito no asumirá los costos de la logística para traer músicos extranjeros que convoquen multitudes, no les permitirá hacer pruebas de sonido y les reducirá a la mitad el tiempo en tarima. Sin embargo, hay versiones contrarias.

El pasado sábado la concejal del partido de la U Clara Lucía Sandoval, quien ha pretendido en más de dos ocasiones convertir este festival en un evento organizado con recursos públicos, sin obtener éxito, sostuvo en el Cabildo que el Instituto Distrital de Recreación y Deportes (IDRD) tomó una decisión política en contra de Bogotá Góspel por el carácter religioso de la música que allí se interpreta. “¿Dónde está la política del amor? Bogotá Góspel no es un concierto religioso, es un festival de música de todos y para todos. Es parte de la vida cultural de la ciudad. Es muy triste que en una Bogotá que se dice humana, no se dé importancia a la construcción de los valores en los jóvenes”.

Haciendo eco de esa posición, el autodenominado ‘concejal de la familia’, Marco Fidel Ramírez, cristiano al igual que Sandoval, le dijo a este diario que “es descarado que mientras la administración de Gustavo Petro respalda manifestaciones como la marcha canábica y los festivales LGBTI, que van en contra de la familia y los valores, le quite el apoyo que ha dado el Distrito por cinco años al Bogotá Góspel, condenándolo a desaparecer”.

Resulta que, efectivamente, desde 2008 la Secretaría de Cultura entregaba a los organizadores del festival cerca de $50 millones para gastos de logística de artistas extranjeros que, con su presencia, garantizaban la asistencia masiva a la plaza de eventos del parque Simón Bolívar. De esta manera, el recital cristiano se convirtió en el evento con mayor éxito del Festival de Verano, pues reunió desde entonces, en promedio, cerca de 70.000 espectadores. “Además de ese presupuesto, siempre nos dieron su apoyo con la logística, pues siempre fue un evento concertado. Es decir, la ciudad también obtenía beneficios con su realización”, dice Ricardo Díaz, de los organizadores del evento musical.

Este año las cosas cambiaron. La Secretaría de Cultura les advirtió a los organizadores que, como todos los demás ciudadanos que querían hacer actividades en el Festival, debían entregar el proyecto al IDRD. De hecho lo hicieron, el 24 de abril. Mantuvieron varias reuniones con los responsables del Festival para definir pormenores e, incluso, según supo este diario por personas cercanas a la negociación, propusieron que parte del presupuesto que el Distrito tenía para todo el Festival ($2.500 millones) fuera destinado a traer a Juan Luis Guerra (artista cristiano cuya presentación cuesta cerca de US$400 mil). La respuesta fue negativa, pues el plan del IDRD es llevar el Festival a doce localidades, no a seis como lo hacía en ediciones anteriores, y reactivar eventos como la Clásica de Ciclismo de Bogotá.

Para John Rodríguez, gerente del Festival de Verano, las opiniones de los concejales faltan a la verdad, o por lo menos parten de la desinformación. “Nosotros, si bien no podemos aportar plata para traer artistas, nos comprometimos con una logística que incluye permisos, tarimas, sonido, luces y personal por un valor de $300 millones. También, a que podían realizar las pruebas de sonido el día anterior o a la una de la tarde, cuando acabe el otro evento en el Simón Bolívar. Como ellos prefieran. Y, por lo tanto, a que pueden tener seis o siete horas de concierto, pues les prestaríamos el sitio hasta las 11 p.m.”, afirma.

Y es que, de hecho, en el acta de la reunión del pasado 26 de junio se lee que uno de los compromisos adquiridos por la Mesa Directiva del Bogotá Góspel es responder por los camerinos de los artistas, por la lista de bandas que tocarían y, además, las partes sostenían que habría una próxima reunión para definir los últimos ajustes. Esa reunión no se ha realizado; sin embargo, los concejales y los representantes de la Mesa ya han dicho que sin prueba de sonido, sin tiempo y sin dinero no habrá música cristiana para los capitalinos. También han dicho que la comunidad cristiana relacionada con el evento no tiene cómo asumir los gastos de artistas internacionalmente afamados que auguren éxito para el concierto, pues no tienen fondos.

Por otro lado, la comunidad atea y agnóstica expresó a través de un comunicado que respaldaba una decisión que no le otorgue dinero o apoyo a un evento que contradice el carácter laico del Estado. Al cierre de esta edición, ambas partes estaban abiertas a una negociación que se daría a tan sólo dos semanas de que comience el Festival de Verano. Un tiempo insuficiente para conseguir patrocinios que permitan prever el éxito de un evento musical que, más allá de tener contenido religioso, tiene prohibido por ley —toda vez que es concertado— hacer proselitismo religioso a favor de una iglesia, un pastor o una interpretación específica del universo.

 

csegura@elespectador.com

@CamiloSeguraA

Por Camilo Segura Álvarez

 

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