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Carreras atléticas, ¿aclamadas pero desgastantes de hacer?

Aunque las competencias están en auge en Bogotá, sus organizadores se están cansando. El alquiler por estratos de las carreteras, y el excesivo papeleo son parte de sus quejas.

Camilo Vega Barbosa
17 de abril de 2016 - 02:00 a. m.

Una nueva cultura deportiva crece en la capital: las carreras atléticas. Estos eventos dejaron de ser una fiesta anual, que se daba en cada edición de la Media Maratón de Bogotá, y ahora son una opción de recreación a la cual los ciudadanos pueden acudir cada tres semanas en promedio. Tan sólo en 2015 se realizaron 20 competencias y cada una tuvo una participación mínima de 5.000 deportistas.

La fiebre por estas competiciones se aprecia al ver cómo ha crecido el número de participantes de la Media Maratón de Bogotá, la carrera más grande que tiene Colombia. Según cifras de Correcaminos, la empresa organizadora, el número de asistentes pasó de 24.820, en el 2000, a convocar a 44.166 personas en el 2015. En cuanto al número de atletas de élite, ha crecido 400 % en los últimos 15 años y tan sólo el año pasado participaron 130 profesionales. Además, en la última edición el espectáculo contó con 500.000 espectadores en vivo y 6’500.000 por televisión.

Fuera de promover el deporte, las carreras atléticas también se han convertido en un importante instrumento de financiación para proyectos sociales. Una muestra es la carrera Presta tu Pierna, que busca fondos para ayudar a las víctimas de minas antipersonales. Como este tipo de competencia también se encuentra la Carrera por los Héroes, la 10K de Unicef y la Media Maratón de Bogotá. Lo curioso es que parecen ser eventos sin ánimo de lucro, pues los organizadores privados manifiestan que no tienen mucha ganancia y que las hacen más como servicio a la sociedad y no para hacerse ricos.

Complicaciones de las carreras

El Espectador habló con dos de los principales organizadores de carreras atléticas en Bogotá y ambos coinciden que durante la anterior administración existía un ambiente poco favorable para este tipo de competencias. Hablan puntualmente de la Resolución 116 de 2015, de la Defensoría del Espacio Público, un marco normativo que, según ellos, complica la organización de estos eventos y eleva los costos. Por ejemplo, señalan que una carrera que pase por la carrera 15 con calle 85 cuesta más que otros recorridos, pues el Distrito cobra el alquiler de estas vías por el estrato de la zona.

Juan Carlos González es el presidente de Ergofitness, la empresa que organiza carreras como la de Unicef, la de Avianca, la de Cartoon Network y la Carrera de la Mujer. Él indica que no tiene nada en contra de la resolución, por el contrario, le parece positivo que la administración fije normas para evitar casos como el de The Color Run, que dejó varios perjuicios a la ciudad. Sin embargo, agrega que hay unas particularidades de la resolución que impide que se hagan más de estas competencias.

“Hacer una carrera deportiva en Bogotá es complicado. Sólo hace falta mirar el plan de manejo que piden. Mientras en ciudades como Cali y Cartagena este documento tiene 5 páginas, el que se aplica en la capital puede llegar hasta las 200. Asimismo, no es fácil financiarlas, pues estas competencias requieren una serie de inversiones en infraestructura y logística que implica, desde el comienzo, tener mínimo $30 millones en caja. Además, los precios de la capital no son homogéneos con los que se viven en otras partes de Colombia: mientras que arrendar una calle en Medellín puede costar cerca de $3 millones, en la capital puede ascender hasta los $15 millones. Todo esto provoca la muerte de las pequeñas carreras, pues no todos pueden conseguir tal nivel de presupuesto”, comentó González.

Es una inconformidad que comparte Luis Iván Correa, el presidente de la junta directiva de Correcaminos, la empresa que fuera de organizar la Media Maratón de Bogotá, también hace el ascenso a la torre Colpatria y la Night Race 10K. Él cuenta que espera que algún día Bogotá sea como Nueva York, que tiene casi 100 carreras al año. Sin embargo, considera que hay requerimientos que dificultan organizar tantas competiciones en la capital.

“Si las camisetas que utilizamos tienen más de tres avisos, son consideradas por la Alcaldía como vallas publicitarias ambulantes y debemos pagar impuestos por esto. No hay mucha ganancia al organizar las carreras. Por ejemplo, en la Media Maratón de Bogotá el costo puede ser de hasta el 80 % de los ingresos. El año pasado la utilidad neta fue de $100 millones, lo cual reinvertimos en programas sociales”.

Frente a estas quejas, la directora de la Defensoría del Espacio Publicó (Dadep), Nadime Amparo Yaver Licht, indicó que está a favor de las carreras deportivas. “El Distrito está dispuesto a apoyar las actividades deportivas, así lo ha demostrado con la puesta en marcha de nuevas ciclorrutas. Desde el Dadep seguiremos apoyando este tipo de iniciativas siempre que los organizadores cumplan con las normas, los tiempos y los procedimientos estipulados en los decretos”, señaló.

Hay puntos que vale la pena rescatar de la norma que regula las carreras atléticas en Bogotá. Por ejemplo, pese a que la resolución establece las rutas permitidas, noviembre es el único mes en el que se puede pedir permiso para hacer la competencia en un trazado diferente. Además está la opción de solicitar con dos meses de antelación que estudien la posibilidad de exonerar a los organizadores del pago que deben hacer este tipo de eventos. Por esto, pese a que la norma es estricta, aún existen opciones para mejorar la oferta de las carreras atléticas en Bogotá.

Por Camilo Vega Barbosa

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