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Inmerso en la ruralidad de la localidad de Suba, al norte de Bogotá, y casi inadvertido por quienes no lo reconocen como un estratégico albergue de flora y fauna, reposa en la vereda del mismo nombre la zona inundable Chorrillos, que busca ser reconocida como el humedal número 16 de la ciudad.
Se trata de un entorno natural tan importante para la conservación de la biodiversidad de la zona, como olvidado, pues aún no se han delimitado con precisión sus dimensiones, ni se han emprendido mayores medidas para defenderlo. En el entretanto, Chorrillos sigue siendo ya no hogar de garzas o gavilanes, sino guarida de escombros y eventuales proyectos de construcción que amenazan y alteran su ecosistema.
Por ello, y buscando que sea reconocido como parque ecológico distrital de humedal, la concejal Gloría Díaz (partido Conservador) radicó una ponencia en el cabildo para que la zona sea declarada como tal y se adopten acciones inmediatas para garantizar su plena recuperación, preservación, protección y mantenimiento.
“Este ecosistema, según la Fundación Humedales de Bogotá, enfrenta problemas de contaminación de ruido y aire, además de escombros que de una manera indiscriminada son depositados en esta zona, lo cual afecta de una manera directa las especies que se encuentran en los Chorrillos”, sostuvo la cabildante.
Según argumenta Díaz citando a la Fundación, Chorrillos es el albergue de “especies de aves endémicas y migratorias como: Tinguas, Monjitas, Gavilán Espíritu Santo, Garzas, Gorriones y Patos Canadienses, (que) acuden a construir una sinfonía de vida, en el pequeño espejo de agua que tiene el humedal, resguardado por Juncos”.
La concejal sustentó su iniciativa en la Convención Ramsar –ratificada mediante la Ley 357 de 1997–que forma parte de un convenio intergubernamental en materia medioambiental cuyo objetivo es la conservación de los humedales y fomentar el uso sostenible de los mismos.
“Resulta pertinente exaltar que la convención estipula que la cooperación internacional también contribuye al intercambio de información y experiencias, el acceso a recursos económicos para países en desarrollo, el aumento del conocimiento y la conciencia sobre la importancia de los humedales”, sostiene Díaz en la ponencia.