Para clausura del Mundial Sub 20 se contrataron 15 toneladas de luces

En el espectáculo titulado ‘Za’, que en muisca significa ‘noche’, participaron 450 artistas.

El Espectador
21 de agosto de 2011 - 02:58 p. m.

Los bogotanos coincidieron en decir que la clausura del Mundial Sub 20 fue un espectáculo sin precedentes en el país. 40 millones de colombianos siguieron la transmisión del evento por radio y televisión y la ceremonia fue trasmitida a más de 200 países en el mundo.

Los bogotanos que como de costumbre volvieron a llenar las gradas del 'coloso' de la calle 57, se vieron sorprendidos por un espectáculo digno de los mejores eventos del mundo, magia, luces, colorido, pirotecnia y la música de Choquibtowwn, agrupación colombiana ganadora de dos premios Grammy Latinos, dieron el toque para mostrar al mundo lo mejor de nuestra cultura y costumbres.

El espectáculo titulado ‘Za’, que en muisca significa ‘noche’, y que estuvo a cargo de la Fundación Festival Iberoamericano de Teatro y el Teatro Nacional, tuvo una duración de 20 minutos y se preparó durante cuatro meses, en él participaron 450 artistas que realizaron impecables coreografías a cargo del director escénico Pedro Salazar. Una réplica del trofeo que se llevó Brasil, el equipo ganador del campeonato, atravesó de norte a sur el estadio Nemesio Camacho el Campín.

El distrito contrató 15 toneladas de luces con 7 mil 500 vatios de potencia repartidas en 32 móviles, y 232 luces robóticas de todo el país, para el show pirotécnico se tuvo la participación de Luso Pirotecnia, firma europea que estuvo a cargo del los Juegos Suramericanos de Medellín.

El espectáculo contó con el concurso de las cantantes Victoria Sur, Eka y María Mulata, que subidas en muñecas de tres metros, emularon el surgimiento del mundo, con un encuentro entre Chía y Sue, el sol y la luna, de acuerdo con la cultura muisca.

En el espectáculo del cierre mundialista el Distrito invirtió una suma superior a los 4 mil 300 millones de pesos.

El espectáculo estuvo basado en el concepto simbólico y cosmológico que para los Muiscas, primeros habitantes de esta región que hoy conocemos como Bogotá, nuestra ciudad, significaba el eclipse. Un acto de amor entre el dios Sol y la diosa Luna, cuyo resultado era la fecundación de la tierra. Un motivo para celebrar, en una ceremonia que convocaba a toda la comunidad, en una noche especial a la que bautizaron con la palabra sonora ZA.

El Eclipse

Aparecen suspendidos en el aire, el Sol y la Luna, en vuelo hacia el centro de la cancha. Cada uno de ellos es custodiado en la tierra por una corte de personajes que siguen su vuelo. Al Sol lo acompañan guardianes del fuego, acróbatas y percusionistas. Y a la Luna, figuras ingrávidas que se mueven dentro de esferas transparentes, malabaristas y percusionistas-

Ellos dos, Xué y Chía, eternos amantes, se eclipsan por encima de los arcos, mientras pasa sobre ellos un cometa pirotécnico que simboliza la actividad constante del universo.

Se hacen presentes cuatro inmensas figuras femeninas interpretando un canto étnico, en representación de las gentes de la tierra y sus diferentes razas. A ellas también las acompaña una corte de personajes, con un vestuario como segunda piel que representa la naturaleza, el aire y las razas.

Las cortes caminan desde los extremos opuestos hasta encontrarse en el centro del campo, donde se integran en una coreografía de malabares, danza y acrobacia que desata un remolino de luz láser.

El remolino se transforma en un mapamundi que cubre toda la superficie de la cancha. La música cambia. Se iluminan las pantallas gigantes con las banderas de los venticuatro países participantes en el Mundial Sub-20 formados por los haces de luz. Y se inicia un recorrido por Colombia, a través de imágenes e íconos de nuestra nacionalidad y de las ciudades donde se jugó el mundial. Llegamos a Bogotá, representada en imágenes de su gente, su arquitectura y su cultura.

Al sur, mientras un niño de 6 años toca el tambor, dos grupos de percusionistas, de menor a mayor, inician un duelo, que como la vida, tiene ritmo, cambio y movimiento constante. El reto musical crece en intensidad y en identidad y se convierte en nuestro ritmo para el mundo.

Entran las masas humanas dan forma a un gran corazón que late fuerte al ritmo de los tambores, es el corazón de un país que vibra con su música y palpita con el fútbol.

En el momento más intenso aparece en escena ChocQuibTown, interpretando “De donde vengo yo”. Al ritmo de la música, las masas construyen una secuencia de figuras alegóricas al juego: el árbitro, el silbato y lo sublima del fútbol: ¡El Gol! mientras en las pantallas se ven proyectadas los mejores momentos del Mundial.

Y al final vuela y queda suspendida en el firmamento una gigantesca Copa del Campeonato Mundial Sub-20 Colombia 2011.

Los fuegos artificiales secuenciales cierran la noche del fútbol como un círculo de vida que adorna El Campín. Es la gratitud del anfitrión, con sus visitantes, el orgullo de quienes la habitan y su reflejo para los cientos de millones que la ven en la señal de TV.
 

Por El Espectador

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