“Colegio Simón Bolívar, una combinación de peligro y droga”

La Personería de Bogotá manifestó su preocupación por la triste realidad que se vive en ese plantel educativo.

Redacción Bogotá
02 de septiembre de 2015 - 09:52 p. m.

En una visita realizada por la Personería de Bogotá al colegio Simón Bolívar, ubicado en el barrio Quirigua de la localidad de Engativá, varios alumnos de los últimos años escolares solicitaron el seguimiento e intervención del ente de control para evidenciar la falta de actuación de la Secretaría de Educación, quien se comprometió a reconstruir el centro educativo. Sin embargo, han pasado más de 10 años y aún los estudiantes siguen a la espera mientras ponen en riesgo sus vidas.

“Tras la prolongada espera y obligados a estudiar en una edificación con precarias condiciones físicas, un grupo de estudiantes decide hacer valer sus derechos, mediante la toma pacífica de la vía principal ubicada en la carrera 92, frente al colegio. La protesta se realizó con el fin de llamar la atención de la Secretaría de Educación y exigir el arreglo del plantel educativo, el cual, desde hace varios años viene presentando problemas de deterioro progresivo en infraestructura”, señaló la Personería.

El ente de control señala que la dotación de pupitres, sillas y lockers están en mal estado. Además de la proliferación de malos olores, humedad e inundaciones, que involucran las cinco aulas prefabricadas que se instalaron de forma provisional, y que luego de un lustro, continúan en uso, incumpliendo el compromiso de construir aulas permanentes.

“La falta de iluminación y aislamiento acústico y térmico ha desmejorado la capacidad de atención y nivel de aprendizaje de los estudiantes. También, debido al deterioro, los profesores tuvieron que reducir espacios y acondicionar lugares como el auditorio, el salón de danzas y el laboratorio de física, para impartir las clases”, agregó la Personería.

La zona de descanso en donde los niños juegan también está en malas condiciones debido al levantamiento de las baldosas producto del crecimiento de las raíces de los árboles, lo que representa un peligro constante y latente para los menores que se desplazan corriendo por todo el sector.

Desde hace casi un mes, un muro de cuatro metros de alto, ubicado entre la zona de descanso de los estudiantes y la sala de profesores, amenaza con caerse en cualquier momento. Ante esta alerta, los bomberos de la localidad recomendaron el cierre del lugar con cinta de peligro. El muro, agrietado, se mantiene en pie con palos que lo apuntalan provisionalmente.

Ante esta situación, el IDIGER aseguró que había realizado en 2010 un estudio a las instalaciones del colegio, dejando claro que, en ese entonces, las estructuras no se encontraban en mal estado y que de hacerse un correcto mantenimiento, podrían seguir funcionando adecuadamente.

“En medio del desorden algunos estudiantes han aprovechado para dejar de lado los cuadernos y tomar el rumbo de las drogas. El mayor castigo es una citación a los padres, un llamado de atención y un pronto regreso a clase, como si nada. La Secretaría de Educación, encargada del mantenimiento de la infraestructura del colegio, desde el año 2011 explicó que el proceso de mantenimiento no se realizó, debido a los problemas de titularización del predio en donde se construyó el colegio. Además, el Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (DADEP), aseguró que el inmueble no forma parte de las instituciones educativas pertenecientes al Distrito, puesto que pertenece al Instituto Nacional de Vivienda de Interés Social y Reforma Urbana (INURBE), actualmente en liquidación”, puntualizó el organismo de control.

A los profesores, padres de familia y estudiantes, también les ronda la necesidad de responder los siguientes interrogantes: ¿Si no se ha realizado el mantenimiento necesario, dónde están los $6.892 millones que fueron apropiados en el presupuesto de la Secretaría de Educación con el fin de reconstruir el colegio? ¿En dónde queda la importancia por cuidar la integridad y seguridad física de los menores?

“Padres de familia y directivas de la institución concluyen que la Secretaría debería corregir a tiempo las cosas en lugar de actuar hasta que la ciudadanía recurra a vías de hecho para solucionar los problemas. Los estudiantes opinan, que cada día tienen menos ganas de estudiar, y por tal motivo, solicitan una mayor atención por parte del Estado”, agrega la Personería.

 

Por Redacción Bogotá

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