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El Año Nuevo del alcalde

Gustavo Petro y quienes lo rodean creen que el próximo 10 de enero la protesta será aún mayor que las de diciembre.

Diana Carolina Durán Núñez / Camilo Segura Álvarez
04 de enero de 2014 - 09:00 p. m.
En diciembre, Petro y sus abogados  estuvieron en Estados Unidos  hablando con miembros de la Comisión Interamericana de DD.HH.
En diciembre, Petro y sus abogados estuvieron en Estados Unidos hablando con miembros de la Comisión Interamericana de DD.HH.

Al alcalde Gustavo Petro no le dieron tiempo de pasar la resaca de las fiestas decembrinas. Enero apenas llegaba a su tercer día cuando la Registraduría anunció que el próximo 2 de marzo, una semana antes de las elecciones de Congreso, se convocaría a los electores bogotanos para definir si su mandato es refrendado o rechazado en las urnas. De cualquier modo, Petro había mostrado pocas intenciones de pasar el Año Nuevo alejado de la posibilidad que camina con él como su sombra: que el procurador Alejandro Ordóñez podría decretar pronto su muerte política y ratificar no sólo que tiene que dejar su cargo sino que durante 15 años estará de manos atadas.

Por esa razón, desde el 1º de enero el alcalde empezó a manifestarse en Twitter en pro de su primera gran meta del año: la protesta masiva que, prometió, habrá el próximo viernes 10 de enero. “Comenzamos el año 2014 preparando la gran movilización ciudadana en defensa de la Bogotá Humana, la Democracia y la Paz”, dijo ese día. “Viene gente de la Costa Norte, Valle, Nariño, Cundinamarca, Tolima, Antioquia. Colombia va a gritar ‘no pasará’”, le dijo a este diario José Cuesta, uno de los alfiles petristas detrás de la organización de las movilizaciones. Y agregó: “El cráter despótico de la decisión que quiere impedir la paz es lo que va a hacer que esta vez salgan más”.

En cinco días, la Plaza de Bolívar volverá a llenarse con miles que reclamarán, dicen los petristas, contra el procurador Ordóñez y la arbitrariedad que encarna. Esos, cuando menos, son los cálculos en el Palacio Liévano. Oficialmente las cuentas son entusiastas: “Entre 100 mil y 140 mil se concentraron en la Plaza de Bolívar el 13 de diciembre; el propósito es superar la cifra”, aseguró Cuesta. Y aunque nunca se supo a ciencia cierta cuánta gente estuvo en la última de las tres movilizaciones convocadas por Petro en diciembre pasado —algunos presentes hablaban de máximo 70 mil asistentes—, lo cierto es que, a puerta cerrada, no todos los petristas comparten el entusiasmo de Cuesta.

Fuentes de alta credibilidad detrás de la organización del evento del viernes le dijeron a este diario que no creen que lleguen más de 40 mil protestantes. Explicaron que hay muchas personas de la Alcaldía asustadas porque la Personería ha estado indagando qué funcionarios podrían estar involucrados en actividades proselitistas. Cuentan que a contratistas y funcionarios petristas les han pedido ‘hacer vaca’ para no comprometer recursos públicos. Afirman que sí hay una tensión velada por hacer que todos los vinculados a la Alcaldía salgan a participar el 10 de enero y que “la presión va a estar tenaz si ven que no revientan la plaza como la vez pasada”.

Por otra parte, la fecha establecida para las votaciones sobre el mandato de Petro dejó a algunos de sus defensores con un sabor metálico en la boca. Información conocida por El Espectador señalaba que el presidente Santos le habría dicho a Petro que lo ayudaría haciendo que las votaciones se convocaran lo más pronto posible, para que el alcalde tuviera el chance de ratificarse en el cargo a través del pueblo y así dificultar la determinación del procurador Ordóñez. Sin embargo, la decisión tomada en la Registraduría no parece sustentar esa afirmación: la fecha en que tendrán lugar las votaciones casi empata con el plazo máximo que tenía la Registraduría para convocar a las urnas.

A más tardar el miércoles se va a ultimar la estrategia para atraer a más participantes a la movilización, la cual podría incluir espectáculos culturales y conciertos. Fuentes de la Alcaldía hablan de otras movilizaciones que podrían ser convocadas a lo largo de las próximas semanas. Sin embargo, el ajedrez político en el que hoy se mueve Petro, intentando hacerles jaque mate a sus oponentes, va mucho más allá de lograr que miles de ciudadanos arenguen a todo pulmón en la Plaza de Bolívar. “La estrategia principal es la internacional”, le dijo a este diario un alto funcionario cercano a Petro. “La tarea está enfocada en exponer el caso a través de varios organismos internacionales para hacer presión”, agregó.

El procurador ya fue recusado. Sobre el fallo disciplinario ya se presentó reposición. Pero es el escenario internacional el más relevante en los cálculos petristas. La luz al final del túnel para éstos, al menos la más inmediata, es que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le otorgue a Petro las medidas cautelares que éste solicitó alegando supuesta persecución ideológica por parte de Ordóñez, medidas en las cuales —esperan— se podría suspender la sanción disciplinaria mientras se lleva a fondo el debate de hasta dónde llegan los poderes del procurador. Pero hasta que la CIDH no se pronuncie, todo será especulaciones. Mientras tanto, Petro insiste desde su cuenta de Twitter: “Ya viene el 10 de enero”.

Razones por las que recusaron a Ordóñez

El alcalde Gustavo Petro presentó la recusación en contra del procurador Alejandro Ordóñez el 30 de diciembre de 2013. En el documento, de 52 páginas, el alcalde resume las razones por las que considera que Ordóñez no fue imparcial a la hora de impartir la sanción de destitución e inhabilidad en su contra. Señala Petro que el procurador “tiene un interés directo (moral) en la actuación disciplinaria en mi contra y ha manifestado su concepto, por fuera de la actuación disciplinaria”.

Además, el alcalde hace referencia a la tesis de grado de Ordóñez (“Los presupuestos fundamentales del estado católico”) para justificar que desde entonces “expresó con claridad sus convicciones morales y religiosas”: “Todas las fuentes bibliográficas (no bíblicas ni papales) son de autores franquistas, falangistas, fascistas y fundamentalistas católicos”.

También aparece una quema de libros en 1978, supuestamente organizada por Ordóñez: “Entre los libros quemados por pornográficos e impúdicos se encontraban obras de Rousseau, Marx, García Márquez y una Biblia”.

@dicaduran

@CamiloSeguraA

Por Diana Carolina Durán Núñez / Camilo Segura Álvarez

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