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El dilema de designar rector en la Universidad Distrital

El Consejo Superior de esa institución se debate hoy entre cinco candidatos, todos con señalamientos. Votar en blanco es una opción y aunque calmaría las fuerzas que defienden esa opción, se mantendría la inestabilidad.

Carlos Hernández Osorio
01 de septiembre de 2016 - 10:17 a. m.
Candidatos a la Rectoría de la U. Distrital. Arriba: José Lizcano y William Castrillón. Abajo: Pablo Garzón, Octavio Salcedo y Lilia Edit Aparicio.
Candidatos a la Rectoría de la U. Distrital. Arriba: José Lizcano y William Castrillón. Abajo: Pablo Garzón, Octavio Salcedo y Lilia Edit Aparicio.

Ya pasó la revisión de hojas de vida. Ya pasaron los debates. Ya pasó una consulta a la comunidad universitaria. Ya están listos los cinco candidatos elegibles. Ya pasó más de un semestre desde que se abrió esta convocatoria. Ya pasó el paro estudiantil. Y, sin embargo, se mantienen los dilemas para elegir al nuevo rector de la Universidad Distrital. Los nueve integrantes del Consejo Superior (CS) están convocados para este jueves y aún no es claro si su decisión (respaldar a un candidato o votar en blanco) devolverá la calma a una institución en la que la turbulencia es la norma.

La discusión sobre el voto en blanco se caldeó desde la semana pasada, cuando esa opción obtuvo la mayoría de sufragios en la consulta en la que participaron estudiantes, docentes, administrativos y egresados. De los 13.380 votos, 8.033 (el 60 %) fueron en blanco. Eso, sin embargo, no significó una victoria para los promotores de esa opción.

De acuerdo con las normas de la convocatoria, el voto de cada uno de esos grupos tenía un peso distinto y debía ser ponderado, así que las fórmulas matemáticas aplicadas concluyeron que ese porcentaje era realmente de 41,4 %, menos de la mitad más uno que se requería para que las votaciones se repitieran con candidatos distintos.

Es algo que no termina de convencer a los impulsores del voto en blanco (ciertos grupos de profesores y estudiantes), al punto que se han interpuesto recursos ante el CS e incluso una acción de cumplimiento ante un juez para que meta baza en este asunto.

Lea también: El triunfo agridulce del voto en blanco en la Universidad Distrital.

De los ocho aspirantes que participaron en esa jornada, siguieron en contienda los cinco más votados, los mismos que hoy presentarán sus propuestas ante el Consejo Superior con el lastre de la ilegitimidad a cuestas, debido a la escasa votación que obtuvieron. Entre todos, sumaron apenas 5.347 votos en una consulta en la que podían participar 26.000 estudiantes, 50.000 egresados y casi 2.000 profesores.

El CS también tiene la posibilidad de votar en blanco y así calmar las aguas de un fuerte movimiento creado alrededor de esa opción. Sobre todo, porque el paro del primer semestre radicó en el malestar estudiantil por la decisión del órgano directivo de abrir el proceso para designar rector sin antes discutir y definir una reforma de estatutos que podría cambiar el método para nombrar a quien ocupe ese cargo. En caso de que la mayoría de integrantes del CS (al menos 5 de 9) decida votar en blanco, el proceso será declarado desierto.

Una fuente que conoce bien los intríngulis recientes de la institución y pidió la reserva de su nombre plantea, sin embargo, que no está claro qué pasará si el CS toma esa decisión. “Se evitarían el problema de posibles bloqueos, pero no está definido si, entonces, se mantiene al actual rector (que está en encargo), si este sale y nombran a otro, si hay un período de transición. Es una gran incógnita”, opina.

A eso se sumaría la posibilidad de generar más inestabilidad en una institución caracterizada por el predominio de grupos de interés poderosos que no facilitan la gobernabilidad. La más reciente designación de rector, de hecho, fue en 2010, cuando nombraron a Inocencio Bahamón, recientemente sancionado por la Personería por irregularidades administrativas. Después de él, la Universidad ha tenido dos rectores encargados.

El otro escenario es que la mayoría del CS se ponga de acuerdo alrededor de un candidato, pero “hay algo contra todos”, dice otra fuente que trabaja en un alto cargo de la Distrital.

Ellos, todos profesores de planta de la Universidad, son:

José Andelfo Lizcano.

William Castrillón.

Lilia Edit Aparicio.

Pablo Emilio Garzón.

Octavio Salcedo.

Como es de público conocimiento, allí aún se respira la herencia de Samuel Arrieta, egresado, exsecretario general de la institución, exconcejal de Bogotá y exsenador que dominó los hilos del poder desde los 90 junto a profesores como Lombardo Rodríguez.

En un informe que publicó El Espectador en junio pasado, Rodríguez, haciendo alarde del poder que tuvo, se refirió a los candidatos José Lizcano, Pablo Garzón y Lilia Edit Aparicio con las siguientes palabras: “son hechura mía”, para indicar que crecieron de su mano en la Universidad.

Ese es el vínculo que los críticos les cobran a esos aspirantes, por más que ellos aseguren que están distanciados del “arrietismo”, sobre todo porque Arrieta cada vez parece más al margen de la institución. Los más suspicaces, sin embargo, ya no atan cabos tanto por el lado de Arrieta, sino por el lado del concejal verde Hosman Martínez, que aparte de ser su ahijado político, tuvo como gerente de campaña a Lombardo Rodríguez. Incluso, este último participó como delegado de la administración Peñalosa en el empalme con el gobierno Petro para tratar el tema de educación superior.

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Los otros dos candidatos cargan con su propio estigma. Octavio Salcedo fue protagonista en 2013 de un sonoro escándalo en el que metió mano la Contraloría, pues a algunos profesores les asignaron “puntos de más” por su producción académica y eso redundó en mayores salarios. El organismo de control, en una auditoría, evidenció presuntas irregularidades que significaban un posible detrimento patrimonial por $114 millones.

Al candidato William Castrillón, por otra parte, lo asocian con un sector de la institución llamado Cuide, al que pertenece el actual rector (e) Carlos Javier Mosquera. Eso allí no es bien visto por el “arrietismo” y sus derivados, toda vez que su nombramiento siempre ha sido asociado a la venia que le dio en su momento el alcalde Gustavo Petro.

Eligiendo o votando en blanco, el CS tiene en sus manos una decisión trascendental para una universidad que beneficia sobre todo a estudiantes de escasos recursos y cuyos resultados académicos han sido sobresalientes. Pero debe asumir retos en transparencia que le permitan no solo sacar adelante diversos procesos (concursos de profesores y terminación de obras en curso), sino quitarse de encima el estigma de la corrupción.

Por Carlos Hernández Osorio

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