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El Distrito está listo, el cannabis no

Mañana será presentada la propuesta metodológica para mitigar los riesgos y daños del bazuco mediante el suministro de sustancias prohibidas. Contra viento y marea, el proyecto toma forma.

Camilo Segura Álvarez
23 de abril de 2013 - 09:00 p. m.
Un gran número de los consumidores problemáticos de bazuco se concentra en el Bronx. / Luis Ángel
Un gran número de los consumidores problemáticos de bazuco se concentra en el Bronx. / Luis Ángel

La propuesta metodológica de lo que el Distrito ha denominado “acción-investigación” para mitigar riesgos y daños entre la población vulnerable consumidora de bazuco mediante el suministro de especies vegetales de uso prohibido o restringido (como el cannabis) está lista. El Espectador conoció los apartes más importantes del proyecto que ha recibido críticas de políticos, organismos de control y sectores académicos, pero que está respaldado por los organismos internacionales más prestigiosos en cuanto a políticas sobre drogas, así como por diversas investigaciones científicas.

El programa, según fuentes de la Secretaría de Gobierno, tendría sus primeros resultados en un plazo de seis meses o un año a partir del momento en que se escojan las personas que serán parte de la acción-investigación. Por ahora está planteada la primera etapa, que tendrá tres frentes de trabajo durante los próximos cinco meses.

Aprovechar el espacio que ha ganado la institucionalidad en el Bronx es el primer objetivo. Cuatro asesores expertos en nuevas metodologías frente al tratamiento, la prevención y la mitigación del consumo de drogas, que serán contratados por el Centro de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad Ciudadana (Ceacsc), capacitarán a los funcionarios de las secretarías de Salud e Integración Social y al personal médico de los Centros de Atención Móvil para Drogodependientes (Camad), que ya hacen presencia en el sector, en los cuatro pilares de la iniciativa: centros de escucha, redes de afecto, autocambio guiado y terapia motivacional.

Cuando los funcionarios estén calificados harán una selección de 300 personas, potenciales sujetos de tratamiento, mediante un protocolo de selección médica y psiquiátrica. Paso seguido, con esa muestra de personas se aplicarán unos criterios de inclusión en el proyecto que serán mucho más rigurosos. “No importa si salen 20 o 200, lo importante es ver que tengan la voluntad de dejar el bazuco, estén dispuestos a seguir el tratamiento y no tengan predisposiciones médicas que eviten su éxito”, advirtió uno de los asesores que serán contratados por el Distrito.

Al tiempo que esta selección tiene lugar, el Distrito realizará alianzas con organismos internacionales que ya han avanzado en tratamientos alternativos para la adicción al crack o al bazuco (ambos derivados de la producción de cocaína). Según conoció este diario, personal que asesoró al Programa de Asistencia y Atención al Dependiente (Proad), de Brasil, que en 2009 aplicó un método similar con adictos al crack, con resultados exitosos, participará en el proyecto, lo mismo que veedores e invitados de ONG europeas y estadounidenses, como el instituto transnacional Drogas y Democracia, socio de la Oficina para Asuntos Latinoamericanos de Washington (Wola, por sus siglas en inglés), que recientemente publicó un artículo de apoyo al proyecto.

El diálogo no se limitará a esos organismos, pues la administración distrital sabe que antes de suministrar de manera controlada cannabis u hoja de coca debe hablar con el gobierno nacional y los organismos de control. La ley estatutaria de 2009, en la que se define la legalidad del uso terapéutico de sustancias prohibidas, todavía no ha sido reglamentada, por lo tanto es necesario saber cómo va a ser la adquisición o producción de dichas especies vegetales.

Esa es la tercera estrategia: ver cómo se consigue que los consumidores de bazuco obtengan, para el autocambio guiado, una de las cuatro cepas de cannabis que, según el proyecto, tienen concentraciones de THC (principal componente psicoactivo de la hoja) que reducen la ansiedad, producto del síndrome de abstinencia, e inducen el sueño. Esas cepas ya han sido probadas y distribuidas terapéuticamente en California (EE.UU.) y en algunas regiones de España. La única opción de obtención descartada es la importación.

Uno de los grandes objetivos del proyecto es reducir los indicadores de violencia que, según investigaciones científicas en poder del Distrito, se producen en los episodios de disforia y de abstención, así como de los riesgos en salud asociados al bazuco. Por otro lado, también se busca generar tratamientos alternativos que se sustentan en el “proceso de cambio motivacional guiado. Que en gran medida es lo mismo que ha ocurrido con el tabaco. En una década Colombia ha logrado una reducción de adictos cercana al 50% con los mismos métodos que sustentan este proyecto”, advierte uno de los funcionarios del Ceacsc que han participado en el diseño.

El Distrito quiere ser claro en que no se trata de sustituir una sustancia por la otra, sino de un autocambio guiado y regulado por personal profesional, mediante el cual se busca que las personas que quieran abandonar voluntariamente su adicción al bazuco lo puedan lograr sin ser recluidas y sin obligatoriedad. Para ello, el proyecto promete que el suministro y el tratamiento integral serán personalizados, intención que para algunos sectores médicos y políticos es un imposible.

“Mientras no salgan del Bronx es imposible que dejen de consumir bazuco. Hay tratamientos efectivos que contemplan que el adicto esté en centros especializados y terapias psiquiátricas. Además, no hay evidencia científica de que el cannabis tenga esos efectos. Son elucubraciones de escritorio”, dice el doctor Augusto Pérez, de la Fundación Nuevos Rumbos.

Lo cierto es que, al tiempo que el Distrito ha buscado hacer llegar el Estado y los derechos a sectores como el Bronx, el mismo Estado debe buscar alternativas para 7.500 personas que hoy tienen un consumo problemático de bazuco. También lo es que las investigaciones de Juan Daniel Gómez en Alemania, las realizadas en Brasil, el respaldo de las organizaciones internacionales y las experiencias empíricas de consumidores juegan a favor de la administración. Y, además, que de concretarse este proyecto, la alcaldía de Gustavo Petro cambiaría los paradigmas de la guerra contra las drogas y las políticas, y sus enfoques represivos sobre el consumidor, que tantos muertos y presos le han dejado a Colombia.

csegura@elespectador.com

@CamiloSeguraA

Los cuatro componentes del tratamiento

 

Redes de afecto

Uno de los ingredientes básicos de la salida integral a las adicciones. Los entornos familiares y afectivos de los habitantes de calle, que tienen características de consumo problemático, están destruidos. La voluntariedad de quien quiera someterse al tratamiento depende de un entorno favorable a la decisión.

Centros de escucha

Parecido a la terapia psicológica, estos lugares contarán con personal que esté capacitado para saber cómo reaccionar frente historias de vida o episodios relacionados con el consumo que puedan generar crisis en la decisión del paciente.

Terapia motivacional

También hace parte del ingrediente médico. Los profesionales deberán motivar el cumplimiento de la decisión de frenar la dependencia, generar las circunstancias óptimas para el desenvolvimiento del tratamiento y generar confianza del paciente hacia el procedimiento.

Autocambio guiado

De manera personalizada y en confidencialidad, los profesionales, mediante el suministro de las especies vegetales prohibidas y consultas físicas y sicológicas, ayudarán al paciente a que reduzca la periodicidad de su consumo y, finalmente, pueda decidir dejar su consumo de bazuco.

 

Por Camilo Segura Álvarez

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