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El entramado por la Alcaldía de Bogotá

La carrera por el segundo cargo más importante del país se acelera, en medio de rivalidades y rupturas políticas en las colectividades que no permiten divisar fuerzas unitarias y coaliciones posibles.

Natalia Herrera Durán
01 de febrero de 2015 - 02:00 a. m.
Clara López,  Guillermo Alfonso Jaramillo. Rafael Pardo y Francisco Santos.
Clara López, Guillermo Alfonso Jaramillo. Rafael Pardo y Francisco Santos.

Aunque aún faltan ocho meses para que los bogotanos escojan nuevo alcalde, desde ya los partidos, delfines y aspirantes políticos se mueven, ajustan, agitan banderas, señalan mecanismos, buscan alianzas o se alejan para asegurar un lugar en estas elecciones. A la fecha lo único cierto es que el 19 de marzo vence el plazo para que los partidos y movimientos informen qué candidatos participarán en las consultas que se realizarán el 19 de abril.

De resto, todo es difuso pese a que se vislumbran dos escenarios: el de la fragmentación, en el que cualquiera puede ganar por una nariz, como pasó hace cuatro años cuando el alcalde Gustavo Petro ganó por una diferencia de 162.000 votos sobre Enrique Peñalosa. O el de la polarización, que en los últimos años habla en términos de uribismo o santismo, guerra o paz, derecha o sálvese quien pueda, tono que marcó las elecciones presidenciales en 2014.

Este último fue el lenguaje que usó esta semana David Luna, excandidato a la Alcaldía de Bogotá, cuando abrazó la propuesta que le hizo días atrás el presidente de Cambio Radical, Carlos Fernando Galán, de participar en una consulta interpartidista para escoger al candidato único de la Unidad Nacional por la Alcaldía de la capital, entre nombres como Rafael Pardo, Carlos Vicente de Roux y Enrique Peñalosa.

Luna aseguró que “la única” forma de derrotar a la izquierda es uniéndose y construyendo un “único equipo” en el que toda la oposición al Polo Democrático y el petrismo esté reunida, como una lección de lo que vivió hace cuatro años, cuando ni él ni Carlos Fernando Galán ni Gina Parody quisieron unir sus fuerzas con Peñalosa.

Y fue más allá al invitar a Francisco Santos y el Centro Democrático. Un error según algunos, como Carlos Vicente de Roux, porque olvida que los cercanos a la centro izquierda —De Roux entre ellos—, que han respaldado la salida negociada al conflicto armado, no se le medirían a votar por el uribismo. Por eso De Roux propone hacer una consulta en un bloque de centro izquierda que puede estar compuesto por progresistas, verdes y el Partido Liberal. Desde el uribismo tampoco ven posible una alianza entre candidatos tan variopintos, porque más allá de las cercanías programáticas que podrían tener para la ciudad, el debate nacional sobre el proceso de paz los ha distanciado.

De todas formas, nada está escrito en política y nada se debe descartar aún. Al fin y al cabo, la política puede ser esquizofrénica. En Bogotá, por ejemplo, se votó mayoritariamente por Álvaro Uribe para la Presidencia en dos períodos, al tiempo que se escogieron dos gobiernos de izquierda para administrar la capital.

Ahora, las rivalidades y divisiones propias de la política tampoco dejan consolidar una fuerza unitaria en los partidos y movimientos. Esta semana, el proyecto de los progresistas del alcalde Gustavo Petro fue el que tambaleó por cuenta de las diferencias para definir cómo escogerán al candidato de la colectividad. Cuando se rumoró que sería a través de una encuesta, el exsecretario de Gobierno y precandidato Guillermo Alfonso Jaramillo se negó y propuso “una gran consulta entre partidos para buscar entre los movimientos progresistas, democráticos y de izquierda un candidato y un programa único para Bogotá”.

En el Polo Democrático parece que también hay varios resquemores con la idea de que Clara López sea la candidata del santismo, por el respaldo absoluto al proceso de paz que demostró en las elecciones presidenciales cuando invitó a votar por Santos, y rechazan las invitaciones que desde el Congreso o de los cercanos a la Casa de Nariño llegan en esa dirección, como la que hizo hace poco el senador Juan Manuel Galán.

“Clara fue determinante en el triunfo de Santos (...) invitarla sería un gesto de reciprocidad con ella y una forma de darle fuerza al candidato de la Unidad Nacional y de enviar un mensaje que es clave para el proceso de paz: que a pesar de sus errores, gente de izquierda puede seguir llegando al segundo cargo más importante del país”, dijo Galán. En la orilla dividida del Polo estarían los senadores Jorge Enrique Robledo, Alexánder López y el excandidato a la Alcaldía Wilson Borja.

Hay que esperar aún para saber cómo terminan de configurarse las fuerzas políticas y el debate, porque si tiende a nacionalizarse alrededor de la polarización existente, posiblemente se invite a votar por la figura contraria al miedo de cada cual. Entonces podría perder la ciudad con necesidades sociales y urbanas urgentes, más allá de los discursos.

 

* nherrera@elespectador.com / @Natal1aH

Por Natalia Herrera Durán

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