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El legado de Sergio Urrego

Su muerte abrió el debate sobre la discriminación sexual en los colegios. La discusión avanza, pero aún hay sectores que se resisten a los cambios.

Camila Guerrero Arciniegas
04 de agosto de 2016 - 03:00 a. m.
 En 2014 se denunciaron 30 casos de hostigamiento escolar por discriminación en razón a la identidad de género y la orientación sexual. El año pasado fueron 51.
En 2014 se denunciaron 30 casos de hostigamiento escolar por discriminación en razón a la identidad de género y la orientación sexual. El año pasado fueron 51.
Foto: Oscar Alberto Perez Lopez

Dos años después de la muerte de Sergio Urrego, el joven de 16 años que se quitó la vida luego de haber sido víctima de discriminación sexual en su colegio, su legado empieza a tomar forma. Su muerte, pese al dolor de la madre, fue un precedente invaluable que cambió la forma como las instituciones educativas asumen la diversidad sexual. Sin embargo, aún falta mucho camino por recorrer para que la tolerancia y el respeto sean el común denominador en los colegios.

Antes de su suicidio, cada institución educativa decidía por su cuenta la manera de afrontar la pluralidad sexual de los estudiantes. Esa situación sirvió para que jóvenes como Sergio fueran tratados como enfermos o anormales por asumir su identidad sexual abiertamente. Tal fue el asedio, unido a la incomprensión, que logró que uno de ellos encontrara en la muerte la forma de librarse de los prejuicios.

Alba Reyes, madre de Urrego, quien desde el comienzo aceptó la homosexualidad de su hijo, dice que su duelo no ha sido fácil: “El dolor de su pérdida no tiene nombre. Aun así me siento orgullosa de saber que su partida no fue en vano. El legado que le dejó a Colombia en materia de educación, libertad y derechos humanos fue grande”.

Quizás uno de esos legados fue impulsar a las víctimas de esta discriminación a no quedarse en silencio. Según el Sistema de Alertas de Convivencia Escolar, de la Secretaría de Educación de Bogotá, mientras en 2014 apenas se denunciaron 30 casos de hostigamiento escolar por discriminación en razón a la identidad de género y la orientación sexual, el año pasado fueron 51 denuncias.

Para evitar que más adolescentes tengan que enfrentar esa encrucijada entre morir o vivir a raíz de las críticas de la gente por sus elecciones sexuales, Reyes decidió abrir hace pocos meses la Fundación Sergio Urrego. Su objetivo es prevenir el acoso escolar en todos los ámbitos educativos y el suicidio motivado por discriminación a niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Para tal efecto asesorará a estudiantes, docentes, directivas y padres de familia.

Para Reyes, el mayor logro en estos dos años ha sido “que las instituciones se sentaran a pensar cuál es la manera correcta de afrontar la diversidad sexual en los colegios. Es algo que no tiene precio, pues ayudará a muchos jóvenes en las mismas condiciones de mi hijo a sentirse respaldados, en vez de excluidos por quienes se hacen llamarse educadores”.

La muerte de Urrego ayudó a que, por orden de la Corte Constitucional, el Ministerio de Educación tuviera que revisar las normas internas de los colegios. A la fecha, la cartera ha puesto el ojo en 3.880 manuales de convivencia de instituciones de todo el país. Los hallazgos muestran que la mayoría de colegios no han incorporado las disposiciones de la Ley de Convivencia Escolar y que, por lo tanto, persisten las carencias en cuanto al respeto por las diferencias. Por ejemplo, una situación generalizada es que los colegios “aún mantienen sanciones en relación a aspectos estéticos de los estudiantes, que vulneran el derecho al libre desarrollo de la personalidad”.

En medio del proceso de transformación de las normas de los colegios, las ideas que han surgido del Ministerio de Educación para contrarrestar la discriminación han sido fuertemente controvertidas. La semana pasada, por ejemplo, en plena Asamblea de Santander, hubo una disputa entre la diputada Ángela Hernández y la ministra de Educación, Gina Parody, que estaba promoviendo la idea de construir dentro de los colegios baños para la comunidad LGBTI. Hernández aseguró que esta iniciativa va a producir una “colonización homosexual” en las instituciones. Para ella, la ministra se está aprovechando de la ambigüedad de la ley para interpretarla a su antojo.

Otra muestra de la poca aceptación que hay entre algunos padres de familia es la convocatoria que está circulando por redes sociales, en la que un grupo de ciudadanos invita a una marcha a nivel nacional el próximo miércoles para protestar contra las pretensiones de la ministra Parody, que, además de los baños para la comunidad LGBTI, incluyen permitir que los estudiantes utilicen el uniforme con el que mejor se sientan, sin importar el sexo. El reclamo de algunos es que la funcionaria está decidiendo arbitrariamente sobre la forma como los padres deberían educar a sus hijos.

Dos años después, es evidente que la muerte de Sergio Urrego fue uno de los detonantes de la revisión de la forma en que las instituciones educativas abordan la diversidad sexual. Aunque ya hay acciones concretas que buscan crear entornos más incluyentes en los colegios, la resistencia a esos cambios persiste.

Por Camila Guerrero Arciniegas

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