El negocio del Acueducto de Bogotá que inquieta a concejales y sindicalistas

El Acueducto comprará las acciones que Aguas de Bogotá tiene en Caudales de Colombia, empresa que ha estado al borde de la quiebra.

Carlos Hernández Osorio
06 de octubre de 2015 - 10:40 p. m.
En diciembre de 2012 Aguas de Bogotá, filial del Acueducto, asumió la recolección de basuras en el 52 % de Bogotá. La idea del alcalde es fortalecerla. / Luis Ángel
En diciembre de 2012 Aguas de Bogotá, filial del Acueducto, asumió la recolección de basuras en el 52 % de Bogotá. La idea del alcalde es fortalecerla. / Luis Ángel

La Empresa de Acueducto de Bogotá (EAB) quiere que su filial, Aguas de Bogotá (encargada de la recolección de basuras en más de la mitad de la ciudad) se consolide como el operador de aseo público que el alcalde Gustavo Petro siempre ha querido. Es sabido que hay un plan en marcha para lograrlo, pero hay movimientos que comienzan a inquietar a sindicalistas y concejales. La principal, hasta ahora, surge de una decisión que tomó la junta directiva de la EAB el pasado 20 de agosto.

Ese día se acordó que el Acueducto le comprará a Aguas de Bogotá las acciones que esta tiene en Aguas de la Sabana y Caudales de Colombia, que también tienen participación privada. La justificación es clara en el papel: estas empresas, del sector de servicios públicos, realizan actividades similares a las del Acueducto y pueden apoyarlo, por lo que es preferible que estén directamente bajo su dominio. A su vez, se permite que Aguas de Bogotá comience a especializarse en la prestación del servicio de aseo. Así quedó consignado en el acuerdo de junta, que firman el alcalde Gustavo Petro y William Eduardo Morales, secretario del Acueducto.

Las preguntas surgen en torno a Caudales de Colombia. En 2005, Aguas de Bogotá compró por $8.000 millones el 86 % de las acciones de esta firma, entonces llamada Gestaguas, para obtener ingresos adicionales. El 14% quedó en manos de privados (el empresario Luis Vicente Cavalli Papa, su familia y empresas suyas). Está probado que fue un mal negocio. Una vez se concretó, la Contraloría advirtió que no eran claras las ganancias que obtendrían Aguas de Bogotá ni, por lo tanto, el Acueducto. Poco después se detectó que la información de la compra no fue transparente y que Gestaguas era una compañía cuyos estados financieros dejaban mucho que desear.

El organismo de control fiscal condenó al entonces gerente de Aguas de Bogotá, Felix Betancourt Aduen, por un detrimento de $5.000 millones. Comprobó que él le había presentado a la junta “un negocio distinto al que se finiquitó” y, por lo tanto, concretó “un negocio con una autorización que la junta no le había dado”, basado en estudios no confiables que realizaron funcionarios del Acueducto, cuyo gerente en ese entonces era el mismo de ahora: Alberto Merlano Alcocer.

Para el momento del negocio, Gestaguas (hoy Caudales de Colombia), operaba los acueductos de Chía, Melgar y Mosquera mediante las empresas Hydros Chía, Hydros Melgar e Hydros Mosquera. Sus enredos radicaban en demandas y embargos en su contra en esos municipios, así como deudas con la DIAN.

Por ejemplo, en 2013 el Tribunal Administrativo de Cundinamarca anuló la creación de Hydros Chía y ordenó a sus dueños el pago de millonarias indemnizaciones.

El problema para Aguas de Bogotá es que, como dueña de la mayoría de Gestaguas, entra a responder en esos líos con su patrimonio, que es público. Así lo ha advertido la Contraloría en varias auditorías, y desde el Concejo, la concejal liberal María Victoria Vargas, que a mediados de 2012 realizó un debate sobre el tema.

Caudales ha intentado recuperarse buscando la ayuda del Distrito. Vargas reveló hace un año que Merlano, gerente del Acueducto, en plena Ley de garantías intentó inútilmente (pues no podía) contratar con esa empresa la operación por 10 años del servicio de venta de agua en municipios aledaños a Bogotá. Caudales, que debería generarle utilidades a Aguas de Bogotá (y por lo tanto al Acueducto) también les ha solicitado créditos, lo que tampoco ha sido posible.

En auditorías de 2012, 2013 y 2014 la Contraloría siguió advirtiendo sobre la insostenibilidad de Caudales y los riesgos para el patrimonio distrital. Por eso llama la atención que el Acueducto decida ahora comprar las acciones que su filial, Aguas de Bogotá, tiene en dicha empresa.

Miguel Fernández, del sindicato Sintraemsdes, le dijo a El Espectador que su organización considera esa compra “antieconómica y antitécnica” y que han insistido en preguntarle a la Gerencia: ¿por qué la insistencia en continuar con una empresa quebrada?”. La respuesta que les han dado, según él, es que el Acueducto debe ampliar su cobertura y no puede hacerlo con el modelo de negocio actual, pues debe contar con filiales.

Este diario le preguntó al Acueducto por el estado actual de Caudales de Colombia y si su situación le permite generar ganancias provechosas para la empresa distrital. Enviaron un cuadro con “algunas cifras” de los estados financieros a julio pasado que, a su juicio, “muestran una situación aceptable”. Son saldos positivos que, sin embargo, se consideran bajos. Los ingresos operacionales del último año, por ejemplo, son de $3.112.000. En la página web de Caudales, además, se indica que desde hace un año se notaba una “disminución ostensible de las incertidumbres”. Sin embargo, el Acueducto no indicó si Caudales puede generarle ganancias.

La concejal Vargas también le envió un cuestionario al Acueducto para que explicara los detalles del negocio: su justificación, los costos, estudios que lo sustenten. La respuesta, según ella y su equipo, “no dice nada”: no da mayores detalles y, grosso modo, apunta a que el gerente Merlano tiene la facultad legal para realizar la compra y que esta se hará para fortalecer a Aguas de Bogotá como operador de aseo. La Veeduría y la Personería le respondieron que aún no han indagado el tema. Ella espera, sin embargo, respuestas más claras en un debate que ya citó.

Por Carlos Hernández Osorio

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