El nuevo intento por salvar las plazas de mercado

La Alcaldía intentará, una vez más, reactivar el comercio en estos lugares. Un experto recuerda que las necesidades son casi las mismas de hace 50 años.

Redacción Bogotá
08 de mayo de 2016 - 02:00 a. m.
La plaza de mercado de Kennedy tiene un 73% de ocupación, de acuerdo con el Ipes. / Fotos: Óscar Pérez - El Espectador
La plaza de mercado de Kennedy tiene un 73% de ocupación, de acuerdo con el Ipes. / Fotos: Óscar Pérez - El Espectador

A cinco cuadras de Corabastos, la central mayorista más grande de Colombia (40 hectáreas), está la plaza de mercado de Kennedy, cien veces más pequeña y parcialmente desocupada. En uno de sus 279 puestos trabaja desde hace 40 años Luis Ramos, un vendedor de desechables que dice sin rodeos que allí “ya no se vende un líchigo”. La cercana competencia del gigante de los alimentos, sumada a los fruver, esas revuelterías de barrio que se ven tan impecables, son dos razones que nutren el pesimismo de este hombre. También se queja de una cultura individualista que lleva a sus colegas a comprar la mercancía de forma independiente. “Comprar entre todos ayudaría en tiempos de crisis”.

Sus palabras resumen el diagnóstico de buena parte de las 19 plazas de mercado públicas de Bogotá: pocas ventas, competencia creciente de los puestos de frutas y verduras y tiendas de barrio, y falta de asociación entre los comerciantes. Es el mismo panorama que pinta la Alcaldía en su Plan de Desarrollo, en el que promete dar a las plazas un impulso que les permita ser autosostenibles. La meta, de acuerdo con el documento, es que en cuatro años al menos seis de ellas cubran sus gastos de funcionamiento con su propia operación.

Los pilares que sostienen esa estrategia son cinco: fortalecer la asociación, crear cultura empresarial entre los comerciantes, aprovechar las particularidades de cada plaza, arreglar la infraestructura y mejorar la administración. Y aunque el Plan no lo dice, el secretario de Desarrollo Económico, Freddy Castro, anuncia que el apoyo del sector privado será vital en todo esto. “Cuando el sector público se mete en algunos negocios y no le va bien, los privados pueden hacerlo mejor”.

Es un nuevo intento para salvar estos emblemáticos lugares, que no sólo guardan parte del patrimonio gastronómico de Bogotá y sus municipios vecinos, sino que son claves para la seguridad alimentaria de la ciudad. Hace 16 años, la primera administración de Enrique Peñalosa le encomendó a la Universidad Nacional hacer un diagnóstico, y las necesidades de ahora son las mismas de entonces. Es decir: el impacto de los esfuerzos emprendidos ha sido mínimo.

Así lo recuerda el profesor Álvaro Viña, director de la Unidad de Emprendimiento de la Nacional y quien estuvo al frente del estudio: “Ese diagnóstico era el mismo de los años 60”. La deuda con las plazas se profundizaba, mientras la ciudad crecía y se sumergía en dinámicas que tendían a sacar esos espacios de la cotidianidad de los habitantes.

Hace una semana, la Alcaldía anunció que las plazas de La Concordia (actualmente en remodelación), Las Cruces y La Perseverancia serán incluidas en el mapa turístico de Bogotá. Esto implica hacerles intervenciones especiales para mejorar su infraestructura y las capacidades de sus comerciantes, con el fin de que los visitantes de la ciudad asistan a ellas como lo harían a cualquier restaurante típico.

Es el comienzo de un proceso lleno de retos. Las 19 plazas públicas reúnen 3.999 puestos, de los cuales 3.077 están ocupados (77 %). Las tres nombradas tienen un valor patrimonial importante, pero no tienen problemas graves de ocupación, como, por ejemplo, la de Los Luceros (Ciudad Bolívar), donde la ocupación es del 20 %. Ni hablar de Boyacá Real (Engativá), donde sólo ocho de los 107 puestos están activos (7 %). Esta última, junto con El Carmen y San Benito (Tunjuelito), son, por ahora, insostenibles, de acuerdo con María Gladys Valero, directora del Instituto para la Economía Social (Ipes).

Hay quienes ocupan un espacio, pero incumplen con el arriendo que le pagan al Distrito. Las deudas llegan a $12.000 millones, “una cartera muy alta”, advierte Valero. “Contar con esos recursos permitiría reinvertirlos en las plazas”.

La pregunta por el futuro hace pensar en cómo conseguir que la gente regrese a estos lugares. La alianza con los privados es una propuesta en construcción, aunque Valero da una pista: se puede enganchar a los visitantes vinculando grandes restaurantes. En 15 de las 19 plazas, por ejemplo, buscan mantener clientes cautivos ofreciéndoles servicio a domicilio. El profesor Viña pide, de todas formas, pensar en la reubicación de algunas que, definitivamente, se encuentran en sitios poco estratégicos. “Los vecindarios han cambiado con la evolución de la ciudad, así que hay que ponerlas donde viva la gente o mejorar su entorno. También adecuarlas para que los turistas vayan a almorzar comida típica”.

La estrategia, según él, debe integrar las 23 plazas que son privadas, ya que el objetivo no es sólo rescatar ciertos lugares sino pensar en que ellas, en conjunto, son un eslabón de la cadena de abastecimiento de alimentos de la ciudad.

Este gobierno, como es usual, llega con nuevas propuestas. La muestra del pesimismo de los comerciantes la da Ramiro López, un vecino de Luis Ramos en la plaza de Kennedy, que recuerda que allí hicieron estudios de topografía para arreglar la fachada y “cuando fueron a ejecutar la obra, resultó que no había plata”. El reto no sólo está en cumplir lo prometido, sino en que aquello que se haga signifique una salida cierta para aquellos que viven de vender lo que da la tierra.

En el siguiente mapa puede ubicar cada una de las 19 plazas de mercado públicas de Bogotá. Haga clic en cada punto para conocer el nombre de la plaza, su especialidad, si tiene servicio a domicilio y de qué municipios provienen sus alimentos:

 

Por Redacción Bogotá

 

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