El reclamo de los toreros

Los trabajadores de la tauromaquia protestan contra medida de Petro.

Verónica Téllez Oliveros
14 de junio de 2012 - 10:05 p. m.

Dos días después de que el alcalde Gustavo Petro confirmara que la Plaza de Toros de Santamaría se transformará en “un escenario de cultura y educación”, un nuevo ingrediente se suma al debate sobre la fiesta brava. Se trata de la tutela presentada en contra del Distrito por la Unión de Toreros de Colombia (Undectoc), en la que el gremio sienta de nuevo su posición sobre la importancia de la tauromaquia como una tradición cultural, pero además reclama que se proteja su derecho al trabajo y a la libertad de escoger oficio.

El bogotano Ober Gelaín Fresneda, más conocido como Gitanillo de América, vicepresidente de Undectoc, es uno de los preocupados con la determinación del alcalde. A los 12 años el Gitanillo empezó a torear y hoy, a los 48, ya cuenta con 26 años de experiencia como matador en más de 1.300 corridas de toros en todo el mundo, especialmente en las 35 plazas de toros que ha inaugurado en Colombia. “El toreo es la única expresión artística que tengo para ganarme la vida y con una decisión tomada de la noche a la mañana nos perjudicaremos todos los matadores, picadores y banderilleros que desde niños nos hemos dedicado a este oficio”.

Es así como en la tutela, conocida por El Espectador, el abogado Jaime Córdoba reclama que se anule la decisión del Instituto Distrital de Recreación y Deporte (IDRD) que suspende la venta de abonos para la temporada taurina de 2013 y la programación de las novilladas en el Festival de Verano de la capital. Además, los miembros de Undectoc exigen que el Distrito no intervenga en aspectos esenciales del espectáculo como la decisión del torero de dar muerte al toro de lidia.

Precisamente fue este último punto el que motivó el rompimiento de los diálogos entre el Distrito y la Corporación Taurina de Bogotá, según lo expresó el alcalde al anunciar que la Santamaría haría parte “del sistema de educación distrital”.

El debate tiene tanto de ancho como de largo y en él se encuentran dos sectores con fuertes argumentos que no concilian entre sí.

Del lado de aquellos que no respaldan los actos de violencia contra los animales está el concejal progresista Roberto Sáenz, quien asegura que aunque el gremio de toreros puede acudir a los recursos legales para defender sus derechos, “el hecho de dejar de patrocinar con dineros públicos este tipo de espectáculos es un paso adelante para la ciudad”.

Para Andrea Padilla, vocera de la fundación internacional Anima Naturalis en Colombia, el anuncio del alcalde y las medidas del Distrito complacen los intereses de un gran sector que está en contra de las corridas. La líder defensora de los animales asegura que es una decisión valiente del mandatario, “pues sabemos que traerá dificultades políticas y jurídicas para él y la ciudad”.

Líos jurídicos que, como lo ha expresado el alcalde a este medio, no lo intimidan, pero que sumarán en medio de la polémica en la que ambos bandos buscan ganar adeptos. Felipe Negret, presidente de la Corporación Taurina de Bogotá, manifestó que emprenderá las acciones legales necesarias para asegurar que el Distrito cumpla el contrato de arrendamiento de la Plaza de Toros hasta marzo de 2015.

En cuanto al perjuicio laboral que señalan los miembros de Undectoc, Padilla indica que en Cataluña, luego de anunciada la prohibición de las corridas a mediados de 2010, el gobierno generó apoyos económicos para el gremio y estableció un lapso para que buscara alternativas. La vocera indica que la administración distrital podría buscar estos acuerdos, pero aclara que “el empleo no puede ser excusa para permitir una práctica de este tipo”.

El Gitanillo de América asegura que no se cansará de utilizar los recursos legales contra el Distrito para defender los derechos de su gremio y de “una actividad que por 84 años le ha generado miles de ganancias a la capital”. Para Córdoba es legítimo que una mayoría tenga reparos contra la tauromaquia, “pero es legítima también la libertad de que deben gozar las minorías, en este caso los toreros, banderilleros y picadores”.

Por Verónica Téllez Oliveros

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