El último día del campamento de venezolanos

Mientras entre los migrantes reina la incertidumbre, pues muchos no tienen a dónde ir, los vecinos del sector esperan que el proceso sea pacífico y se controlen posibles nuevas invasiones del espacio público. Ayer, un último grupo de 40 personas decidió volver a Venezuela.

Mónica Rivera - Felipe García Altamar (mrivera@elespectador.com - fgarcia@elespectador.com)
15 de enero de 2019 - 03:00 a. m.
De los casi 500 migrantes que se instalaron en el campamento, hoy quedan 127. / Cristian Garavito - El Espectador
De los casi 500 migrantes que se instalaron en el campamento, hoy quedan 127. / Cristian Garavito - El Espectador
Foto: Cristian Garavito / El Espectador

Hoy se completa el desmonte del campamento temporal en el que el Distrito reubicó a los venezolanos que se asentaron en cercanías de la Terminal de Transportes del Salitre. El operativo se lleva a cabo tres meses después de la reubicación y aún hay migrantes que ven su futuro con incertidumbre. Por su parte, los vecinos del barrio Luis María Fernández, de la localidad de Engativá, temen que se puedan presentar traslados a predios aledaños o enfrentamientos con las autoridades. 

Desde que arrancó el año, funcionarios de la Alcaldía adelantan el desmonte del campamento en el que inicialmente se establecieron unos 460 venezolanos. De ese total, hasta ayer permanecían 127, entre ellos 31 niños y tres mujeres embarazadas, que pasan sus noches en las 28 carpas que quedan en pie, pues las expulsiones o salidas voluntarias obligaron a desarmar otras 52 carpas y tres hangares que se instalaron inicialmente. (LEA: “No se repetirá otro campamento”: gerente para venezolanos de Bogotá)

Para facilitar la salida del campamento, de acuerdo con la Secretaría de Integración Social, se adelanta desde hace unos días una caracterización de lo que planean hacer los migrantes que quedan. Asimismo, la entidad resalta que durante este tiempo brindó varias ayudas para que los venezolanos legalizaran su condición, consiguieran trabajo y hasta un nuevo lugar para vivir.

En los últimos días, los migrantes han recibido una “Constancia de información y orientación para el cierre y egreso del campamento”. Se trata de un desprendible con las seis opciones entre las que pueden escoger ante el cierre del espacio.

Las posibilidades que tienen los venezolanos son continuar su camino hacia otros países, rebuscársela en Bogotá, devolverse a Venezuela o acogerse a los programas sociales del Distrito. “El ejemplo más fuerte fue un bus que enviamos a Ipiales para las personas que tenían como destino Ecuador”, aseguró en su momento Daniel Mora, vocero del campamento.

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Las primeras opciones que se contemplan son el transporte hasta la frontera, el apoyo en la mudanza a un lugar en Bogotá —entre el 15 y el 19 de enero— o el servicio de bodega para guardar sus pertenencias por 30 días. Las otras tres opciones son los programas de la Alcaldía: la primera, con el Idipron, que les permite a los menores de 28 años acceder a acompañamiento psicosocial y recibir alimentación cuatro veces al día. La segunda, el apoyo del Centro Integral de Ayuda a la Mujer (CIAM) para madres con hijos. Y por último se dispuso el ingreso por tres días al Centro de Atención Transitorio para mujeres mayores de 28 años, sin hijos y con Permiso Especial de Permanencia (PEP).

A pesar de las opciones, hay temor entre los migrantes que quedan. Es el caso de Esnedi Arroyo, quien no quiere devolverse a Venezuela, pero tampoco cumple ninguna de las condiciones para beneficiarse de los programas: tiene más de 50 años y está con su hija, su esposo y nietos.

Según dice, hay presión para las madres del campamento, pues el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) les ha advertido que puede quitarles a los menores si no tienen un espacio digno para vivir. Sumado a esto, asegura que por su edad no le dan empleo en ningún sitio, a pesar de tener el permiso de trabajo.

En un caso similar está Dougleiski Cardoza, quien tiene seis meses de embarazo y se encuentra en el campamento con su esposo y su hijo. Su estado es riesgoso, así que un largo viaje no le convendría, y no quiere volver a Venezuela pues emigró por el grado de desnutrición que presentó su pequeño. Como ellas, muchos venezolanos no saben qué hacer y conservan la esperanza de que les den otras soluciones. Incluso, algunos piden subsidios económicos para resolver su situación por algunas semanas más.

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Ante la incertidumbre, muchos optaron por devolverse a su país. Tan solo ayer, un grupo de 40 personas que permanecían en el albergue decidieron tomar el último bus que salía del campamento hacia Cúcuta, donde deben atravesar la frontera.

Pese a que hay menos personas en el campamento que las que llegaron, los vecinos temen que se presenten desórdenes durante el desmonte, como cuando llegaron.

Algunos habitantes del sector aseguran que, como avisaron cuando se instaló el campamento, el lugar no era el adecuado para ubicar a los migrantes. Ahora advierten que el desalojo provocaría la invasión de predios aledaños, como ocurrió ayer, cuando varios sacaron sus pertenencias hasta la zona verde aledaña a Compensar. Algunos avisan que pueden regresar a la terminal de transportes o sumarse a los compatriotas que poco a poco se ubican en inmediaciones del centro comercial Salitre Plaza.

Al respecto, el Distrito asegura que tomaron todas las precauciones para evitar la toma de espacios aledaños o alejados de la zona, y que garantizarán una salida ordenada con el acompañamiento de Migración Colombia, el ICBF, la Policía y la Personería.

Una última esperanza que guardan los migrantes que no saben a dónde ir es que se abran nuevos albergues este año. Como ya se encuentra habilitado un albergue temporal para atender a las personas más vulnerables, la Alcaldía es vehemente en señalar que no habrá nuevos campamentos. Eso sí, el Distrito indicó que continuará los esfuerzos para atender la masiva llegada de venezolanos a la capital, una tarea en la que es indispensable que la ciudadanía coopere con su comprensión y solidaridad.

Por Mónica Rivera - Felipe García Altamar (mrivera@elespectador.com - fgarcia@elespectador.com)

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