Ember Esteffen Rodríguez: hasta siempre a un gran maestro

Un médico psiquiatra con alma de docente que se dedicó a trabajar por la infancia y la adolescencia en el país. Sus palabras y acciones tocaron corazones y cambiaron vidas.

MARIANA SUÁREZ RUEDA
28 de marzo de 2017 - 03:00 a. m.
Cortesía
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Bastó una mañana de escucharlo y caminar a su lado por los fríos pasillos del Gimnasio Sabio Caldas para entender por qué durante los seis años y nueve meses que estuvo al frente de este colegio distrital en concesión, ubicado en una de las localidades más vulnerables de Bogotá, Ciudad Bolívar, no hubo un solo embarazo adolescente entre más de mil estudiantes.

Me impresionó la forma como los jóvenes lo saludaban por su nombre, dándole una palmada en el hombro y regalándose mutuamente una sonrisa. Un trato cercano, casi fraternal, que no es habitual entre un rector y sus alumnos y menos en una institución tan grande y con una población que debe enfrentar una realidad tan compleja como la suya.

Ember Esteffen Rodríguez encontró una manera única de llegarles a los niños y jóvenes. Una fórmula que se enriqueció de su formación como médico psiquiatra, de su vocación de maestro, de la experiencia en los scouts, su pasión por el teatro, y las lecciones aprendidas como coordinador de bachillerato del Gimnasio Moderno, el colegio del que se graduó de bachiller.

Una fórmula que para Ruth Stella García, actual rectora del Sabio Caldas, se basaba en un diálogo franco, abierto y fluido. “La puerta de su oficina siempre estaba abierta para escuchar a los estudiantes, aconsejarlos. Los chicos más enredados eran sus retos más maravillosos. Su corazón era muy grande”.

Una fórmula exitosa que también llevó al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, como director de Niñez y Adolescencia, y que desde el año pasado utilizaba para superar un nuevo reto desde la Secretaría de Educación: la implementación de la jornada única.

Una fórmula que tocó corazones, transformó vidas. Por eso, ante la noticia de su muerte, el pasado sábado 25 de marzo en un accidente en la vía que de Bogotá conduce a Girardot, por un deslizamiento de tierra a la altura del municipio de San Antonio de Tena, en el que fallecieron otras tres personas, las muestras de cariño y de dolor por su partida repentina han inundado su Facebook y se sintieron con el silencio que reinó ayer, a las 7:15 de la mañana, en el aula múltiple del Sabio Caldas y dos horas más tarde durante la izada de bandera en el Moderno.

Era el mayor de tres hermanos. Cuando lo conocí, compartió emocionado la ilusión que tenía por la llegada de su primer hijo, Gregorio, hoy de siete años. Sus amigos cuentan que desde el colegio tenía claro que quería ser médico psiquiatra y convertirse en rector. Lo recuerdan como un hombre alegre, buen bailarín, hincha del Deportivo Cali, aficionado a los libros de Cortázar, un extraordinario papá y maravilloso esposo. Un visionario apasionado por la educación.

Con un nudo en la garganta, Ruth Estella García, amiga, sucesora y colega por más de 16 años, tomó prestadas las palabras del compositor argentino Alberto Cortez para rendirle un homenaje entre sus alumnos: “Un barco frágil de papel parece a veces la amistad, pero jamás puede con él la más violenta tempestad, porque ese barco de papel tiene aferrado a su timón por capitán y timonel un corazón”.

Sus exequias son hoy a la 1:00 p.m., en la capilla del Gimnasio Moderno.

Por MARIANA SUÁREZ RUEDA

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