En Ciudad Bolívar, caen herederos del Bronx

Les atribuyen homicidios selectivos para hacerse al control de las ollas de microtráfico en al menos cinco barrios de la localidad. Las autoridades están tras el rastro de los cabecillas de una de las bandas.

Juan David Moreno Barreto
11 de abril de 2017 - 03:00 a. m.
Una de las organizaciones proviene del gancho de Nacional del Bronx. /Archivo
Una de las organizaciones proviene del gancho de Nacional del Bronx. /Archivo

“Hay una guerra sin cuartel entre las bandas de microtráfico de Ciudad Bolívar”. Esa fue la primera hipótesis de las autoridades, a principios de año, al advertir una serie de homicidios, principalmente, en barrios como Jerusalén y El Paraíso. De los 252 asesinatos cometidos en la localidad, durante 2016, Medicina Legal estableció que seis fueron como consecuencia de los denominados de ajustes de cuentas. Al ser la zona con la cifra más alta por este motivo, la Sijín le puso la lupa a cada barrio y a cada cuadrante.

A pesar de que la ciudadanía no quiso aportar mayor información por temor a retaliaciones, durante los últimos meses las fuentes humanas y las actividades investigativas les permitieron confirmar la premisa inicial: detrás de los asesinatos en esos barrios estaba la “olla de Víctor“, reconocida por formar parte del “gancho” Nacional del Bronx. Contra esa organización se enfrentaba la banda del Cucho Jorge. Las indagaciones derivaron en la captura de 15 personas, a quienes les encontraron siete armas de fuego y 6.500 gramos de marihuana, así como vehículos y motocicletas que ya conocían en los barrios para transportar los estupefacientes.

Del Bronx a Ciudad Bolívar

Tras la intervención del Bronx y Cinco Huecos se intensificó la fragmentación y dispersión de los mercados locales dedicados a la venta de drogas. Según la Fundación Ideas para la Paz, este proceso, de hecho, inició meses antes ante la preocupación de los “ganchos” de que las autoridades recuperaran ese sector. Así sucedió con la “olla de Víctor”, la cual tenía vínculos con el “gancho” Nacional del Bronx y se fue para el barrio San Bernardo, en el centro de Bogotá, y siguió delinquiendo en Ciudad Bolívar, donde tenía influencia en al menos cinco barrios.

“Esta red de microtráfico reclutaba a personas jóvenes y quienes no se unieran eran amenazados con armas de fuego y, en muchos casos, debían ser desplazados del lugar”, indicó el comandante de la Sijín, coronel Douglas Restrepo.

Una fuente les contó a las autoridades que el cabecilla de la organización, conocido con el alias de Víctor, inicialmente se asoció con el Cucho Jorge para hacerse al control de barrios como Candelaria, Sierra Morena, El Paraíso, Arborizadora Alta y Lucero Bajo. Pero la fricción entre las cabezas visibles de las organizaciones empezó a generar dudas sobre la manera como se repartían las utilidades. Con el descuadre de las cuentas, llegaron las diferencias. “Ahí estalló la guerra”, dice un investigador.

En noviembre de 2016 cobraron la primera víctima. En el kilómetro 5 vía a Usme la Policía encontró el cuerpo de un hombre que había recibido 15 heridas con arma blanca. Un testigo le contó después a la Sijín que se trataba de alias Víctor. Dentro del expediente reposa información según la cual a Víctor se lo llevaron hasta una vivienda, lo torturaron y después le quitaron la vida. “Lo dejaron botado en plena calle, sólo con la cédula para que lo reconocieran de inmediato”.

Su objetivo era generar temor en la comunidad y, en efecto, lo lograron. Fue entonces cuando estalló la guerra entre los dos bandos. Los sicarios de un lado y de otro cayeron sin tregua. En las llamadas que interceptaron las autoridades se escucha cuando ellos fraguaban homicidios selectivos. “Nos toca fumarnos a esa criatura”, decían. Incluso les atribuyen un atentado con una granada perpetrado en el barrio Arborizadora Alta, en la que perdió la vida una persona.

Testimonio clave

Mientras se desataba esta guerra, una mujer, conocida como Lina, quien antes se dedicaba a las ventas ambulantes, se vinculó a la organización del Cucho Jorge. Llegó allí porque había pedido un préstamo con un “gota a gota” que pertenecía a esa banda. Al no tener cómo pagar la deuda, que crecía con el paso de los días, le ofrecieron vincularse como expendedora.

La Policía asegura que no sólo se convirtió en la mano derecha del Cucho Jorge, sino que también dejó a su esposo para iniciar una relación con uno de los miembros de la organización delictiva. La deuda pendiente, sin embargo, no había sido saldada. Pero ella, según contó la fuente, inculpó a su expareja y les dijo que le cobraran a él.

El exesposo había alcanzado a trabajar como conductor de la banda, pero ante las amenazas decidió irse. A partir de entonces fue víctima de dos atentados. El primero ocurrió en la habitación en la que vivía, donde le rompieron los vidrios y le exigieron el dinero. Él les dijo que no tenía plata en ese momento y les rogó para que le dieran un plazo. En el segundo iban a quitarle la vida, pero logró escapar por el tejado. En una ocasión encontraron a sus hermanos en la casa y le enseñaron una granada con la que pretendían atentar contra su vida. Fue entonces cuando decidió acudir a las autoridades y servir como testigo.

El Grupo de Operativos Especiales de la Policía (Goes) realizó siete allanamientos en la localidad que culminaron con la captura de personas señaladas de vender estupefacientes, recoger el dinero producto del microtráfico y asesinar a quienes se convertían en un obstáculo para el negocio. Entre ellos estaba Lina.

Los cabecillas de la organización, sin embargo, aún no han sido capturados. En los barrios en donde tenían influencia las dos bandas delincuenciales temen que se abra una nueva guerra por el territorio que hoy cuenta con menos competidores.

Por Juan David Moreno Barreto

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