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'Entre David y Goliat'

Con apenas el 3% de favorabilidad en las encuentas, Carlos Guevara asegura que la suya ha sido una campaña ganadora.

Viviana Londoño Calle
08 de octubre de 2011 - 08:00 p. m.

¿Quién es el tal Guevara? La pregunta la hizo al aire Julio Sánchez Cristo en la emisora la W hace dos semanas, después de ver su nombre en las encuestas. El tal Guevara se llama Carlos Eduardo, es ingeniero industrial, lleva más de una década en la carrera política, dos años como concejal de la ciudad y, según los sondeos, está por encima del exalcalde Jaime Castro, del candidato del Polo Democrático Aurelio Suárez y de Gustavo Páez, del PIN.

Guevara sabe que no será alcalde de Bogotá, por lo menos por ahora, lo sabía desde que aceptó llevar las banderas del Partido Mira en una misión casi suicida. Lo reconoce hoy con ocho kilos menos, cientos de kilómetros recorridos por la ciudad a pie y con apenas el 3% de la intención de voto en las encuestas más recientes.

Pero su caso en ninguna medida es una derrota. Las cifras no lo trasnochan. Esta es la primera vez que el Mira, con apenas 11 años de haberse conformado, tiene a un candidato para la Alcaldía de Bogotá y está por encima de aspirantes que deberían tener más popularidad. Esto ya es un logro para su colectividad.

Desde el principio la suya fue una apuesta para posicionar su partido más que una gran pelea por llegar al Palacio Liévano. “El Mira no se podía dar el lujo de participar en esta campaña sin candidato. Si no hacemos la política, otros la van a hacer por nosotros, no podíamos quedarnos como espectadores”, dice sonriendo.

Tal vez por eso, desde hace ocho meses, cuando empezó su campaña, a Guevara se le puede ver caminando por los barrios del sur, reunido con los empresarios del norte, andando por los cerros orientales o hablando con los vendedores de las plazas distritales de mercado. Nunca, en cambio, se le ve presentar sus propuestas en los debates.

Lo que algunos califican como falta de experiencia y temor de un joven candidato que apenas suma dos años como concejal, para Guevara tiene otra explicación. “¿Quiere saber por qué no voy a los debates? Mi apuesta es hacer una política de calle, de barrio, de contacto con la gente, creando de la mano de los ciudadanos nuestras propuestas”.

Pero ser el gran ausente de los encuentros de los candidatos no lo mantiene al margen de sus movimientos. Del candidato del Partido Verde, Enrique Peñalosa, dice que saca al expresidente Álvaro Uribe del sombrero cada vez que necesita un respaldo popular, pero no duda que su apoyo podría terminar afectando la candidatura del exalcade.

De la alianza entre Gina Parody y Antanas Mockus asegura que significa la pérdida de la independencia de la que tanto hablaba la candidata. Y aunque no se atreve a juzgar el acuerdo entre ambos, sí reafirma su compromiso de no adherirse a algún candidato. Como si estuviera en cualquiera de los debates que ha impulsado en el Concejo dice convencido: “En general, lo que ocurre debajo de la mesa es que las alianzas terminan como pactos burocráticos y clientelistas”.

La suya es una de las bancadas más juiciosas y respetadas de la corporación. Sólo así se entiende por qué habla con tanta propiedad de las irregularidades del actual período. Muchas veces ha escuchado a sus compañeros decirles sin tapujos a otros concejales cuando intentan hacer alguna denuncia: “No hable porque usted tiene la boca llena”. Para Guevara, la administración de Samuel Moreno terminó amarrando el Concejo, poniendo una venda en la boca a muchos concejales buenos que se mantuvieron en silencio frente a múltiples procesos de corrupción en Bogotá. “Hoy tenemos prácticamente una piñata repartida en casi todos los partidos políticos que tienen puesto en el Concejo”, dice sin titubear.

Por haberse lanzado a la Alcaldía, Guevara perdió la oportunidad de volver al Concejo en el próximo período. Eso tampoco le preocupa: “Esto es un sacrificio, una apuesta por una colectividad, no es un proyecto personal”.

En la ciudad que se imagina Guevara el medio ambiente es una prioridad, también la seguridad, por eso fue uno de los primeros candidatos en proponer la creación de una Secretaría de Seguridad. En sus planes el metro y el Transmilenio no compiten, sino que son complementarios y su mayor preocupación es lograr una ciudad justa y con mayores oportunidades en educación y empleo. Recuperar el espacio público y terminar con el déficit de vivienda son dos de sus apuestas.

Después de recorrer la ciudad de sur a norte por más de cinco veces, a menos de un mes de terminar la carrera más agotadora de su vida, Carlos Guevara, con la misma sonrisa con la que empezó sus correrías, confiesa: “Esto es una pelea entre David y Goliat, pero sigo firme. No me siento como un candidato perdedor, todo lo contrario. Nuestra apuesta es a largo plazo y no es otra que cambiar el rumbo de hacer política en Bogotá”.

Por Viviana Londoño Calle

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