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Fútbol de barrio, de Bogotá a Chile

Un equipo de Bosa y otro de Suba, subcampeones de la Copa Codensa, viajaron a Santiago para enfrentar equipos de esa ciudad.

Santiago Valenzuela
22 de noviembre de 2014 - 01:59 a. m.
Durante una semana los  futbolistas colombianos  disfrutaron de su viaje por Santiago de Chile.
Durante una semana los futbolistas colombianos disfrutaron de su viaje por Santiago de Chile.

Ciudad Deportiva Iván Zamorano, comuna Los Condes, oriente de Santiago de Chile. Eco del himno de Colombia en una de las canchas de fútbol. Siete niñas de Bogotá cierran los ojos y comienzan a cantarlo, sosteniendo la bandera de su país frente a un público que no supera las 30 personas. Lo mismo hicieron las contrincantes. Es jueves 20 de noviembre. La temperatura supera los 28 grados. Gol Star UDCA, subcampeón femenino de la Copa Codensa que se jugó en la capital colombiana, está a punto de enfrentar al club de la comuna Independencia, ganador del torneo Chilectra 2014.

Lunes 16 de noviembre, aeropuerto El Dorado. “Vienen desde Bosa y van a jugar en Santiago”, le explica una azafata a otra mientras una fila de niños suben al avión. Ninguno de los ocho que conforman el equipo Club Cafam Los Naranjos ha salido del país. No superan los 15 años y miran de reojo los asientos de primera clase: “Es mi primera vez en avión. Me da un poquito de miedo volar tan alto. Menos mal somos un equipo unido”, dice Andrés Munar, arquero. Ellos también son subcampeones de la copa Codensa 2014.

El partido de niñas está cerrado. El club chileno presiona y el equipo de Bogotá forma una línea de tres que defiende la portería. Lexly Daniela Yara es la defensa que intercepta los pases del rival; corre todos los balones, corta, entrega y regresa. En el equipo Gol Star UDCA, Lexly es la única que nunca ha viajado en avión. Su mamá vende empanadas en el club deportivo en el que ella entrena. A sus 15 años ha luchado más que otras jugadoras. Un ejemplo: nadie la lleva al entrenamiento, vive cerca del portal Suba y juega cuatro días de la semana en la autopista Norte con calle 222.

En la misma cancha de la Ciudad Deportiva Iván Zamorano jugaría más tarde el equipo del Club Cafam contra el conjunto Quilicura, campeón de la Copa Chilectra. Los colombianos han aprendido a moverse, a pasar y a disparar en las canchas de microfútbol del barrio. Ante los incesantes ataques de los chilenos estaba Diego Alejandro Velásquez, un jugador de 15 años que es hijo de una maestra de primaria. Cuando era pequeño jugaba en cualquier espacio. Un día, caminando con su padre por las calles de Bosa vio una escuela de fútbol: “Mis papás buscaron los recursos para que yo entrenara, porque me vieron con mucha ilusión. Comencé como defensa central”. Hoy juega en Cafam, su colegio, y en el club Maracaneiros.

Nelson Salinas, un profesor del Colegio Cafam los entrena desde que estaban en preinfantil: “También es mi primera vez fuera del país. Yo les dije a los niños antes del partido que se divirtieran, que no se sintieran presionados, porque de eso no se trata el fútbol. Dieguito es muy bueno y puede llegar a Nueva York con Maracaneiros. Me siento orgulloso de ellos”. El calor afectó el juego del equipo colombiano, el club contrario jugó con guayos mientras ellos usaron tenis apropiados para el escenario: una cancha de fútbol cinco. El árbitro chileno pitó algunas faltas dudosas y el tiempo de reposición, decían algunos espectadores, no fue justo. Pero Salinas respiraba tranquilo.

El día anterior visitaron la ciudad de Valparaíso, contemplaron el mar, se tomaron fotos, caminaron por calles históricas. “Todo es muy bonito. Puede que sea la única oportunidad en la vida para que yo salga del país. Yo soy jugador de calle, de Bosa Piamonte. Para entrenar de verdad se necesita dinero. Me di cuenta de que se necesita plata para llegar a ser profesional en Bogotá y por eso me salí y seguí entrenando en el colegio”, dice Deivy Alexánder Aranda, otro jugador, de 14 años, que le gusta hacer gambetas, imitando a Cristiano Ronaldo. Este año le regalaron sus primeros guayos.

Era evidente: los niños están acostumbrados al microfútbol y lo demostraron en el partido contra Quilicura. Pases cortos, paredes, gambetas: “En el fútbol de barrio uno aprende a ser humilde. Hay mucho nivel. Lo malo es que los grandes clubes no voltean a mirar a esos niños. Gracias a Dios, mi familia consiguió un préstamo y pude viajar a Chile. Es difícil cuando no cuentas con suficientes recursos, pero se puede”. Diego Velásquez admite que ha visto muchos jugadores que, jugando con él en el barrio, han caído en las drogas.

En el equipo femenino Gol Star UDCA admiran a Natalia Gaitán, capitana de la selección de Colombia. Lo hacen porque en su país no es común ver el éxito, las mujeres y el fútbol reunidos en un solo cuerpo. Las aspiraciones de Lexly Daniela Yara están en otro país, porque en Colombia no ve un futuro. Ella y Juliana Rocha, también jugadora del equipo, fueron preseleccionadas para estudiar seis meses en Estados Unidos por su rendimiento deportivo. “En Bogotá no tenemos liga y no hay fútbol profesional de mujeres. Yo sería feliz estudiando en Estados Unidos y llevándome a mis papás para allá. Por eso juego con toda la energía”. Un sueño que comparte Diego Velásquez: “Ayudar a mis papás y crear una fundación para personas con cáncer. He visto que es una muerte lenta y me gustaría ayudarlos para que disfruten lo que les queda de vida”.

Diego y Lexly viajaron juntos a Chile por llegar a la final de la Copa Codensa en Colombia, torneo creado por la empresa de energía y las fundaciones Endesa y Revel (del Real Madrid). Fueron 382 niños los que participaron en este torneo sub-15. “Esta copa hace parte de nuestro programa de responsabilidad social, cuyo eje es la educación como instrumento para mejorar la calidad de vida buscando un fomento de valores como lealtad y solidaridad”. El equipo de la Fundación Revel, ganador de la copa, lo integran niños de estratos 1, 2 y 3 de barrios de Usaquén. Ellos viajaron a España para conocer al equipo del Real Madrid.

Hubo momentos en Santiago que trascendieron cualquier expectativa. Pisar la grama del estadio monumental de Colo-Colo, ver cómo el sol se ocultaba por los viñedos, tocar el océano Pacífico. Quizá fue por estos recuerdos que la derrota ante los equipos chilenos no importó. El equipo femenino perdió por penaltis; los niños fueron derrotados 2-1. Levantaron la copa de plata orgullosos, porque más allá del partido existía otra vida que estaban conociendo a 4.500 kilómetros de Bogotá.

 

* El periodista fue invitado pro Codensa a Santiago de Chile.

 

svalenzuela@elespectador.com

@Santiagov72

Por Santiago Valenzuela

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