El río Fucha es uno de los principales afluentes que cruzan Bogotá. Nace de la unión de las quebradas Osa y Palo blanco en los cerros orientales, pero solo hasta dos kilómetros de allí sus aguas son blancas y limpias, pues el afluente, allí se convierte en uno de los puntos sobre los que terminan llegando las aguas residuales de parte de la ciudad.
No solo eso. Deshechos de industrias, basuras de quienes residen cerca de la ribera de los ríos y todo lo que termina sobre el canal que delimita su paso afectan su conservación. Esto ha hecho que la rivera del canal tenga un aspecto lúgubre para quienes la transitan, o como observó Bertha Martínez profesora de la Escuela Normal Superior Distrital María Montessori, sea un lugar sobre el que los bogotanos no tienen sentido de pertenencia.
En busca de un proyecto con el cual sus estudiantes pudieran ayudar a la comunidad del barrio Restrepo, donde se encuentra la institución, decidió iniciar una cruzada de recuperación del tramo del río que pasa cerca al colegio, por esto se adhirió al proceso que inició Secretaría de Integración Social, para que 15 habitantes de la ronda del afluente integraran el programa ambiental.
Según Martínez, se inició el trabajo alrededor del río, “entendiéndolo como un ecosistema afectado por nuestras acciones y también por la presencia de los habitantes de calle. Reunimos a las instituciones, la comunidad y los estudiantes para tener un doble impacto: trabajar por el río, y también por quienes vivían allí”.
Se conformaron mesas de trabajo con habitantes de calle, en las que los estudiantes le enseñaban lectura y escritura. Luego, se conformó un grupo en el que los motivaban a trabajar con el reciclaje para salir de la mendicidad. Finalizada esta etapa, los participantes del programa volvieron al colegio, esta vez para mostrar sus experiencias a los estudiantes y dar charlas de prevención en el consumo de drogas.
“Les hablamos de nuestras vidas para que ellos reflexionen. Yo les digo que lo que siempre falta es la comunicación y la comprensión familiar, que tienen que construirla con sus papás. También que no se dejen influenciar. Aunque es duro hablar y recordar, es una experiencia muy bonita”, dijo Yudi, una de las mujeres que participó en la actividad.
El proyecto de Martínez ha trascendido, a tal punto que 40 padres de estudiantes de la institución realizan voluntariados mensuales en la casa donde fueron acogidos los habitantes de calle, para su rehabilitación.
“El trabajo de un docente va más allá del aula y del estudiante, pues debe ser también con la comunidad y el entorno que lo rodea”, considera la profesora, quien este año, además de realizar actividades en torno a la recuperación del tramo del río con sus estudiantes, ha llevado la iniciativa “Rio Fucha, te quiero más humano” a otros colegios donde se organizan la recolección del material de reciclaje, para ayudar con la causa de los habitantes de calle que se han visto beneficiados con el proyecto.