Las 64.000 fachadas de color de Habitarte

Transformar los barrios es la meta de una iniciativa que está dando color a las fachadas de las casas de 66 barrios de nueve territorios de la capital.

Juliana Gil Gutiérrez
12 de diciembre de 2017 - 05:46 a. m.
Cortesía Habitarte
Cortesía Habitarte

Rubiela Garcés es de Marquetalia (Caldas) pero vive en el barrio El Consuelo de la localidad Santa Fe de Bogotá desde hace 42 años. Cuando llegó, el lugar donde ahora queda su casa era sólo un lote que le costó $500, en el que empezó a construir la casa “de a poquito”. Una piecita, el baño, la cocina, la sala, otra habitación. Con el primer piso listo, continuó con el segundo, consiguió más materiales, llegó al tercero y 25 años después tuvo su casa lista.

Su casa antes era de color verde con cuadros blancos pintados en la fachada, porque en una intervención pasada había recibido apoyo para darle color. Ahora es azul gracias al proyecto Habitarte, una iniciativa de la Alcaldía de Bogotá, a través de la Secretaría de Hábitat, y la Fundación Orbis, que busca entrar a los sectores de origen informal de la ciudad para fomentar el liderazgo, la capacitación, el emprendimiento y la transformación de los territorios y quienes los habitan.

Dentro del proyecto no sólo se pintan las fachadas, sino que se crea un macromural urbano a partir de los diseños que pretenden dar vida a través del color. Recientemente se inauguró el mural de la localidad de Santa Fe, que contó con 2.120 fachadas intervenidas usando 2.111 galones de pintura en un total 38.000 metros cuadrados. El proceso de transformación de los barrios a través de la pintura está acompañado de talleres artísticos (como pintura y danza), sociales (de artesanías y ambientales) y de formación productiva en estuco y pintura, trabajo en alturas, manipulación de alimentos o belleza, buscando que los beneficiarios puedan emprender después de la intervención del Distrito y la Fundación Orbis. Hasta ahora han sido certificadas 1.705 personas en estas áreas.

Cuando Diego Díaz está pintando las fachadas, varias personas lo identifican. “¿Qué hace, consiguió trabajo?”, le preguntan, pues el rostro y los diseños del joven de 24 años son conocidos entre la gente del sector. Él es uno de los beneficiarios. Nació en el barrio El Dorado, estuvo involucrado con la pintura porque hacía grafitis y consiguió trabajo en el proyecto aplicando su conocimiento artístico. Y aunque tuvo que borrar uno de los murales que había pintado con grafiti porque fue elegido para el macromural, asegura que luego podrá intervenir otros espacios.

Miguel Ayala, director ejecutivo de la Fundación Orbis asegura que la misión de la organización es transformar vidas con color, de modo que la pintura se convierte en una excusa para generar dinámicas sociales. “Sabemos que la pintura no cura a las personas, alimenta a niños o educa, pero sí permite generar una forma diferente de hacer las cosas”, dice.

Por Juliana Gil Gutiérrez

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