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"Los ancianos somos invisibles": presidenta del Consejo Distrital de Sabios

El diagnóstico hecho por una 'vieja' que pelea porque los suyos terminen sus años dignamente.

Redacción Bogotá
08 de diciembre de 2014 - 04:39 p. m.
María Conchita Ramírez.
María Conchita Ramírez.

María Conchita Ramírez, de 65 años, dice que es orgullosamente vieja. Habla con firmeza y pelea por los derechos de las personas mayores. Recuerda que fue alcaldesa de Zipaquirá cuando Gustavo Petro era personero de ese municipio. Otros tiempos. Hoy sostiene que los viejos de Bogotá quieren aprender de computación, hacer ejercicio, participar de la vida académica y social. Afirma por eso que muchos políticos no tienen ni idea cuando los invitan a paseos, "jueguitos" de rana y talleres de macramé. Ramírez es la presidenta del Consejo Distrital de Sabios de la capital y tiene cifras que demuestran la preocupante invisibilidad de los viejos de Bogotá.

¿Qué es el Consejo de Sabios?

El Consejo de Sabios es una figura que se creó por el acuerdo 284 de 2007 del Concejo Distrital. Un espacio a través del cual los viejos nos proponemos dar una pelea fuerte para el cumplimiento de las políticas públicas de envejecimiento y vejez que en Bogotá están establecidas hasta el año 2020. Hoy, después de dos años de lucha, yo diría que el 80% de las localidades ya tiene un Concejo Local de Sabios y esto ha empezado a caminar.

¿Cuál es la situación de las personas mayores en Bogotá?

En este momento a través de un convenio que firmó la Subsecretaría de Envejecimiento y Vejez con la firma Econometría se ha podido crear la línea base de la política pública que nos da unas cifras reales de la situación de la persona mayor. Esas cifras nos permiten concluir con argumentos sólidos que la situación del adulto mayor en Bogotá es realmente dramática y te lo digo no solo para los estratos 1, 2 y 3 sino también para quienes viven en los estratos 4, 5 y 6, cuya dificultad no es económica sino social.

Mencione algunas cifras…

En Bogotá el 66% de las personas mayores padecen una enfermedad crónica. Estamos hablando de que la capital tiene una población aproximada de un millón de personas mayores de 60 años. De esas, 600 mil tienen enfermedades crónicas. ¿Está preparado nuestro sistema para atenderlas?

¿De acuerdo con ese diagnóstico, cómo viven las personas mayores en Bogotá?

De ese millón de viejos, el 10%, es decir cien mil, viven solos, y a veces la soledad es la peor de las enfermedades. Así que hacia ellos también hay que volver los ojos. También hay un 36% que vive con su pareja o sus hijos. El 40% de los viejos vive con otros parientes diferentes a sus hijos, la mayoría encargados de cuidar los hijos o de hacer los oficios de la casa, a cambio de una comida y un alojamiento.

¿Tiene cifras sobre la seguridad e integridad de la persona mayor?

El 41% de las personas mayores han tenido accidentes de tránsitos. La mayoría de las lesiones fatales entre quienes tienen más de 60 años se deben a accidentes de tránsito. Si bien es cierto que las personas mayores somos más lentas en nuestros movimientos, también esto tiene que ver con un tema de respeto, porque muchas veces no es que no nos respeten es que no nos ven, somos invisibles. El 43.27% está en riesgo de sufrir desnutrición. Casi la mitad de la población vieja está en riesgo de desnutrición.

¿Cómo velan por sí mismos?

El 43% responde por sí mismo, pero oye esto, el 24.5% responde por otra persona, que generalmente no es una sola, sino varias. No es un secreto que la violencia en nuestro país ha generado una perdida sensible del padre, por eso es tan alto el porcentaje de madres cabeza de familia, causado también por la irresponsabilidad de la paternidad. Entonces ves los abuelos son quienes sostienen en ocasiones esos hogares.

¿Cómo ve la relación trabajo y vejez en nuestro país?

La restricción laboral en el país no empieza a los 60 años. Empieza a los 50. Porque la cultura empresarial de este país y la falta de generación de empresa creyeron que era mejor tener jóvenes porque devengaban menos que una persona mayor, mayor en experiencia y conocimiento. Desde los 50, con ese argumento, se siente uno viejo en el peor sentido de la palabra, porque no puede devengar para subsistir y sostener su familia.

¿Qué le diría a los que le temen a la vejez?

Hace algunos meses estuvimos en el Consejo Distrital defendiendo un nuevo acuerdo para la persona mayor y uno de los concejales no distinguía entre vejez y adultez. Le tenemos pánico a la palabra vejez, para fortuna de los cirujanos estéticos, que empiezan a subir la parte de adelante y la de atrás, para qué, no lo sé, porque no hay cosa más maravillosa que llegar a la vejez, y deberíamos vivir orgullosos de esa condición. La experiencia y la sabiduría solo la conquistas con los años.

¿Creen que los políticos representan los intereses de las personas mayores?

Muchos políticos cuando hablan de persona mayor no tienen ni idea de lo que están hablando.

¿Entonces cómo ayudan a los viejitos?

Les hacen paseos, en los paseos les dan una chaquetica o una sudadera. La persona mayor como ha sido tan invisible cuando alguien le da un reconocimiento se enternece y se entrega. Hay un estudio de la Fundación Saldarriaga Concha que salió el año pasado que demuestra que el 83% de la población mayor vota. Por qué, porque tiene conciencia del país. Obviamente son un caudal electoral importante.

¿Por qué entonces ese desconocimiento sobre sus necesidades?

Somos muy apetecidos porque votamos y elegimos pero no más, de ahí en adelante desaparecemos. Ahora, la cultura de la población mayor se ha vuelto mendicante, resignada, permisiva y desde ahí hay que rescatar el valor inmenso de la persona mayor.

¿Usted hablaba de la importancia de que los concejos de sabios tengan dientes, en qué consistiría eso?

En los consejos de sabios nos quedamos teniendo una vocería que la administración no respeta, porque no tenemos la incidencia ni de demandar ni de exigir. Ahí el acuerdo nos abrió la puerta pero se quedó corto. Por eso estamos tramitando en el Concejo de Bogotá la anulación del acuerdo 284 y la creación de otro, que propone que seamos incidentes, vinculantes, de control social y de consulta obligatoria. Eso no significa que tomemos determinaciones sobre el presupuesto, pero sí que no pase que los recursos para las personas mayores se vayan en macramé y rana porque deberán consultar con nosotros qué queremos y necesitamos.

¿Qué quieren y qué necesitan?

Los viejos queremos aprender de computación, queremos aprender a manejar internet, a manejar un celular, queremos hacer ejercicio, queremos participar de la vida académica, como docentes y como estudiantes, queremos poder formar consejos de abuelos en los colegios, queremos retomar las clases de moral y cívica, y aquí no estoy hablando de religión. Nuestra cultura y nuestras raíces se han ido perdiendo, por eso nos convertimos en viejitos ridículos y repetitivos. ¿Dónde están las raíces sino en las mentes de los viejos? Los indígenas respetan a sus viejos no por ser viejos, sino porque saben, porque tienen la historia, la memoria. Por eso también reclamamos un espacio de diálogo sobre el proceso de paz.

Por Redacción Bogotá

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