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Mafia del Bronx tenía infiltrada a la Policía y la Fiscalía

El comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, general Hoover Penilla, señaló que “no es tan ingenuo” como para negar que existió complicidad de agentes de la institución.

María Camila Torres
01 de junio de 2016 - 05:53 p. m.
El Espectador / Cristian Garavito
El Espectador / Cristian Garavito

Los escabrosos hallazgos y la impresionante red de microtráfico que funcionaba en el sector del centro de Bogotá conocido como el Bronx, ubicado a pocas cuadras de la Casa de Nariño, la Alcaldía de Bogotá y una guarnición militar, además de causar escozor y tristeza deja un interrogante mayor ¿Cómo se conformó esta gran red de venta de estupefacientes y prostitución infantil sin que las autoridades se percataran?  (Lea: La historia de terror que encontró la Fiscalía en el Bronx)

No hace falta pensarlo mucho para concluir que todo este comercio ilegal debía contar con cómplices en la Policía, o cómo se explica que aunque en este sector había presencia de la Policía, estos nunca se percataron de lo que sucedía allí. (Vea: Así se ve el Bronx después de que la Policía tomó el control)

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En palabras del comandante de la Policía Metropolitana de Bogotá, general Hoover Penilla, “no soy tan ingenuo como para no reconocer que necesariamente tuvo que existir participación” de agentes de la Policía, a cargo precisamente de la seguridad de este sector “con intención, conocimiento o por desconocimiento para que se llegara a estos niveles de delincuencia”, aseguró a Blu Radio.

Una muestra de ellos fue la masiva captura en febrero de 15 policías pertenecientes al CAI de San Victorino: un teniente, cuatro suboficiales y diez patrulleros, señalados de permitir que se comercializaran estupefacientes en el sector y garantizar la seguridad de “los sayayines”, la banda encargada del microtráfico y conocida como “la ley” del Bronx, a cambio de unas comisiones. Pagos que para el recaudo por este negocio no serían gran cosa. Diariamente este negocio ilegal le dejaría en promedio a la banda delincuencial 150 millones de pesos.

De hecho, estas capturas facilitaron la investigación que para ese entonces llevaba ya año y medio, y conllevó al gran operativo que se desarrolló este fin de semana en el Bronx dejando al descubierto actuaciones delictivas más allá de sólo la venta de drogas como el secuestro, la prostitución infantil, homicidios y descuartizamientos. (Lea: Hallan niños explotados sexualmente y un secuestrado durante operativo en el Bronx)

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Pero y ¿por qué pasaron varios meses para que se diera el operativo? Porque precisamente la Policía y la Fiscalía están infiltradas. Cada vez que decidían realizar algún allanamiento los delincuentes eran alertados y se frustraba la operación.

Es tal la situación, que el mismo director del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), Julián Quintana, admitió que el operativo tuvo que desarrollarse con personal de afuera de Bogotá para que no se filtrara ningún tipo de información.

“No pudimos hacer la intervención antes porque había una fuerte infiltración en la Policía y la Fiscalía lo que nos obligó a que hiciéramos el operativo con personal de afuera”, aseguró el director del CTI.

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Fue más allá y señaló que los líderes de estas estructuras criminales que funcionaban en el Bronx, ofrecían hasta 80 millones de pesos a quien diera información sobre la fecha y la hora en que se desarrollarían los operativos.

Los delincuentes tenían una ruta de escape. Un extenso túnel que comunicaba a una vivienda con una bodega y que fue descubierto por las autoridades, por el cual al parecer estas bandas aprovechaban para traficar drogas, armas y hasta personas, sin levantar sospechas.

Por esta razón, el general Hoover Penilla expresó la necesidad de que al interior de la institución se realice un análisis para entender cómo este negocio se consolidó tanto y se realizaron masacres, secuestro y demás, sin que las autoridades se percataran.

Al interior de varias viviendas se encontraron rastros de sangre y muestras de que allí habían sido torturadas personas, perros hambrientos en jaulas que se comían a las personas vivas o baldes con ácido que usaban para sumergir los cuerpos para que se desintegraran. El número de víctimas de estos hechos atroces aún no se conoce. (Lea: La casa de la tortura en el Bronx)

Por María Camila Torres

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