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Miedo en Barrancas

Una pandilla tiene aterrados a los habitantes de un barrio en la localidad de Usaquén. Las autoridades investigan cinco asesinatos ocurridos este año.

Santiago Valenzuela
19 de julio de 2012 - 12:38 a. m.

A María Camila Páez* le tiemblan las manos cada vez que sale a recargar su celular en la esquina de la calle 155A con 7F, en el barrio Barrancas, localidad de Usaquén. El pánico comenzó en la madrugada del pasado 24 de junio, cuando en esa esquina una pandilla de 17 personas mató a su mejor amigo clavándole un arma blanca en el corazón.

“La banda está aquí desde hace cuatro años. Siempre han atracado y todo, pero ahora están matando al que se les atraviese. Ese día murió Eduardo por una discusión, porque no les cayó bien”.

Los vecinos explican que Eduardo no solía discutir y que eran contadas las veces en que se tomaba un trago. El tiempo en su casa, dicen, lo empleaba cuidando a su mamá que sufre de cáncer. De los cinco años que vivió en Barrancas, Eduardo sólo conoció un incidente, el que lo llevó a la muerte. Lina fue su amiga desde los 11 años y explica por qué el caso le parece inexplicable: “Eduardo trabajaba en el banco AV Villas y estudiaba administración de empresas en la Universidad Santo Tomás; nunca tenía tiempo para nada. Ese día lo echaron del trabajo, se puso a tomar, y se salió a la calle. Preciso se encontró con esos ‘ñeros’ que estaban armados”.

La historia de los que ahora son llamados delincuentes se ha gestado en el barrio. Las versiones de los vecinos concuerdan en que los líderes de ‘Hollywood’ son jóvenes que en algún momento de su vida cambiaron el partido de fútbol en el parque por la rumba y la marihuana.

Mirando hacia una casa de ladrillo café, María Camila comenta que todos los vecinos saben que allí vive El Negro Salamanca, fundador de la banda y el hombre más temido del barrio. “Él y sus 16 compañeros no tienen más de 25 años y todos son de acá. No sé en qué momento ese peladito se volvió así, cómo pudo pisar la sangre de Eduardo después de haberlo matado...”.

¿Qué pasó el día de la muerte de Eduardo? Las versiones son contradictorias. Por un lado, la Policía de la localidad argumenta que ha actuado efectivamente y que está intentando capturar a los agresores; por otro, los vecinos se han quejado por el tiempo que tardan los patrulleros en llegar, pues ese 24 de junio, argumentan, se hicieron presentes una hora después.

El coronel Reynaldo Rojas, quien por estos días reemplaza al comandante de la localidad, explica que los problemas en el sector son producto de riñas bajo efectos del alcohol o problemas intrafamiliares: “Con el cuadrante 13 estamos controlando la zona. El caso del joven que murió, así como otros cuatro homicidios que se han presentado en el sector durante el año, han sido por riñas entre borrachos. Tuvimos el caso de un hombre que mató a su esposa y nos reportan continuamente hurtos, pero no hay pandillas en ese sector”.

Las quejas de los vecinos no sólo recaen en la Policía. Adicionalmente, la comunidad del barrio Barrancas siente que la Alcaldía Local ha dejado pasar la tragedia sin tomar medidas serias. Son pocas las veces, cuentan, que han escuchado “soluciones desde la Alcaldía o la Policía”, mientras el barrio “se vuelve cada vez más peligroso”.

Para la alcaldesa local, Julieta Naranjo, el lío se resuelve con paciencia: “Llevamos tres fines de semana sin homicidios y la inseguridad se está trabajando con la Policía. Sobre grupos dedicados a la delincuencia, hemos desintegrado a ‘Los Pascuales’ y desmantelado a ‘Los Porras’. El tema de las pandillas como tal no existe; son grupos que se dedican al microtráfico y a la delincuencia común. Todavía nos quedan varios meses de trabajo”.

Hasta el momento, los jóvenes de ‘Hollywood’, que se visten con gorras y chaquetas beisboleras, han pasado de agache con la Policía y, según los vecinos, ahora también delinquen en el barrio los ‘Hollywood Júnior’, que son menores de edad, fieles discípulos del Negro Salamanca.

Antes de salir del barrio, a las 11:00 a.m., se puede ver cómo los niños hacen los mandados corriendo y dejan las calles despejadas. María Camila, parada en la esquina en donde vio morir a Eduardo, explica su temor: “En cualquier momento puede salir alguien y apuntarte con un cuchillo en forma de garfio. Aunque esto no es un pueblo, podemos decir que ‘pueblo chiquito, infierno grande’”.

 

 

* Los nombres de los vecinos han sido cambiados por motivos de seguridad.

Por Santiago Valenzuela

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