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Modelo Estéreo, el primer álbum musical grabado en prisión

Hoy sale a la venta el disco grabado por presos de la cárcel Modelo. El proyecto, creado por egresados de la Universidad de los Andes, reúne vallenato, rap y corridos que escarban la angustia y el desparpajo. Esperan replicar la idea en otros penales del país.

William Martínez
05 de agosto de 2016 - 10:34 p. m.
Los raperos “Nigga” y “Fumaz” Bolívar crearon el estudio de grabación en La Modelo. / Mario Grande
Los raperos “Nigga” y “Fumaz” Bolívar crearon el estudio de grabación en La Modelo. / Mario Grande

Las canciones hablan de presos patinando en el limbo. Gente que pasaba en silencio la resaca de todo lo sufrido —un muerto a cuestas, los amigos en retiro, el amor que tocó otra puerta— y decidió hacer música para sacarse el charco de culpa de la mirada. El compilado Modelo Estéreo: Volumen 1 reúne siete canciones de grupos de rap, vallenato y música popular. Después de dos años de trabajo, a partir de hoy está a la venta un producto nacido entre rejas.

Fue grabado en un estudio instalado en la capilla de la cárcel Modelo y es la primera entrega de un proyecto artístico que funciona allí desde marzo de 2014. El programa lo dirige el colectivo Mario Grande, conformado por egresados de la Universidad de los Andes, y es financiado por la facultad de arte de esa institución. En él participan cerca de 100 internos, a cambio redimen parte de su pena: por cada año de ensayos les rebajan cuatro meses de encierro. Para muchos, la prisión es morir prematuramente. Con música, al menos por unas horas, los reclusos dicen sentirse inmortales.

Es fundamental escuchar a los victimarios. Como las buenas fotos, sus historias están llenas de grises y matices. La Modelo siempre ha sido sinónimo de mafia y extorsión. Ahora buscamos que sea referencia de arte”, dice Jorge Gallardo, uno de los creadores de la propuesta.

Hace una década ese centro penitenciario fue considerado una de las cárceles más peligrosas del mundo por la guerra entre paramilitares y guerrilleros. En medio de las balas que volaban entre el ala norte y el ala sur, la capilla, ubicada en el centro, era zona de distensión.

Hace seis años, cuando disminuyó esa violencia, este espacio pasó de ser un jardín insípido a un pulmón para los 5.000 reclusos que viven hacinados en unas instalaciones diseñadas para 2.950. En la capilla, rodeada de jardines, empezaron los programas de música y teatro.

 

El estudio

En 2014, un grupo de estudiantes de Derecho llegaron a La Modelo para asesorar jurídicamente a los presos. En las visitas, conocieron una sala que aspiraba a ser un estudio de grabación: tenía un computador que andaba a media máquina y un par de micrófonos dinámicos. Lo habían montado meses antes los raperos Nigga, del grupo Fuerza Élite, y Fumaz Bolívar, de Crack Family, quienes plantearon a las directivas del penal grabar un álbum de rap.

Allí registraron las voces, mientras los amigos de afuera hicieron los arreglos y pusieron a circular los temas. Durante sus años de encierro, Nigga cuenta que mantuvo su carrera como músico y participó en la producción de varios compilados del género. Desde hace dos meses, cuando quedó en libertad, se dedica a producir música en un pequeño estudio particular.

La improvisada sala de grabación de La Modelo empujó a los alumnos de Derecho a llamar a los estudiantes de Arte para filmar un documental que retratara las dinámicas de la cárcel, con las historias de los músicos presos como hilo conductor. “La ética del documentalista es dejar algo funcionando. Lo más sensato fue terminar de adecuar el estudio, que es un dispositivo de memoria donde nunca ha habido memoria”, cree Gallardo.

Para financiar la adecuación, organizaron fiestas. Lo equiparon con un nuevo computador, monitores, consolas, tarjeta de sonido e instrumentos como bajos, guitarras y teclados, que costaron unos $6 millones. Al principio, el proceso fue rechazado por algunos directivos, pero se destrabó con la llegada César Ceballos a la dirección de la cárcel. El funcionario inicialmente recibió a la gente de Mario Grande en su despacho y luego apoyó la presentación del primer disco a los reclusos, el pasado 17 de junio.

Como en La Modelo hay constantes traslados y liberaciones de reclusos, esto ha llevado a que las agrupaciones sean inestables. El recambio de integrantes es constante: al menos 200 personas han pasado por el proyecto. Uno de ellos fue Ismael Romero, voz de orquestas como Banda Fiesta y Los 8 de Colombia, quien pasó nueve meses en prisión. Para alguien que musitó óperas y música colombiana de pequeño, dejar de cantar significaba quebrar el pedazo feliz de la infancia. Por eso llegó al grupo musical de la capilla y lideró sus coros. “La voz es un músculo que se pierde si uno no practica. Yo me la pasaba cantando con mi guitarra y sacando sonrisas en medio de la tensión”, cuenta Romero. Allá se acercó a Dios y desde su salida, hace ocho meses, es parte del grupo católico Emaus, que hace retiros espirituales en el penal.

Mil copias son el manifiesto físico de dos años y medio de trabajo. Lunes a viernes, de 9:00 de la mañana a 3:00 de la tarde. A partir de este fin de semana, el trabajo discográfico se distribuye en tiendas independientes como Nada, RPM y La Roma Records y Rat Trap a $25.000. Los temas también son banda sonora del documental, que esperan exhibir a comienzos del próximo año. “Dicen que la cárcel es el cementerio de los vivos. Hacer música es un esfuerzo por dejar algo, por no morirse rápido. Un intento de inmortalidad”, concluye Gallardo.

Por William Martínez

 

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