Motociclistas novatos y su impericia: grietas en la seguridad vial de Bogotá

Informe del Distrito indica que cuatro de cada 10 conductores de moto muertos en las vías tenían menos de dos años de experiencia manejando. Sobreventa de estos vehículos, poca exigencia y preparación, algunas de las causas.

Felipe García Altamar - fgarcia@elespectador.com - @FelipeAltamar
04 de julio de 2019 - 03:00 a. m.
Transitar entre vehículos es una de las prácticas más nocivas de los motociclistas. / Óscar Pérez
Transitar entre vehículos es una de las prácticas más nocivas de los motociclistas. / Óscar Pérez

Ningún tipo de vehículo ha tenido tanto crecimiento en el país como las motocicletas. Según el Registro Nacional de Tránsito (RUNT), por los municipios circulan alrededor de 8,5 millones, que representan el 57 % de los automóviles del territorio nacional (14,5 millones). La prueba de cómo vienen ganando terreno está en las cifras del año pasado: de las 810.938 matrículas expedidas, 546.963 fueron para este tipo de automotores. Aunque la proporción en Bogotá es menor (una por cada cuatro carros), con 514.064 es hoy la ciudad con más motos de Colombia.

Más allá de su vertiginoso crecimiento, a las autoridades les preocupa otro aspecto relacionado con estas cifras: la cantidad de accidentes que están provocando los nuevos conductores de motocicletas. Un análisis elaborado por la Secretaría de Movilidad deja en evidencia que la impericia de los motociclistas más jóvenes está impactando las estadísticas de seguridad vial de la ciudad.

El informe tiene datos dicientes. Por ejemplo, de todos los motociclistas que han muerto en los últimos tres años en las vías de la capital, el 40 % tenían menos de dos años de experiencia manejando moto, seis de cada 10 tenían menos de 30 años y uno de cada cuatro motociclistas involucrados en siniestros viales tenía su licencia suspendida.

Si bien, según la Secretaría de Movilidad, la cantidad de motociclistas que ha muerto en accidentes viene disminuyendo (pasó de 175 casos en 2016 a 150 en 2018), los siniestros viales en los que se ha visto involucrado uno de estos vehículos vienen en aumento, al pasar de 8.306 en 2016 a 9.304 en 2018. Ante estas cifras, la entidad distrital no oculta su malestar por el tipo de conductores involucrados en los accidentes.

De acuerdo con el secretario de Movilidad, Juan Pablo Bocarejo, es preocupante que los “jóvenes y las personas con menos experiencia manejando sean las principales víctimas en el grupo de motociclistas fallecidos. Hacemos un llamado a estos usuarios para que fortalezcan sus capacidades para conducir este vehículo y las personas que decidan adquirir una moto se capaciten correctamente antes de salir a las vías”.

Muchas ventas, poca preparación

Aunque según Movilidad la principal responsabilidad recae sobre los nuevos usuarios de motos, hay otros dos eslabones en la cadena que pueden explicar por qué los jóvenes motociclistas son los más propensos a provocar accidentes de tránsito: las academias de conducción, que no están cumpliendo a cabalidad su tarea, y las empresas dedicadas a vender estos vehículos, a las que poco les importa quién sea el cliente.

William Cuéllar es promotor vial, mención que obtuvo tras realizar un curso con la Policía de Tránsito. Inició un trabajo de acompañamiento con la institución, pero desde hace dos años tiene un proyecto llamado “No más muertes en motocicleta”, con el que da clases extra a los motociclistas novatos, que se interesan en mejorar sus habilidades. Según dice, 30 de cada 40 alumnos que recibe no son aptos para salir a manejar en la vía, a pesar de contar con licencia de conducción y los seguros correspondientes, documentos necesarios para recibir las clases.

En este punto cabe aclarar que el trámite para obtener la licencia de conducción para moto es simple y se reduce a tener exámenes médicos y el certificado de aprobación del curso de conducción. No obstante, el programa que ofrecen las academias incluye solo 30 horas teóricas y apenas 15 horas prácticas, algo mínimo para que alguien adquiera la pericia para salir a conducir en las calles de Bogotá. Esto sin contar los casos de tramitadores o academias que ayudan a gestionar este documento sin corroborar si el solicitante sabe manejar.

“Manejar moto en línea recta es fácil, pero en Bogotá hay obstáculos, huecos, imprudencias de todos los actores viales y altas velocidades. Los jóvenes, sin importar su experiencia, ahora buscan motos con gran velocidad, pero no están en la capacidad de conducirlas, porque salen mal preparados de las academias de conducción. Allí son pocas las horas de teoría y práctica, y para completar, muchos alumnos ni siquiera asisten a todas las horas programadas”, resalta Cuéllar.

Esta opinión la comparte Leonardo Gómez, líder de R15, uno de los clubes de motos creados en Bogotá, quien además considera que la responsabilidad de que las motos de alto cilindraje queden en manos de personas inexpertas es de los fabricantes, que no tienen reparo, por ejemplo, en vender cualquier tipo de moto a quien tenga el dinero y presente su cédula.

“Si los vendedores se dejaran de preocupar por altas comisiones y vendieran motos según la experiencia del conductor, sería diferente. Si una persona que saca el pase por primera vez no hace el curso requerido y compra una moto de más de seis caballos de fuerza, es una mala combinación. Solo una moto de bajo cilindraje puede alcanzar una velocidad de 130 km/h y si la conduce una persona que no sabe nada de manejo defensivo, es un peligro”, afirma.

Al respecto hay un dato adicional del RUNT que podría ayudar a esclarecer el panorama: el 52 % de las motos en Bogotá (246.181) son de cilindraje mayor a 125 cc, y el 82 % de las motos registradas en el último año tenían un cilindraje mayor a 125 cc. También entra en juego el mantenimiento, puesto que el 55 % de las motocicletas de la ciudad (272.031) no cuentan con revisión técnico-mecánica.

Para intentar aplacar la accidentalidad de la que son protagonistas los nuevos motociclistas, los expertos tienen algunas ideas, como endurecer los trámites, adecuar espacios y, sobre todo, aumentar la vigilancia a los centros de enseñanza automovilística. “Las academias deben tener pistas de entrenamiento, pero ninguna lo cumple y desde el principio sacan a los motociclistas novatos a las calles. Además, la compra de una moto debería incluir un curso para dicho tipo de moto. También es importante que con la licencia tipo A1 no se permita manejar motos de más de 125 cc”, concluye Cuéllar.

Ante estas propuestas, Movilidad indica que todas son de competencia de las autoridades nacionales, pero resalta la realización de campañas en las vías más críticas en materia de siniestralidad, Una de ellas es la reducción del límite velocidad a 50 km/h, en siete avenidas principales. Aunque a muchos conductores les incomoda, su efecto se ha notado en la reducción del 35% de las muertes de motociclistas en estos corredores. Lo cierto es que la responsabilidad de cómo salen a las vías los conductores novatos recae en toda una cadena en la que, tal parece, lo último que se está teniendo en cuenta es la vida.

Por Felipe García Altamar - fgarcia@elespectador.com - @FelipeAltamar

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