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No es solo la falta de agua

En la región de Ubaté, los campesinos están en crisis por la escasez de lluvias, los incendios forestales, el libre comercio y la minería.

Camilo Segura Álvarez
07 de febrero de 2013 - 10:00 p. m.
Ubaté es el centro económico de la provincia, pero también afronta serios problemas en el sector rural. / Andrés Torres
Ubaté es el centro económico de la provincia, pero también afronta serios problemas en el sector rural. / Andrés Torres

La sequía que afronta el departamento ha causado graves problemas en el sector ganadero y lechero. Los campesinos se sienten acorralados por la falta de pastos y agua para los animales y la baja en los precios de la leche. Además, en los municipios existe la preocupación por la contaminación de fuentes hídricas.

En un recorrido por la provincia de Ubaté (conformada por los municipios de Carmen de Carupa, Cucunubá, Fúquene, Guachetá, Lenguazaque, Simijaca, Susa, Sutatausa, Tausa y Ubaté), El Espectador pudo comprobar los problemas que afrontan los campesinos de la región.

En Ubaté, el municipio más productivo y con mayor número de habitantes de la provincia, el 90% de las tierras ha sido afectado por la sequía. Los cultivos de papa, arveja y maíz se han dañado en su mayoría por las bajas precipitaciones, las heladas que se han presentada en los últimos tres meses y las temperaturas promedio de 25 grados centígrados (el promedio histórico es de 17 grados).

De los 40 mil habitantes del municipio, 16 mil son rurales. De ellos, el 80% depende, en diferentes medidas, de la producción de leche y carne vacuna. Ahora, con los pastos secos y los acueductos veredales con poca capacidad, han tenido que pedir a la Gobernación alimento para las reses o subsidios para la temporada que, según el Ideam, durará hasta el mes de marzo.

En el municipio existe una bodega financiada por Fedegán en la que se encuentran suministros para la alimentación y el mantenimiento del ganado subsidiados. Sin embargo, los costos del transporte para los campesinos de las laderas que circundan el pueblo hacen que el subsidio sea imperceptible y que no haya ninguna ventaja económica en épocas de crisis.

De acuerdo con Alejandro Ortiz, encargado de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata), existe una grave preocupación por el precio en el que las empresas lecheras están comprando el producto a los campesinos.

Mientras que en el primer semestre de 2012 el precio de la leche oscilaba entre los $850 y $900, en enero y los primeros días de febrero de 2013 el precio está entre $700 y $750. Un indicador que parece ilógico, teniendo en cuenta la lógica campesina que ha imperado por años. “En sequía, cuando hay menos agua y pocos pastos la producción de leche es menor. Por lo tanto, hay escasez. Si hay escasez, los precios de la leche deben ser mayores”, dice Oliverio Arévalo, un campesino de Carupa, población que colinda con Ubaté.

Un ejemplo de la crisis en la producción de leche está en el municipio de Lenguazaque. Allí, 62.250 litros se producen mensualmente en promedio, en enero la producción bajó en un 50%, a 31 mil litros. Según cifras de la Umata local, que está a cargo de Nilli Abril.

De acuerdo con Arévalo, el precio de la leche ha ido bajando desde agosto o septiembre del año pasado. “En mayo empezó el TLC y, por lo que sabemos, desde entonces las empresas están comprando leche en polvo y sueros en los Estados Unidos. Eso explicaría que a nosotros ya no nos estén comprando a un precio justo”, dice el campesino.

Sin embargo, en Ubaté han sido instalados tanques de recolección de leche veredales con la ayuda de la Secretaría de Agricultura de la Gobernación, a los que, de acuerdo con los informes de la Umata, se les ha comprado la leche a un precio estable. Esos tanques fueron provistos con el requerimiento de que fueran administrados por asociaciones agropecuarias.

Otra forma de combatir la sequía en la región ha sido la producción de silo (una combinación de melaza con pasto fresco, que es embolsada por dos o tres meses para luego ser suministrada cuando los pastos han sido consumidos o quemados por las heladas), lo que ha sido promovido por las Umata. Sin embargo, “los campesinos no están acostumbrados a eso, no les parece viable porque tradicionalmente han recurrido al pastoreo y al afrecho (vainas y hojas de maíz, en la mayoría de los casos). Es un cambio cultural que es progresivo, pero hoy, no nos da los resultados anhelados”, dice Ortiz.

La crisis ha sido tal que en la región los campesinos han salido en masa a los mercados municipales a vender su ganado, lo que ha sido peor para ellos, pues han tenido que vender a bajo precio. “Con esta escasez, tuve que vender una vaca de las ocho que tenía para poder pagar el impuesto predial. Yo pensé que me iban a dar el millón 400 mil pesos que usualmente me habrían dado por una vaquita criolla, pero me dieron $700 mil”, dice Ernesto Rodríguez, un campesino de Tausa que antes de la sequía producía 120 litros de leche diarios y ahora tan solo 30.

“Por una vaca Holstein estaban dando hace un año dos o tres millones de pesos, pero ahora me toco vender una en millón 200 mil”, dice Oliverio Arévalo.

Por otro lado, si bien en Ubaté no ha habido racionamientos pues el acueducto municipal cuenta con la ventaja de tener el embalse del Hato, es otro el caso de Carupa y Tausa. En Carupa, cada tres días hay racionamiento. “Si no hay agua para los humanos, menos para los animales”, afirma Arévalo. En Tausa, donde se han presentado cuatro incendios forestales en la última semana, hay racionamiento constante de agua. Por doce horas de servicio, hay doce sin él.

Y es que en Tausa el servicio de acueducto se ha visto afectado en los últimos años por dos fenómenos: el boom minero y la tala indiscriminada de árboles en el páramo de Guerrero, en el sector de la Guargua, según Pedro Bernal, secretario de Desarrollo Económico del municipio.

Los incendios forestales, según el funcionario, se han presentado, en su mayoría, por descuidos de los campesinos a la hora de quemar pastos. Sin embargo, afirma que existen sospechas de que dos de los incendios han sido provocados por personas ajenas al municipio.

Otra variable de la solución o la profundización del problema está en las fuentes hídricas, que son fundamentales para el riego y el pastoreo. Sin embargo, muchas de ellas no están en el mejor estado. “El río Lenguazaque ha sido contaminado por la explotación de carbón, legal e ilegal. Eso ha causado que muchos de los campesinos vendan sus predios o los arrienden a los mineros, y terminan viviendo en los cascos urbanos sin capacidad de empleo o cultivando sin éxito por la contaminación del suelo. El dinero lo puede todo”, sostiene Abril, la encargada de la Umata del poblado.

Por ahora, la asistencia que lleva la Gobernación y los municipios no es suficiente. La sequía no es la única que acosa a los campesinos. Un modelo económico de extracción de recursos naturales y de libre comercio “debe tener en cuenta la cultura y las necesidades de los campesinos, porque lo que ahora parece subsanable, en unos años, puede ser irreversible”, como afirma Abril.

La administración municipal ha extendido campañas de prevención de incendios, pero “Éste es un municipio con mucha población flotante por la producción minera. Vienen muchos obreros de los municipios aledaños y creemos que algunos de ellos fueron los que provocaron el incendio del cerro de María Magdalena, un símbolo del pueblo que lamentablemente será cerrado al público”, dice Bernal.

Los niveles de producción de leche se han reducido a la mitad en la provincia de Ubaté durante la temporada seca que ya completa cuatro meses.

Por Camilo Segura Álvarez

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