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Pardo, una carta en las crisis

Tendría que buscar nuevo gabinete, ante la renuncia de los secretarios de la administración Petro

Redacción Bogotá
21 de marzo de 2014 - 01:41 a. m.
Pardo, una carta en las crisis

Rafael Pardo Rueda ha sido asesor, consejero, senador, ministro e incluso candidato presidencial. La mayoría de los cargos que ha ocupado en su vida política los ha desarrollado bajo una circunstancia particular: en medio de la crisis. La experiencia de Pardo se ha acumulado en la OEA, el Senado, la Presidencia. Ahora tendrá que sumar una nueva institución a su trayectoria: la Alcaldía Mayor de Bogotá.

Tras la destitución del alcalde Gustavo Petro, el presidente lo designó el pasado miércoles como mandatario encargado. Su posesión se dio a las 2:00 de la tarde de ayer, ante el juez primero civil de Bogotá, y de inmediato asumió funciones, con la responsabilidad de timonear, al menos durante dos meses, el rumbo de una ciudad que lleva años de crisis. Su primera orden fue convocar a consejo de gobierno para hoy y anunció una reunión mañana con la Policía, para tratar temas de seguridad.
Seguro no tendrá una tarea fácil. Llegará al Palacio Liévano y lo primero que va a encontrar es la carta de renuncia de todos los secretarios del Distrito, quienes, en solidaridad con el exalcalde Petro, dijeron que estarán hasta el 31 de marzo. Por eso, su primera tarea será elegir un equipo de trabajo provisional, en medio de la Ley de Garantías, para dar continuidad al programa de gobierno Bogotá Humana, pero sin el apoyo de sus principales creadores.

El escenario de la crisis no es desconocido para el nuevo mandatario encargado. Desde que nació, en noviembre de 1953, parece haber vivido en medio de una realidad agitada. El país sentía aún los coletazos del Bogotazo. Sus raíces políticas disímiles también son muestra de ello: su padre, Alberto Pardo, era conservador, y en contraste, su madre, Susana Rueda, a pesar de sus ancestros conservadores, fue liberal.

Estudió economía en la Universidad de los Andes y se graduó en 1977. A pesar de sus raíces políticas, en los primeros años sólo se interesó en desarrollar su perfil académico. Apenas en 1986 comenzó su carrera política. Ese año, por invitación de sus colegas Fernando Cepeda Ulloa y César Gaviria, ingresó al gobierno Barco para dirigir el Plan Nacional de Rehabilitación, que se encargaba de hacer presencia estatal en las zonas marginadas del país y el cual tuvo que asumir cuando la violencia del narcotráfico arreciaba en el país.

En 1988 lo designaron consejero de paz, en reemplazo de Carlos Ossa. Fue allí donde tuvo un gran reto y el primer cruce con el exalcalde Gustavo Petro: trabajó en la desmovilización del M-19 y del Quintín Lame, al tiempo que recibía amenazas de la mafia, que reclamaba un trato parecido. Trabajó bajo la presión del terrorismo, en tiempos de magnicidios.

En 1990 pasó a ser asesor de seguridad de Gaviria y posteriormente ministro de Defensa, mientras ideaba estrategias para ponerle coto a la criminalidad desbordada. En junio de 1991, la Asamblea Constituyente prohibió la extradición. Con escasos días de diferencia, Escobar y su ejército se entregaron en virtud de una política de sometimiento a la justicia que levantó ampolla.

Fue entonces cuando tuvo que enfrentar las críticas de todos los sectores de oposición, que veían el descaro de La Catedral y la fuga de Escobar. Supo enfrentar el vendaval con éxito y en 1993 le puso fin a la novela del capo. Luego se fue a estudiar a Harvard y en 1997 asesoró a Gaviria en la OEA. En 1998 saltó al periodismo y desde las trincheras de Noticias RCN, y luego en CM&, siguió con ojo crítico la “caguanización” del país, el fracaso de los diálogos de paz y el crecimiento de la violencia guerrillera.

Se cansó de los excesos de las Farc y volvió al abrigo de la política. Se había alejado del liberalismo por el fantasma del Proceso 8.000 y llegó al Senado en 2002, por el partido Cambio Radical, que encabeza Germán Vargas Lleras, hoy candidato a la Vicepresidencia.

Fue uno de los alfiles de un uribismo que prometía una reforma política profunda. Un año duró la luna de miel. Las negociaciones con los paramilitares avanzaron y, a pesar de ser el ponente del proyecto de justicia y paz, se opuso a la rebaja de penas y a las concesiones propuestas por el Gobierno. Algunos lo tildaron de enemigo de la paz. Junto con Gina Parody se distanciaron del Ejecutivo. Volvió a las toldas liberales y en 2006 aspiró a ser el candidato a la Presidencia por su partido. En la consulta perdió contra Horacio Serpa, quien perdió con Álvaro Uribe.

En 2010 se volvió a postular a la Presidencia de la República, con la fórmula de Aníbal Gaviria, pero sus propuestas se perdieron entre el discurso de la seguridad de Juan Manuel Santos y el de la legalidad que promovía Antanas Mockus.

Finalmente, tras la elección de Santos, Pardo Rueda llegó al gobierno de la Unidad Nacional en 2011, con la reestructuración de los ministerios. Desde noviembre de ese año asumió como Ministro de Trabajo, desde donde ha impulsado cambios en materia pensional. Ahora tendrá que dividirse en sus funciones como ministro y como alcalde encargado de Bogotá, cargo que asumirá en medio de la crisis actual.

Por Redacción Bogotá

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