Llegó a liderar una cartera estratégica para el gobierno del Polo Democrático cuando la alcaldesa Clara López subió al poder. Hernando Gómez, secretario de Desarrollo Económico del Distrito, intentó disputarle a Samuel Moreno la candidatura a la Alcaldía de Bogotá hace cuatro años y hoy deja su cartera luego de seis meses de participar en uno de los gobiernos más difíciles que ha tenido la ciudad.
Gómez hace un balance de su gestión, revela sus impresiones sobre el proceso de empalme con la nueva administración y asegura que la sobreexposición mediática del escándalo de la contratación opacó los logros alcanzados por su partido estos ocho años.
¿Qué balance hace del paso del Polo por la Alcaldía de Bogotá?
Dejando el tema del cartel de la contratación, creo que se demostró que es posible gobernar con una visión de inversión social. Segundo, se demostró que en los gobiernos previos al Polo había una masa crítica de muchos años, lo que demuestra que la ciudad es una escuela de administración pública informal que está funcionando.
Pero todo eso se va al traste con el cartel de la contratación...
Eso me duele profundamente, porque Bogotá iba avanzando. Y si hubo detrás de esto una intención explícita, hay que cargarle la responsabilidad a la mano oscura que no permitió que la ciudad visibilizara muchas de las cosas que se estaban haciendo bien.
¿Quiere decir que el carrusel fue un complot en contra del Polo?
No. Pero la sobreestimación comunicativa que se hizo en torno a hechos reales y objetivos concretos opacó otros.
Algunos colaboradores de Petro tienen miedo de aceptar secretarías, por las difíciles condiciones de la política local colombiana. Usted sobrevivió. ¿Qué les diría a esas personas?
Primero, que hay que tomar el riesgo. Segundo, deben rodearse bien, de gente de confianza tanto técnica como jurídicamente. Tercero, ser muy autocrítico y escuchar mucho a los demás. No todo lo que los concejales y los entes de control dicen es malévolo y malintencionado. Un gobernante que llega y dice ‘borrón y cuenta nueva’, en menos de dos meses, o está reventado o está arrodillado.
¿Percibe esa actitud en el alcalde electo, Gustavo Petro?
En algunos momentos lo vi con ese estilo. Pero en el proceso de empalme ha venido cambiando, afortunadamente. Uno no puede ser mezquino, el debate del Polo Democrático y Progresistas no puede sacrificar a la ciudad.
¿Va a quedar en buenas manos la economía de Bogotá?
Por empalme, creo que sí.
¿Le gusta Consuelo Ahumada?
La conozco hace mucho tiempo. Es una persona extraordinaria. Como lo son Ricardo Bonilla, y Hernán Darío Correa.
¿Cómo le fue cumpliendo sus metas?
De nuestras 17 metas, 12 ya pasaron del 87% y aún nos queda un semestre de Plan de Desarrollo.
¿Qué les quedó pendiente?
Hay una meta que intencionalmente no cumplimos. Se trata de la construcción de dos centros de abastecimiento alimentario. Una vez construimos la de Lucero, en Ciudad Bolívar, y nos dimos cuenta de que la plataforma no estaba enraizada en la dinámica misma de la economía de la ciudad. Pese a su avanzada infraestructura, terminó compitiendo con el mercado informal y las neveras eran muy grandes. Además, los campesinos no llegaron a abastecer la plataforma.
¿Qué fue lo que falló?
En Bogotá hay unas reglas de mercado que forman parte de la vida cotidiana de la ciudad y que no están suficientemente definidas.
Y entonces, ¿qué hacer?
Debemos continuar con la plataforma de Ciudad Bolívar como un estudio piloto para entender variables de orden cultural, técnico, económico y financiero. Pero, además, antes que poner tantas plataformas, tenemos que organizar Corabastos.
¿Qué más les queda por cumplir?
El fortalecimiento de pequeñas y medianas empresas exportadoras. No lo logramos por las dificultades con el mercado con Venezuela.