Pintados de otro color

La Secretaría de Hábitat, en una alianza público-privada con la Fundación Mundial, pintó las fachadas de 838 casas de siete barrios de la ciudad.

Diana Carolina Cantillo E.
14 de febrero de 2013 - 10:00 p. m.
Dieciocho barrios se presentaron a la convocatoria de la Secretaría de Hábitat. / Óscar Pérez
Dieciocho barrios se presentaron a la convocatoria de la Secretaría de Hábitat. / Óscar Pérez

El Tesorito es un barrio de Ciudad Bolívar donde no hay verde naturaleza. Allí, el color de la esperanza es minimizado por la cantidad de basura y escombros que la comunidad misma arroja en las zonas verdes del sector.

El barrio está ubicado en una loma de casas desordenadas y fachadas desteñidas, algunas construidas con ladrillo y otras con tablas y láminas de zinc, marcadas por grafitis y mensajes anclados en el resentimiento y en el miedo que vive un barrio entero, olvidado y arrojado a la suerte de bandas delincuenciales. Un lugar atravesado por una quebrada maloliente de aguas negras, sin vías pavimentadas y un parque a medio construir.

Hasta hace muy poco, eso era El Tesorito: un lugar sin color.

Jorge Aragón, vicepresidente de la Junta de Acción Comunal del barrio, cansado de enviar solicitudes a la Alcaldía local, se levanta todos los días a escuchar radio a la espera de convocatorias del Distrito que ayuden a mejorar su comunidad.

A través de una de las emisoras se enteró de que la Secretaría de Hábitat estaba convocando a las juntas a participar en el programa Barrios de Colores, un proyecto que busca cambiar el ambiente de sectores de Bogotá por medio de la remodelación de las fachadas de sus casas.

El plan, aparentemente insignificante ante las problemáticas de la capital, esconde un proceso social de empoderamiento y participación ciudadana.

Aragón vio en él una oportunidad para cambiarle la cara a El Tesorito. Sin embargo, algunos factores jugaban en su contra. El primero fue que cuando se enteró por radio de la convocatoria era el último día de inscripción. El segundo, y quizás el más preocupante, era que se requería que las calles del barrio estuvieran pavimentadas, y El Tesorito escasamente tiene tres vías en ese estado; el resto son destapadas.

Con el tiempo en contra y el deterioro evidente de las calles de El Tesorito, don Jorge, como lo llaman en su barrio, reunió a la comunidad y la motivó a participar.

Ganaron. El Tesorito quedó seleccionado junto con otros ocho barrios. Al principio pensaron que sería un simple cambio en las fachadas de sus casas, pero hoy la comunidad está empecinada en cambiar el ambiente del lugar: la Junta de Acción Comunal sólo autoriza la entrega de pintura a hogares que hayan retirado los escombros y la basura del andén de la casa. La gente se animó a pañetar las paredes y mejorar sus casas al interior.

Un grupo de ciudadanos está construyendo grandes canecas de basura con materiales reciclados, otros planean rehabilitar las zonas verdes haciendo huertas de agricultura urbana en lotes baldíos, y los grafiteros del barrio se comprometieron a pintar un mural y a no marcar las casas.

Los habitantes de El Tesorito compiten por cuál es la mejor fachada, hacen gala de la creatividad y el buen gusto. Unos les pintaron círculos, otros rombos. Cada uno explica por qué escogió un color y no otro. En sus pasados se encuentran las razones.

Leonidas Linares, un hombre de 74 años, prefirió pintar la fachada de su casa de amarillo y adornar los marcos de las ventanas y de la puerta con nueves. Dice que su casa le recuerda ahora al sol del Llano, el paisaje de sus tierras en Mesetas (Meta). La casa le recuerda un capítulo de su vida, cuando tuvo que huir y llegar a vivir como despojado a Bogotá. Siente que a su edad el retorno no es posible, pero “me tiene muy feliz ver mi casita pintada del mismo color de la que tenía en el Llano. Además, es un cambio positivo: la cuadra se ve distinta, el barrio también. Y esto me ha motivado a hacer uno que otro arreglito a la vivienda. Me voy a arriesgar a echar plancha y construir el segundo piso. Muchos vecinos también me han comentado que quieren mejorar, no sólo la fachada, sino también hacer más arreglitos”.

Testimonios como el de Linares se repiten en los ocho barrios que fueron priorizados para este primer programa piloto, donde se pintaron 838 fachadas y se emplearon más de 970 galones de vinilo, 911 cuartos de esmalte y 1.250 kits (rodillo, brocha, mezclador y bandeja de pintura), como parte de las tres primeras fases de la intervención.

Los barrios corresponden a las localidades Rafael Uribe Uribe (La Paz Cebadal, La Paz Caracas, La Paz La Torre y La Paz Naranjos), Puente Aranda (Cundinamarca), Ciudad Bolívar (El Tesorito) y Santafé (Girardot). En marzo se realizará una cuartas fase en los barrios de San Vicente en la localidad de San Cristóbal, y Villa Rosita en la localidad de Usme.

Los barrios que no fueron seleccionados, y otros que se enteraron tarde de la convocatoria, le están pidiendo al Distrito que amplíe el proyecto a un mayor número de sectores de la ciudad. Al parecer, el programa ha sido un éxito. Incluso, los habitantes de las casas que no fueron pintadas porque estaban en cuadras con calles destapadas están haciendo la gestión ante las alcaldías locales para que las pavimenten.

Coincidencialmente, la Nación arrancó esta semana con un proyecto similar: lo lidera Gina Parody, la alta consejera para Bogotá y se llama Casa Pintada.

Por Diana Carolina Cantillo E.

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