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Planta de Tibitoc, a manos del Acueducto

La empresa se comprometió a adelantar las acciones necesarias para asumir la operación de esa planta de tratamiento desde marzo de 2018.

Carlos Hernández Osorio
03 de junio de 2015 - 03:39 a. m.
 La planta de tratamiento de Tibitoc está ubicada en el municipio de Tocancipá. / Archivo
La planta de tratamiento de Tibitoc está ubicada en el municipio de Tocancipá. / Archivo

La Empresa de Acueducto de Bogotá (EAB) se comprometió, en una negociación con sus dos sindicatos, a encargarse de la administración y operación de la planta de tratamiento de agua de Tibitoc, que surte a unos 3 millones de usuarios del norte y el occidente de la capital. Esto será una vez culmine, en marzo de 2018, la concesión por medio de la cual la administran privados desde 1998.
 
La decisión se tomó en la noche del lunes, en la negociación de la convención colectiva de trabajo entre la empresa y los sindicatos Sintraemsdes y Sintraserpucol. Aunque fue una solicitud de los representantes de los trabajadores, entre las directivas de la EAB parece haber optimismo, pero están por definirse las condiciones precisas para dar ese paso.
 
En la EAB le respondieron a El Espectador que la administración de la empresa “planteó a los sindicatos que la decisión de Tibitoc estaba atada a la consultoría que en estos momentos está contratada por la empresa para establecer cuál será la mejor alternativa para la optimización de la planta”. Al tiempo acordó “desarrollar todas las acciones tendientes para que la empresa asuma la administración, operación y mantenimiento”.
 
Así se concreta un nuevo paso de la EAB en la senda de asumir obligaciones que estaban en manos de privados. Como se recordará, su filial Aguas de Bogotá asumió la operación del sistema de aseo en el 52% de la ciudad como parte del nuevo esquema que el alcalde Gustavo Petro ha querido implementar desde 2012 en ese sector. De hecho, haber asumido esa labor le representó en 2014 pérdidas que rondaron los $37.200 millones.
 
La concesión de Tibitoc la firmó la administración de Antanas Mockus en septiembre de 1997 con el concesionario integrado por la Corporación Financiera del Valle, Fanalca y la francesa Compagnie Générale des Eaux. La planta comenzó su operación el 23 de marzo de 1998. Cinco años atrás, la EAB había firmado un plan de desempeño en el que se comprometió con la Nación a convocar una licitación pública que terminara en un contrato de concesión. La idea de entregarla a un privado era liberar recursos públicos para que la empresa invirtiera en “ejecución de obras de carácter social y de abastecimiento”, de acuerdo con un informe de la Contraloría Distrital. Ahí comenzó la modernización de la planta, que se encontraba en malas condiciones.
 
En el contrato, sin embargo, se estipuló una “demanda mínima garantizada”. Es decir: el Acueducto se comprometió a pagar por cantidades específicas de agua tratada por cada año de la concesión, de acuerdo con proyecciones sobre la demanda del líquido. Esas proyecciones asumieron que la demanda aumentaría año tras año. Pasados siete años, en 2005 la Contraloría hizo un corte de cuentas y evidenció que se trataba de un mal negocio, pues al menos entre 1998 y 2005 el consumo disminuyó 9,7%. El contrato, no obstante, se cumplió a cabalidad, así que la EAB terminó pagando, por agua que los usuarios no demandaron, una cifra que rodeaba hasta ese momento los $38.712 millones.
 
La Contraloría le llamó la atención a la EAB para que ajustara el contrato, toda vez que el modelo económico adoptado no era conveniente ni equitativo “para la empresa y para los usuarios”. En 2007, la EAB le solicitó a un tribunal de arbitramento que autorizara la terminación anticipada de la concesión, que es de 20 años y va hasta el 23 de marzo de 2018. Pero en 2012 le negaron esa pretensión y la obligaron a terminar.
 
El acuerdo de antenoche entre la EAB y los dos sindicatos sepultó, según Martín Quijano, presidente de Sintraemsdes, las otras dos posibilidades contempladas: prorrogar la concesión o sacar de funcionamiento la planta. Lo consideran un logro porque, según él, Tibitoc puede aumentar su capacidad en caso de que la planta Wiesner, la más importante de la capital, deje de operar.
 
En las actas de la negociación se indica que la EAB se compromete a realizar un estudio de carga laboral y un plan de transición que defina la capacitación del personal que requerirá la operación.
 
En la negociación de la convención colectiva se han acordado 21 puntos, entre los que también está la creación de una gerencia corporativa de negocios que estudie la viabilidad y administre los nuevos negocios en los que incursione la empresa.
 
Mañana continuará la discusión entre ambas partes sobre un punto muy controversial: la petición de los sindicatos de que 1.344 empleados que empezaron a trabajar desde hace dos años con contratos a término fijo sean vinculados de forma permanente. El choque, obviamente, es porque eso representaría una carga prestacional muy grande para la EAB, que no quiere pronunciarse aún sobre este punto.

Por Carlos Hernández Osorio

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