Plata para descontaminar el río Bogotá

Se anunció el cierre financiero para la construcción de la planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR) Canoas. Sin embargo, faltan otros trabajos para tener el sistema de saneamiento completo.

Redacción Bogotá.
03 de octubre de 2017 - 03:00 a. m.
El Espectador
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Tras casi 25 años de la demanda que pedía acciones para descontaminar el río Bogotá y 13 años después del histórico fallo en el que se determinó a los responsables de esta tarea, el Distrito, la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR) y la Gobernación de Cundinamarca finalmente se pusieron de acuerdo en un punto clave: cómo reunir los recursos para construir la planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR) Canoas, en el sur de Bogotá y Soacha, que se encargará de limpiar el 70 % de las aguas negras que producen los bogotanos.  (LEA: Aseguran recursos para la PTAR Canoas, obra para descontaminar río Bogotá)

El cierre financiero es fundamental, debido a que las autoridades garantizarán los casi $4 billones que costará la megaobra, de los cuales $1,5 billones serán aportados por la CAR, $61.000 millones por la Gobernación de Cundinamarca, y el monto restante lo aportará el Distrito a través de la Empresa de Acueducto. De la cifra total, alrededor de $1,4 billones corresponden a los gastos de operación de la planta, cuyas obras comenzarán en 2019 y finalizarían en 2024.

De acuerdo con el director de la CAR, Néstor Guillermo Franco, la operación de la PTAR Salitre –que está en proceso de ampliación– y la de Canoas mejorará la calidad de vida de los habitantes de la cuenca baja (entre el Salto del Tequendama y Girardot), tramo donde son depositadas la totalidad de las descargas realizadas en la cuenca alta del río. “Estas obras garantizarán que las aguas que transcurren por la cuenca baja vuelvan a tener vocación agropecuaria, puedan ser utilizadas para captación de acueductos y ser el epicentro del turismo en esos municipios”. El alcalde Enrique Peñalosa fue más optimista: indicó que no sólo en ocho años se podría navegar, sino que los ciudadanos tendrían la posibilidad de nadar en las aguas del río Bogotá.

Para la Procuraduría, que vigila el cumplimiento del fallo del Consejo de Estado, el anuncio es clave porque permite avanzar en las tareas de descontaminación del río. Sin embargo, este es apenas uno de los primeros pasos para concretar un sueño ambiental que cumple casi dos décadas. Los pormenores del proceso se discutirán hoy en una audiencia pública desarrollada por la entidad. “Seguramente después del encuentro se sacarán unas advertencias. Es claro que hay unos esfuerzos importantes, pero falta mucho por hacer”, indica el ente de control.

La magnitud del proyecto se refleja en sus cifras. Según la CAR, el río Bogotá transporta las aguas residuales de cerca de 9 millones 565 mil personas. Una vez culminen las obras, sería posible evitar que lleguen al afluente cada año 146 mil toneladas de contaminación orgánica y 118 mil toneladas de sólidos suspendidos.

Plan de saneamiento

Según Uriel Gómez, gerente corporativo del Sistema Maestro del Acueducto de Bogotá, el cierre financiero es fundamental para avanzar en el plan del saneamiento básico del río Bogotá. “Ya teniendo la parte financiera, ahora el estructurador del Departamento Nacional de Planeación definirá el modelo mediante el cual se ejecutará el proyecto en su etapa de construcción”.

El proceso contempla cuatro grandes obras. En el norte, la ampliación de la planta de tratamiento de aguas residuales (PTAR) Salitre, que ya está contratada por la CAR y los trabajos durarán cuatro años, es decir, hasta 2021. Esta planta tendrá capacidad para tratar 7,1 m³ por segundo. En el sur, la integran tres trabajos: la estructura de conexión de túneles con uno de emergencia; la construcción de la planta elevadora y la PTAR Canoas.

Se tiene previsto que la primera parte esté el próximo año, pero sólo podrá ponerse en funcionamiento en 2021, una vez finalice la construcción de la planta elevadora Canoas, que sacará las aguas negras. El sistema estaría en funcionamiento en 2024, cuanto se terminen los trabajos de la PTAR.

La red de túneles se unirá en el predio Invías, en Soacha. La planta elevadora sacará las aguas residuales, que quedan a 45 metros de profundidad, y las depositará al río Bogotá o en la PTAR, para poder tratarlas. Solo en 2021 se podrán conectar los túneles con la planta elevadora y, mientras terminan la PTAR, las aguas residuales irán directamente al río. Sin embargo, se busca garantizar además la descontaminación de los ríos Tunjuelo y Fucha, ya que las aguas negras no irán directamente a los afluentes, sino que irán por la red de túneles.

De acuerdo con los cálculos de la Empresa de Acueducto, la mayoría de residuos contaminantes se podrán remover cuando estén en funcionamiento las PTAR de Salitre y Canoas. La primera tendrá la capacidad de producir 160 toneladas diarias de biosólidos (residuos orgánicos que resultan del tratamiento de las aguas), mientras que Canoas sacará 650 toneladas diarias.

Un problema integral

Para Ómar Oróstegui, director de Bogotá Cómo Vamos, es muy positivo que se produzca el cierre financiero, porque “es un ejemplo de que es posible realizar la integración regional sobre un asunto sobre el cual no se había logrado avanzar”. A su juicio, deben tenerse presentes dos aspectos fundamentales para el desarrollo del proyecto: el impacto sobre la tarifa y los controles sobre los vertimientos que las industrias generan en los cauces de la ciudad.

Este último punto, de hecho, ha sido fuente de preocupación por parte de los líderes ambientalistas, quienes han insistido en que la contaminación del río Bogotá va más allá de su limpieza y cuya solución debe ser pensada de manera integral, teniendo en cuenta el vertimiento, transporte y disposición de los residuos. Por lo tanto, han coincidido en que mientras no se atienda este problema, los resultados no serán los ideales.

Por su parte, el director de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Central, Cristian Julián Díaz, indica que no debe olvidarse otro factor: los diseños actuales versus el crecimiento urbano. “Para 2025, la PTAR (Canoas) solo podría depurar el 40 % de las aguas servidas en la capital y de Soacha, dejándonos en una situación similar a la actual. Eso quiere decir que contamos con sistemas de tratamiento, pero no solucionaríamos el problema”. Además, indicó que la operación de la planta de tratamiento podría ser extremadamente costosa: “Esto por el consumo energético de la tecnología y de las operaciones de bombeo de 14 m³/s de agua residual. Eso lo tendremos que pagar los bogotanos de manera adicional al costo de la planta”.

Respecto a los impactos a las comunidades aledañas, Alberto Uribe Jongbloed, profesor titular de la Facultad de Ingeniería de la universidad EAN, considera que el cierre financiero es una noticia importante para depurar el río Bogotá y que una vez se ponga en funcionamiento, como está planteada la obra, no se generarán grandes afectaciones más allá de los malos olores que emanan las aguas contaminadas. “El impacto en las comunidades puede ser mínimo y se puede traducir en el espacio que ocupan los reactores”.

Los expertos coincidieron en que debe transcurrir un tiempo, aún indeterminado para que las aguas del río Bogotá sean aptas para el consumo humano y otros fines. Sin embargo, podrán contar con criterios mínimos para que, una vez tratadas, sean aceptadas por el río y de esta forma empiecen a recuperarse los ecosistemas.

Por Redacción Bogotá.

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