La corrupción es vista como un problema “necesario” y “normal” en 13 de las 20 localidades de la ciudad. Este es uno de los resultados de las ‘Mesas Locales para la formulación participativa de los lineamientos de la política pública de transparencia, integridad y no tolerancia con la corrupción’, organizadas por la Veeduría Distrital y en la que participaron 500 ciudadanos. El estudio será presentado durante la semana de la transparencia, que lidera este organismo de control, y que tendrá lugar del 3 al 9 de diciembre.
La investigación tuvo origen después de que la ciudad atravesara uno de las capítulos de corrupción más grandes en la historia del país: el carrusel de la contratación durante la administración de Samuel Moreno: “¿Dónde estábamos los ciudadanos, los medios de comunicación, e incluso los organismos de control cuando se produjo el carrusel de la contratación en Bogotá? La corrupción no es un hecho que vincula exclusivamente al sector público sino en el que son corresponsables varios actores de los niveles público y privado”, argumenta Adriana Córdoba, veedora distrital.
Las 13 localidades en donde se ha “normalizado” la corrupción son Rafael Uribe Uribe, Suba, Chapinero, Puente Aranda, Los Mártires, Bosa, La Candelaria, Barrios Unidos, Antonio Nariño, Teusaquillo, Santa Fe, Fontibón y Tunjuelito. De acuerdo con el estudio de la Veeduría: “La corrupción se asume no como un delito, sino como una “forma de subsistir” de los sectores que han sido excluidos. Se acude a ella para lograr la atención del Estado, como una forma de retribuirse por medios propios las carencias generadas por la exclusión histórica que han vivido”.
Las prácticas de corrupción no aparecen solamente en sectores públicos o institucionales: “Ha penetrado los principios éticos de las personas, las familias, las comunidades, instaurando un forma de ser y comportarse frente a otras personas y a lo público. Algunas personas reconocen que a veces se es corrupto sin saber, creyendo que se está actuando bien”, dice la Veeduría.
Un factor común en las mesas locales es que los ciudadanos ven la corrupción como un problema que está en manos del Estado, “cuya respuesta ante este fenómeno al aplicar la justicia y legislar se da a favor de los corruptos y de los intereses particulares, por encima del bien común. Existe poca consciencia sobre cómo la ciudadanía es parte del problema. La corrupción se percibe con fuerza en el mundo de la institucionalidad pública, pero no en el mundo de los ‘ciudadanos de a pie’”.
Existe, además, inconformidad desde la ciudadanía con los órganos de control: “La Personería, la Contraloría, la Veeduría, nunca están, los controles no funcionan porque quienes tienen el mando no funcionan”, dice una de las personas que asistió a las mesas locales. Agrega otro participante que “a veces nos quedamos sin dientes para saber en qué va la sanción. Nuestros entes de control están coaptados políticamente, en ellos hay unos intereses políticos que no dan garantía de lo público”.
Hubo en ejercicio en las mesas locales en donde los ciudadanos entendieron que la corrupción es algo más cotidiano de lo que parece. El problema se manifiesta, según la Veeduría, en los siguientes casos: faltas en la convivencia (como el comportamiento de “el vivo vive del bobo” o el irrespeto permanente al otro); indiferencia frente a lo público (“se indigna ante la corrupción, pero cuando tiene la posibilidad de participar de algún beneficio de forma irregular, lo hace”); tráfico de influencias para el beneficio particular; evasión de impuestos, contrabando, especulación con los precios; detrimento del erario público (estafa, falsedad documental, fraude, soborno) y falta de transparencia electoral (manipulación de electores mediante compra de votos a cambio de beneficios con bienes o servicios”.
Las propuestas de la ciudadanía para cambiar el panorama actual van desde un cambio personal y familiar (“cambios orientados a recuperar valores y principios éticos”) hasta promover reformas normativas para establecer sanciones más severas contra los corruptos (como no aplicar casa por cárcel ni permitir reducción de penas por buen comportamiento). Un factor central, señala el estudio, es que los ciudadanos consideran necesario elecciones populares para elegir a los alcaldes locales. Es necesario, además, “ejercer control social, a través de veedurías proyectos o convenios. Acceder a la información pública, exigir control político e involucrar a la ciudadanía en las decisiones administrativas”.
Uno de los jóvenes que asistió a las mesas locales concluyó: “Las personas no tienen criterios para entender lo que pasa a su alrededor, en las mesas de participación por ejemplo. Se debe cambiar la cultura así la institución no ayude. ¿Cómo hacer para que las personas entiendan que esto puede cambiar? Nosotros los jóvenes participamos y tenemos un vacío ahora que salimos de los colegios. ¿Para dónde vamos? Deben educarnos para participar”.
Cronograma de la semana de la transparencia
El jueves 5 de diciembre, de 8:00 a.m. a 12:00 p.m., se realizará el acto de “Reconocimiento al Control Social 2013” en el Planetario Distrital. Allí, la Veeduría Distrital, Avina, Transparencia por Colombia y Fundación Corona destacarán a los ciudadanos y organizaciones sociales que realizaron ejercicios de control social y tuvieron resultados exitosos de seguimiento a la gestión pública distrital.
De 1:30 p.m. a 4:00 p.m. se entregarán los resultados y propuestas de las mesas que se realizaron en 13 localidades entre septiembre y noviembre de este año con la participación de cerca de 500 ciudadanos. El 9 de diciembre se realizará el Foro Empresarios por la Transparencia en la Cámara de Comercio. El 9 de diciembre, de 10:30 a.m. a 12:00 p.m. se realizará el Foro “Transparencia y Lucha contra la corrupción: un desafío en el Postconflicto” en el Auditorio Huitaca de la Alcaldía Mayor de Bogotá, con la presencia del presidente de la República, Juan Manuel Santos; el Alcalde Gustavo Petro; el coordinador Residente de Naciones Unidas, Frabrizio Hochschild, y la Veedora Distrital, Adriana Córdoba.