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La Secretaría de Educación sigue en máxima alerta tras conocerse nuevos casos de intoxicación en un colegio del sur de Bogotá en donde estudiantes de cuarto y quinto de primaria se afectaron luego de inhalar ‘frutiño’ y ‘suntea’, polvo para hacer refrescos. (También lea Papás marihuaneros, cada vez más frecuentes)
El Sistema de Alertas de la Estrategia RIO (Respuesta Integral de Orientación Escolar), recibió hacia las 5 de la tarde de este jueves el reporte de 15 estudiantes del Colegio Francisco Javier Mutis, de la localidad de San Cristóbal, en edades comprendidas entre los 8 y 11 años, afectados tras inhalar dos sustancias en polvo utilizadas para la elaboración de refrescos.
Una vez emitida la alerta, hasta el lugar se desplazó el equipo de RIO y de la Secretaría de Salud para hacer la valoración médica de los menores, determinando así que ninguno presenta grado de intoxicación en las vías respiratorias.
Los padres de los pequeños implicados fueron notificados por parte del colegio del hecho. La unidad RIO en coordinación con las directivas del colegio iniciaron una charla donde les brindan recomendaciones de prácticas comportamentales y posterior a ello se busca la firma de un compromiso pedagógico entre estudiantes, padres de familia y coordinación del colegio.
La Secretaría de Educación solicitó la remisión de dos menores a sus respectivas EPS para que desde un abordaje sicológico se determinen las causas y motivaciones de esta práctica.
A pesar de los últimos hechos sucedidos en Bogotá, en donde un menor de 14 años murió por inhalar una peligrosa mezcla combinada con marihuana dentro de un salón de clases, los jóvenes no toman conciencia de los peligros para la salud de estas prácticas.
La semana pasada se conocieron también casos de intoxicación de menores en dos colegios de la localidad de Tunjuelito: Rufino José Cuervo y José María Cuervo, en donde cuatro adolescentes entre los 13 y 15 años resultaron intoxicados al inhalar bóxer mezclado con un líquido conocido como ‘Dick’, una sustancia psicoactiva, que es en realidad un elemento industrial utilizado para eliminar pintura, limpiar computadores y fabricar aerosoles y pesticidas.
Efrén Martínez, PhD en Psicología y director Científico del Colectivo Aquí y Ahora –fundación creada hace 25 años que presta ayuda a personas adictas a las drogas- en diálogo con El Espectador habló de estas prácticas: “Había una época en que la gente bajaba las telarañas, las mezclaba con aspirina y se las fumaba, el efecto es hacer el ridículo porque no causa absolutamente nada, pero los adolescentes se creían muy locos y villanos y eso sigue pasando. Y pasan cosas como mezclar polvo de extintor con otras sustancias que no tienen efectos psicoactivos. Estos chicos juegan a qué tan locos somos”.