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"Puta o no, no es no"

Dos representantes del “feminismo artesanal” promueven una movilización para que cese la violencia contra la mujer.

Camilo Segura Álvarez
05 de abril de 2013 - 10:00 p. m.
Mar Candela y Paula, promotoras de la movilización por los derechos de la mujer. / Gustavo Torrijos
Mar Candela y Paula, promotoras de la movilización por los derechos de la mujer. / Gustavo Torrijos

Con la paranoia que produce la pérdida de privacidad en las redes sociales, son pocos quienes se animarían a darles su número telefónico a diez mil personas para que los llamen y les cuenten sus problemas. Así lo hizo Mar Candela hace tres años. Una mujer que se declara ideóloga del feminismo artesanal y que se reconoce como asocial. Es frenética, su locuacidad pasa por los gritos y los ademanes de énfasis. Recordando su historia frente al periodista, pasa del llanto a la risa sin que se note un tránsito emocional. Se ha enfrentado con organizaciones feministas y funcionarios públicos que creen que ha monopolizado de mala fe el concepto de la marcha de las putas. Ella sostiene lo contrario y dice que todo lo hace por “la vergüenza que me produce el país donde está creciendo mi hija”.

Mar Candela tiene 33 años. Aún no se ha graduado del colegio. Pero eso no le ha impedido movilizar a miles de personas. El año pasado importó la Marcha de las Putas y logró que cinco mil colombianos imitaran lo que años atrás habían logrado las mujeres canadienses cuando salieron masivamente a repudiar a un desatinado funcionario que aseguró que, si las mujeres querían dejar de ser violadas, debían dejar de vestirse como putas. Marcha que se repetirá hoy y que no tiene fecha fija en el calendario.

A los 18 años, Candela comenzó a considerarse una activista. Un sentido agudo de la injusticia la impulsaba a recoger perros, darles comida a los necesitados, entre otros gestos. Nunca se consideró feminista. Pero hace tres años vio que era hora de hacer algo frente a los feminicidios y las violaciones de los derechos humanos contra las mujeres. Por las redes sociales montó un “consultorio”. Les dijo a las miles de mujeres que seguían sus agudos comentarios en Facebook que la llamaran a su teléfono personal para contarle sus problemas.

Empezaron a llamarla. Entre ellas, una mujer que le confesó que se prostituía a cambio de drogas. Que, en ocasiones, el expendedor llevaba a tres o cuatro amigos para que tuvieran relaciones con ella. Lo que más impresionó a Candela fue el sentimiento de culpa de la mujer. Creía que no merecía vivir por ejercer la prostitución y, aunque la “terapeuta” trataba de animarla, la mujer seguía despreciándose. La última llamada fue muy triste. La mujer le advirtió que la matarían. Al día siguiente, la activista vio una foto en un periódico popular con una mujer degollada en el mismo barrio de la prostituta. Había llegado la hora de hacer algo. El activismo ya era feminismo.

Buscó contactos en el exterior, en las instituciones y en organizaciones. Finalmente, una feminista mexicana le habló de la Marcha de las Putas. Encontró la respuesta y, con seis meses de anticipación, avisó que en febrero de 2006 las putas se tomarían el país.

Lo logró. Cinco mil personas salieron a las calles de cinco ciudades, a advertir que a la mujer no se le toca sin su permiso. Denunciaron que el Estado da “contentillo con leyes, con charlas a las que sólo pueden asistir las feministas por profesión, pero no le enseñan a la campesina, a la obrera y a la que vende los dulces. A la que toca llevarla de la mano porque desconoce sus derechos”, afirma Candela.

La obsesión de Candela, que junto al Distrito ha coordinado la marcha en Bogotá, es que “los únicos que no marchen es quienes hayan nacido de una vaca”, pues todas las mujeres colombianas “son putas por oficio o por sospecha”. Todas alguna vez han sido llamadas de esa manera, todas han sido cuestionadas por el manejo que le dan a su sexualidad. “Esa palabra, que es el diminutivo para un oficio como cualquier otro, es usada como un insulto dentro de nuestra ignorancia. Legitima cualquier acto de violencia sexual. Si se viste así, o de otra manera, es porque es puta. Eso hay que acabarlo”.

Por Camilo Segura Álvarez

 

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