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"¿A quién nole gustaría ser presidente?"

A un mes de dejar el cargo, Clara López anuncia que el mínimo vital de agua para el estrato 1 y la tarifa diferencial para discapacitados son un hecho.

Juan Camilo Maldonado T. / Laura Ardila Arrieta
26 de noviembre de 2011 - 09:00 p. m.

Es viernes en la mañana. Por la ventana del despacho de la alcaldesa Clara López Obregón se cuelan los pitos y las arengas vociferadas por un grupo de desplazados que protestan. En Bosa, otros 140 desarraigados se han tomado varias viviendas de interés social porque, aducen, aún no les llega el subsidio de vivienda. El río Bogotá sigue inundando los potreros de Chía. En San Cristóbal, se fractura una vital avenida.

La alcaldesa luce tranquila. Pero no se engañen. Con esa tranquilidad, que raya con lo zen, dejó la Secretaría de Gobierno para reemplazar al alcalde Samuel Moreno, investigado hoy por sus presuntos vínculos en el escándalo de corrupción más grande que ha vivido Bogotá. Con esa tranquilidad decidió “poner la casa en orden”, como suele repetir: subirle la moral a la ciudadanía, sacar el metro adelante, llamar al orden a los estudiantes y respetar sus protestas, pacificar las barras de fútbol, entre muchos otros logros que hicieron que su popularidad superara el 60%, cuando la del alcalde Moreno llegó por debajo del 20%.

Con esa serenidad efectiva recibe Clara López a El Espectador. Es hora de hablar de estos meses turbulentos. De reconocer sus diferencias con la próxima administración y las faltas de esta que termina. Y hacer un balance de uno de los períodos más críticos y dolorosos de la capital de la República.

“Me voy con un profundo sentimiento del deber cumplido. Cuando tomé posesión, tenía claro el propósito de generar confianza entre la ciudadanía hacia su administración. Haber logrado esa meta es fundamental”.

Usted sale muy bien. Sin embargo, hizo parte de un gobierno muy cuestionado. ¿En qué fallaron?

Pienso que, inexcusablemente, el gobierno cayó en una relajación generalizada de costumbres que afectó a toda la sociedad colombiana, no sólo al gobierno de Bogotá. Desde luego, los que menos derecho teníamos de caer en eso éramos personas pertenecientes a un partido tan serio frente al tema de la corrupción y la moral, como es un partido de izquierda. Entonces, autocrítica mucha.

¿Ha hablado con Samuel Moreno desde que le dictaron medida de aseguramiento?

No, no lo he hecho y, bueno, algún día tendré que hablar con él.

¿El cartel de la contratación fue un fantasma para su gestión?

Fue duro, porque cuando yo llegué a la Alcaldía, acá lo que había era una parálisis absoluta y profunda, no se movía un papel. Todos los funcionarios estaban en una crisis de autoestima.

El metro fue la bandera con la que se eligió Samuel Moreno. ¿Se va el Polo sin haber hecho nada al respecto?

Todo lo contrario. Yo llegué, encontré un proceso suspendido, lo reactivamos y se entregaron todos los estudios que se han exigido. Dejo un trabajo completo. Está todo listo para contratar la ingeniería de diseño, está el compromiso del presidente de la República. Si ahora surgen nuevos estudios para adicionar o modificar una primera línea que ya está, corresponderá a la próxima administración.

¿Cómo vio que el Banco Mundial accediera a realizar estudios para mirar la viabilidad del metro hasta Suba, como lo pidió Gustavo Petro?

La cosa está muy bien. Lo que quedó confirmado es que la primera línea, tal como estaba diseñada, va.

¿No le da miedo que se embolate el metro?

Tengo la esperanza de que eso no sea así.

Usted ha dicho que hay mandatarios electos que quieren gobernar antes de tiempo. ¿Es el caso de Petro?

En las etapas de empalme hay naturales tensiones porque el gobierno que termina quiere concluir y el que comienza quiere iniciar lo más rápido posible sus propios proyectos. Hay tensiones, conflictos, pero yo sí he dicho que gobernaré Bogotá hasta el 31 de diciembre, cumpliendo con los cronogramas y los planes.

¿Cómo toma que Ricardo Bonilla, asesor de Petro, le haya pedido públicamente que no tome decisiones políticas con respecto al metro ni la licitación de basuras?

Yo nunca he tomado decisiones políticas en materia de responsabilidades y deberes administrativos. En lo de las basuras he estado aquí pacientemente esperando a que la Corte Constitucional defina una verificación que estaba haciendo. Me parece que es generar ruido innecesario, especialmente por un subalterno del alcalde electo.

¿El SITP sí va a estar listo en junio próximo? Los transportadores dicen que está muy crudo lo del sistema de recaudo unificado...

Hay una transición entre los recaudadores actuales y la nueva empresa con el recaudo único. Ahí hay unas tensiones, sobre cómo se hace ese tránsito, que tendrán que ser resueltas. No veo que el cronograma tenga un traspié.

Petro dijo que estaba preocupado por el posible aumento de la tarifa que paga el usuario. ¿Usted garantiza que esa tarifa no va a aumentar?

No tiene por qué subir si lo que está previsto es que el trasbordo haga la diferencia con la tarifa integrada. Debe ser que el doctor Petro está pensando en subirlas.

¿Tenemos hoy una ciudad más segura que hace cuatro años?

En seguridad vamos bien. Redujimos prácticamente todos los delitos, excepto hurto de motos y de bancos. Éstos últimos aumentaron de 25 a 37, entre enero y octubre de 2010 y el mismo período de 2011. En la tasa de homicidio pasamos de 23,6 a 20,9.

¿Cómo disminuir la inseguridad en los buses?

Estadísticamente no se está aumentando, lo que sí es cierto es que la gente está siendo más exigente. En diciembre van a llegar 1.500 nuevos policías y vamos a alcanzar los mil cuadrantes.

¿Al fin hay o no bacrim en Bogotá?

A mí no me queda la menor duda de que, como las brujas, de que las hay, las hay. Pero aquí las tenemos a raya con el Ministerio de Defensa, el Ejército, la Policía, la Dijín y la Sijín.

¿Cómo deja las finanzas de la ciudad?

Súper. Bogotá ha logrado en estos últimos ocho años algo que no ha sido tan difundido y es que ha reducido la pobreza a la mitad. Del 30% al 23% y después al 12%, en ambos gobiernos del Polo. Y simultáneamente mantuvimos la calificación triple A.

En el tema de la tragedia invernal, ¿qué responsabilidad le cabe al Distrito?

Me he quejado de que no están bien definidas las competencias con la CAR por cuanto el Distrito le entrega el 15% del impuesto predial. Este año son $189.000 millones. Y en los últimos 10 años han sido $1 billón 400 mil millones. La mitad de eso se supone que tiene que ir a la readecuación del río Bogotá. Nosotros hemos pedido informes sobre eso, pero ellos no le responden a nadie.

¿Alcaldesa de nuevo, ministra de Educación o candidata presidencial?

Fíjese que tengo mucho de dónde escoger. Yo me voy a dedicar a seguir trabajando, tenga la seguridad de que no me voy a apartar. Pero por mi trayectoria esas son decisiones colectivas. No he tomado ninguna determinación y desde luego no descarto ninguna opción.

¿Se devuelve a la presidencia del Polo?

Yo estaba en teoría prestada acá. Vamos a ver, es que no he decidido, porque si me pongo a pensar no termino mi trabajo.

¿Le gustaría ser presidente?

¿A quién no le gustaría?

Dos proyectos vitales hechos realidad

Muy pronto, dos proyectos prioritarios de la alcaldesa Clara López cobrarán vida.

El primero es la garantía del mínimo vital de agua para los ciudadanos que viven en estrato 1. La próxima factura que les llegue a estos 180 mil bogotanos ya tendrá este histórico subsidio, que garantiza la gratuidad de los primeros seis metros cúbicos de agua para cada usuario. El mínimo vital fue aprobado el pasado 1º de noviembre y está incluido en el Plan Decenal de Aguas.

Del mismo modo, la alcaldesa Clara López anunció que muy pronto los ciudadanos en situación de discapacidad serán beneficiados por la nueva tarifa diferencial para el transporte público, cuyo subsidio fue recientemente aprobado por el Concejo de Bogotá. 240 mil habitantes de la capital se beneficiarán con esta medida, que establece una reducción del 15% en los primeros 40 viajes de cada usuario.

¿Y qué pasó con las bicicletas?

Hace una década, a los bogotanos se les prometió una revolución en su movilidad, basada en la expansión de infraestructura para el uso de las bicicletas. Sin embargo, hoy la ciudad es más hostil que nunca hacia los ciclistas.

La alcaldesa Clara López admite que en su corta administración no hubo espacio para desarrollar proyectos de esta índole. Sin embargo, responsabiliza de esto a las anteriores administraciones: “Aquí la promesa se hizo, pero las ciclorrutas se construyeron sin las especificaciones. Entre otras cosas, la ciclovía tenía que ser de una sola vía. Pero lo que nos dejaron fue una ciclovía en el andén y unas discontinuidades muy complejas, ya que en muchos tramos comparte vías incluso con los vehículos”.

Para López, el tema de las bicicletas es una deuda, pero se tiene que planear bien: “Las ciclovías tienen que estar segregadas del tráfico y de los peatones y las rutas deben tener continuidad”.

Por Juan Camilo Maldonado T. / Laura Ardila Arrieta

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