¿Quién responde por las piedras rodantes en las vías de Cundinamarca?

En menos de un mes, grandes rocas cayeron sobre carros que transitaban por vías de Cundinamarca, provocando muertos, heridos y bloqueos. ¿A quién reclamarle? ¿Qué hacen las autoridades contra este problema?

Redacción Bogotá.
18 de abril de 2017 - 04:32 a. m.
¿Quién responde por las piedras rodantes en las vías de Cundinamarca?

Transitar por algunas vías de Cundinamarca causa miedo. Con el invierno no sólo llegaron deslizamientos de tierra, sino de enormes rocas, que caen con gran velocidad sobre las carreteras, ocasionando accidentes y grandes sustos a los conductores. Aunque este tipo de hechos son ahora menos frecuentes, en menos de tres semanas se presentaron dos episodios graves en la vía Bogotá-La Mesa-Girardot. (Lea: Desprendimiento de rocas ocasiona cierre total de la vía Bogotá - La Mesa)

El primero fue a finales de marzo, cuando murieron cuatro personas y siete resultaron heridas, luego de que una enorme piedra cayera sobre un bus de servicio público. El segundo ocurrió hace dos días, en medio del plan retorno de Semana Santa, cuando otra roca cayó en la vía e impactó a un taxi (no dejó víctimas). Las autoridades tuvieron que cerrar la vía 12 horas, lo que empeoró los habituales trancones en las entradas de la capital. (Lea: Luto por la muerte de Ember Estefenn, el ‘parcero’ de los estudiantes en Bogotá)

¿Por qué ocurre?

Para ampliar la infraestructura vial del país, a los constructores les ha tocado trazar corredores alrededor de las montañas e, incluso, han tenido que abrirse paso entre ellas. Al final queda el corredor, al igual que enormes taludes.

Aunque parecen grandes pedazos de tierra inamovibles, la verdad es que pueden ser inestables, sobre todo en la temporada invernal, como la que atravesamos en este momento. Las laderas de las carreteras se saturan de agua y, como no hay una capa vegetal que absorba el líquido, “hace tanto peso que desprende los materiales sólidos”, explica Alberto Lobo-Guerrero, geólogo de ingeniería.

Otra de las causas, asegura Wilson García, director de la Unidad para la Gestión del Riesgo de Desastres de Cundinamarca (Ungrd), es que los cortes de los taludes son verticales y en algunos casos no cumplen con las exigencias técnicas: “Existen unas normas que establecen unas medidas de las pendientes de esos taludes. Al ser materiales susceptibles de desprendimiento de rocas, deben tener una pendiente superior que permita que no se laven los finos (una capa antes de las rocas) y no se desprendan materiales”.

¿Cómo se previene?

Si bien nadie puede conocer el momento exacto en el que se desprenderá un pedazo de tierra, ni controlar la magnitud del desprendimiento, para los expertos, un buen diseño de ingeniería podría disminuir las probabilidades de que este tipo de catástrofes sucedan. Esa tarea podría delegarla el Estado a los concesionarios.

Lobo-Guerrero considera que si las concesiones cumplieran con estudiar bien el suelo y, de acuerdo con los resultados, se implementaran sistemas de contención, no se presentarían inconvenientes. “Estamos en la cordillera Oriental. Tenemos que aprender a convivir con eso y ser más ingeniosos en los sistemas si queremos expandir nuestras vías. Colombia no es el único país que padece este problema, pero hay que instalar más de estos mecanismos”.

Resalta que en algunas carreteras hay trabajos que funcionan, como en ciertos tramos de la vía hacia Villeta, gracias a la instalación de sistemas de tuberías o muros de concreto donde el agua no se queda represada.

Para García, aunque estos trabajos mitigan el riesgo, también es clave que las autoridades sean más exigentes con el cumplimiento de las medidas de las pendientes de los taludes y se promueva la instalación de una cobertura vegetal para que las laderas no queden expuestas. “Todas estas medidas son costosas, pero deberían exigirse. Esas son responsabilidades generales de quienes desarrollan la infraestructura vial, ya sea el Estado o los concesionarios”, señala el director de la Ungrd.

¿Quién responde en caso de accidente?

En cuanto a quién responde en estos eventos, Santiago Pérez, director jurídico de la Cámara Colombiana de Infraestructura, afirma que eso depende de la causa del incidente. Lo primero que se debe hacer es mirar si el pago del peaje o el SOAT cubren estos accidentes. En caso de que no lo hagan, hay que determinar qué produjo el hecho.

Si se comprueba que hubo errores en el diseño del talud o que no se cumplió con una responsabilidad del contrato, los daños los deberá cubrir el concesionario. Pero para eso se deberá abrir un proceso que podría tardar un buen tiempo.

Si no se comprueba su responsabilidad y se declara que fue producto de la fuerza de la naturaleza, a pesar de que se tomaron medidas, podrían eximir de responsabilidad al concesionario y, si tiene seguro, este asumiría los costos.

Nancy Valbuena, gerente del Instituto de Infraestructura y Concesiones de Cundinamarca (ICCU), dice que la carretera donde han ocurrido los últimos incidentes pertenece a la primera generación de vías y aclara que la concesión Desarrollo Vial de la Sabana (Devisab) se encarga de hacerle mantenimiento y un monitoreo periódico con el recaudo de los peajes.

De hecho, según la gerente, lo sucedido el sábado pasado fue fortuito y superó la planeación: “Como en el municipio de Tena siempre se presentan estos problemas, el ICCU instaló una barrera de protección de cemento, pero no funcionó. Nunca pensamos que los bloques iban a superar la altura de la estructura. Nosotros lo consideramos un caso particular ocasionado por la fuerza de la naturaleza”.

Valbuena asegura que en estos momentos se está haciendo un reforzamiento de los sistemas de contención de los taludes en esta vía, aprovechando la construcción del tercer carril. “Esta obra la adelantamos el ICCU e Invías. La inversión ha sido de $789.000 millones. Esperamos mitigar estos problemas con los trabajos y con el monitoreo permanente”.

Ayer se adelantó una reunión entre el ICCU e Invías para fortalecer los procesos técnicos de medición de pendientes y los sistemas de protección de laderas que se tienen establecidos para esta expansión, para que estas piedras rodantes no vuelvan a ser una amenaza.

Por Redacción Bogotá.

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