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¿Quiere mejorar su ciudad? Saque la bicicleta

El exalcalde de Salt, España y secretario de la Red de Ciudades por la Bicicleta, realiza una apasionada defensa de este modo de transporte.

Xavier Corominas*
09 de agosto de 2013 - 09:29 a. m.
¿Quiere mejorar su ciudad? Saque la bicicleta

Ahora más que nunca, la bicicleta no está en crisis. Está a la cabeza de las medidas para disminuir la contaminación, una de las problemáticas que más acusa en las ciudades actualmente y que necesita de medidas urgentes para frenar su crecimiento.

Cada vez hay más ciclistas en las ciudades. Más ciclistas que se incorporan al tráfico diario, haya o no infraestructuras adecuadas, porque la voluntad de la gente es más rápida que las decisiones políticas y administrativas. También es cierto que aún falta mucho trabajo por hacer. Hay que generar confianza en los ciudadanos que no se atreven a ir en bici por miedo al tráfico motorizado y poner en marcha medidas que faciliten su circulación. Las ciudades deben estar al servicio del ciudadano y ello significa poder disfrutar de las calles, del aire y evitar el estrés producido por la contaminación acústica. Cuantas más bicicletas salgan a la calle, más seguras serán las ciudades. Las calles se pacificarán. La velocidad media de los vehículos a motor deberá disminuir y a su vez se producirán menos atascos, con la consecuente disminución de la polución.

La contaminación es una consecuencia de hábitos que estaban inicialmente relacionados con la comodidad y un cierto estatus social: desplazarse en coche, un elevado consumo y un acelerado ritmo de vida; hechos que hemos perpetuado sin ninguna reflexión, hasta que han tomado cotas que requieren de una actuación inminente para su restructuración. Actualmente nuestras ciudades son densas, en general compactas, reconstruidas para el uso y disfrute de un gran invento al que quisimos dentro de nuestras casas, si no era posible al lado, sino en la calle, el automóvil. Pero no todo cabe en la ciudad.

El índice de contaminación ha aumentado de forma exponencial, de modo que se ha empezado a tomar conciencia de que estos hábitos aparentemente beneficiosos se han tornado en perjudiciales. Desplazarse en coche por la ciudad como vehículo preferente ya no es sinónimo de estatus y comodidad, sino de contaminación, reducción de recursos naturales, desarrollo de enfermedades cardiovasculares, pulmonares, aumento de la obesidad y del estrés. Estudios recientes han confirmado que los motores diesel elevan la mortalidad y que, a mayor contaminación, mayores son las muertes por infarto, cardiopatías isquémicas e ictus; otros han corroborado que el ruido provoca insomnio, estrés y afecta la tensión arterial y que el 80% del ruido que se genera en una ciudad lo provoca el tráfico rodado.

Ignorar estos hechos es una irresponsabilidad y tomar medidas para afrontarlo debería ser una de las prioridades de los gobiernos y los ciudadanos. La bicicleta no es la panacea, pero sí parte de la solución, especialmente para las problemáticas causadas por los desplazamientos en ciudad.

Evitar el cambio climático puede empezar por la bicicleta: disminuye el consumo de combustibles fósiles, de gases contaminantes lanzados a la atmósfera, de la fabricación de medicamentos, ya que mejorará la salud de los ciudadanos, y así un sinfín de hechos que a primera vista parecen menores, pero que, uniendo el gesto de millones de ciudadanos, se logran resultados inmensamente positivos.

En países con escasa tradición en movilidad en bicicleta los prejuicios en torno a ella y la idealización del coche dificultan un rápido desarrollo de su uso como medio de transporte, aun así, cada vez son más los ciudadanos que prueban este vehículo y los que lo prueban suelen incorporar permanentemente la bicicleta como medio de transporte habitual.

Además, el peatón y el ciclista van de la mano en formas de desplazamiento sostenibles. Lejos de los conflictos al que algunos quieren conducir en la convivencia de ambos, los dos modos de movilidad deben complementarse y actuar como aliados: el ciclista puede y debe convertirse en peatón en zonas peatonales congestionadas y el peatón puede convertirse en ciclista con el acceso al servicio de bicicleta pública. Así, los desplazamientos son más efectivos, tanto para agilizar la movilidad en las ciudades, como por las mejoras medioambientales que conllevan.

La introducción de la bicicleta en las ciudades debería ser muy sencilla. Pacificar el tráfico con el objetivo de reducir los accidentes y mejorar todos los demás parámetros que padece la ciudad puede ser el eje para aumentar su uso. Calles con 30 (con fuertes límites de velocidad) es sinónimo de calles más habitables, donde cohabitan en armonía vehículos y peatones. Para esta introducción de la bicicleta en las ciudades hay muchos caminos: desde la decisión de los ciudadanos de coger la bicicleta y salir a la calle, hasta políticas públicas planificadas de largo alcance, encaminadas a desarrollar la movilidad en bicicleta en los Estados, las regiones y las ciudades.

Para favorecer el uso de la bicicleta presentamos diez propuestas de muy sencilla aplicación, sólo es necesario voluntad y una redistribución de los recursos:

Pacto intermunicipal para el desarrollo de la movilidad sostenible. Una política de liderazgo con consenso en torno a la promoción de la bicicleta más allá del color político, que permita un trabajo continuado a través de diferentes legislaturas. La bicicleta es para todos.

Mesa de la movilidad sostenible o mesa de la bicicleta con representantes ciudadanos. Para avanzar en movilidad cabe conocer la visión y experiencia de todos los sectores que intervienen.

•Calles 30, contrasentidos, carriles bici-troncales, revisión de los tiempos en los semáforos. Está claro que hoy es necesario un cambio de paradigma en las ciudades.

Intermodalidad tren-bici, bus-bici. La bicicleta se puede combinar para desplazamientos largos con modos de transporte sostenibles. Hay que favorecer el empleo de la bicicleta en el máximo de casos posibles y adaptar las infraestructuras a este uso.

Bicicleta pública. Subvenciones para la compra de bicicletas privadas. Cada ciudad requiere un modelo adaptado a sus necesidades: densidad de población, orografía… cada ciudad tiene un modelo óptimo de bicicleta.

Parqueaderos seguros. Biciregistro. El miedo al robo es uno de los impedimentos para que los ciudadanos se lancen a usar la bicicleta, por ello sistemas como el Biciregistro o los aparcamientos seguros son necesarios para aumentar el uso.

Bike to work. Políticas para favorecer el uso de la bicicleta en el desplazamiento al trabajo son importantísimas para el pleno desarrollo de la bicicleta. Con incentivos fiscales a las empresas y facilidades a los trabajadores, la bicicleta se puede convertir en el vehículo más usado en el día a día.

Coordinación de usuarios y nuevas tendencias: fixie, cycle chic, free style, tiendas globales. La bicicleta se adapta a los tiempos y a los usuarios, convirtiéndose en uno de los vehículos más antiguos y con más futuro.

Caminos escolares: a pie y en bicicletas. Recuperar las calles para los ciudadanos permite que los niños puedan volver a ir solos al colegio y recuperar modelos de vida más humanos y menos instrumentalizados.

La ciclovía. Al menos una vez a la semana ceder las principales calles de la ciudad a los ciudadanos y restringir el paso de los vehículos a motor. Un modo saludable de vivir la ciudad y comprobar cómo es una ciudad sin coches.

La bicicleta tiene además otras facetas. Aparte de ser un vehículo ideal para el desplazamiento en ciudad, es una herramienta para el ocio y la práctica del turismo sostenible. Dos actividades en las que no obviar el cuidado del medio ambiente pueden beneficiar notablemente a mejorar nuestro modo de vida.

 

* Secretario Técnico de la Red de Ciudades por la Bicicleta y exalcalde de Salt (Girona, España). El título original de este artículo es ““La bicicleta, vehículo para afrontar el cambio climático”.

Por Xavier Corominas*

 

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