Recuperando el alma del teatro San Jorge

Luego de 16 años de estar en el olvido, la vieja construcción volvió a tener actividad con el VI Encuentro Nacional de Patrimonio.

Verónica Téllez Oliveros
13 de septiembre de 2015 - 02:19 a. m.

 

Pleno centro de Bogotá. Los vecinos de la vieja edificación en la calle 14 con carrera 15 son ferreterías, talleres mecánicos de motos y algunos almacenes que son el palacio de los celulares robados de la ciudad. En medio de esa agitada vida comercial del barrio La Favorita, la antigua construcción con cascarones de pintura azul pasa inadvertida como una bodega más del sector. Una ruina, en realidad. Casi nadie sabe que se trata del antiguo teatro San Jorge, que vivió su esplendor finalizando la década del 30 y durante la del 40, con la cartelera exclusiva de películas de la productora de cine Metro-Goldwyn-Mayer.

Pero en este jueves de septiembre de 2015, quienes pasan por la carrera 15 frente al edificio azul se detienen o hacen más despacio su caminata. Pasan los compradores, los motociclistas llevando su moto apagada con las manos (porque la calle está cerrada) y los recicladores que preguntan qué pasa allá. Y ahí dentro, donde hasta hace unos meses había toneladas de basura en lugar de la silletería –otrora ocupada por la alta sociedad bogotana–, están sentados los asistentes del VI Encuentro Nacional de Patrimonio.

Por tres días hubo un cambio en la cotidianidad de esta esquina. El teatro San Jorge recuperó su alma.

Fue sólo un experimento. Un ejercicio previo que se atrevió a hacer la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura. Eso mientras avanza el plan de mediano plazo que tiene el Distrito para que cambie definitivamente la cara de este teatro. En ello está empeñado el Instituto Distrital de las Artes (Idartes) desde que decidió comprar la vieja edificación el año pasado. Pero el plan del Distrito con la restauración de la zona viene más adelante. Mientras tanto, el porqué del experimento. Y un poco de historia.

Después de estar unos 16 años condenado al abandono absoluto, el arquitecto y director de Patrimonio del Ministerio de Cultura, Alberto Escovar, quiso recuperar la actividad del teatro y darle una nueva dinámica a la zona, organizando allí justamente el Encuentro Nacional de Patrimonio, dedicado al tema de los lugares de la memoria. La idea era mostrar por medio de una ruina cómo una edificación que es patrimonio termina en el olvido con el paso del tiempo. “Esto les pasa a muchos inmuebles del país y se trata de demostrar que se pueden activar con montajes de este tipo sin necesidad de una gran restauración que cuesta millones de pesos”, explica Tatiana Plazas, del equipo de Patrimonio del Ministerio.

De hecho, el recorrido por esa ruina olvidada fue uno de los atractivos más llamativos en los tres días del encuentro de patrimonio. En palabras de Escovar, fue la forma de restaurar parcialmente el alma del teatro y de recuperar el vínculo del lugar con la gente, un paso importante antes de un proceso de restauración. “Fue conmovedor, la gente no tenía noticia de su historia y habrá personas que quedaron vinculadas a este espacio de la ciudad. Además, los interesados en su recuperación estarán más atentos a ese proceso que esperamos que pronto empiece a tener el teatro”, cuenta el arquitecto.

El comienzo de la recuperación

En 2014, el director del Idartes, Santiago Trujillo, decidió que compraría el teatro a la persona que lo había usado como bodega desde 1997. El Distrito invirtió más de $1.300 millones y la idea es dejar contratados los estudios para la consultoría que definirá cuál será la intervención estructural que se hará y cuál será su vocación, como dice Trujillo. Todo este proyecto está relacionado con la revitalización del centro ampliado, que comenzó la administración distrital. Coincide, por ejemplo, con el Plan Parcial Sabana, que va a generar vivienda para 6 mil personas en las inmediaciones del San Jorge.

Según Juan Herrera del equipo de Patrimonio del Ministerio de Cultura, esta zona del barrio La Favorita, en la localidad de Los Mártires, es una de las cuatro priorizadas para potencializar centros históricos, debido a sus elementos de patrimonio como el teatro y la Estación de la Sabana, que es monumento nacional.

La historia del San Jorge

Diciembre de 1938
Inauguración del teatro San Jorge, a la que estuvo invitado el entonces presidente Eduardo Santos. La construcción había sido encargada por el empresario del transporte Jorge Enrique Pardo al arquitecto Alberto Manrique Martín, reconocido por obras como el hotel Granada.

Década de 1940
Después de la inauguración con la película “María Antonieta”, el teatro vive su época de esplendor con la clase alta bogotana, debido a que Jorge Pardo tenía la exclusividad de las películas que distribuía la compañía Metro-Goldwyn-Mayer. También se presentaban algunas obras de teatro.

Década de 1950
El crecimiento poblacional de Bogotá, especialmente con la gente del campo huyendo de la violencia que se asentó alrededor del centro, hace que el público del teatro de Pardo cambie. Él se empieza a enfocar en el cine mexicano.
Las avenidas

Luego, con la construcción de la avenida Caracas y la carrera 10, el sector de Mártires empieza a desvincularse del resto del centro. Empieza a generarse una zona de tolerancia en las inmediaciones del teatro, que luego se trasladó al barrio Santa Fe.

La venta en 1992
Con el teatro en decadencia, en 1992 deciden venderlo a la compañía Royal Films, quienes más pragmáticos ante la difícil situación del cine, se enfocan en la proyección de porno.

El cambio a bodega
En 1997 el teatro es vendido nuevamente. Esta vez a un comerciante que necesitaba una bodega en el sector, el señor Fabio Vinchery. Él le quitó los balcones al antiguo teatro, pues desconocía que el edificio era patrimonio. Detienen la obra que él adelantaba y el teatro queda cerrado definitivamente.

La compra del Distrito
En 2014 el Idartes decidió comprar la edificación abandonada, para recuperarla. En ello, el Distrito invirtió más de $1.300 millones y espera destinar unos $500 millones a los estudios que definirán cómo se hará la restauración del teatro y su nueva vocación.
 

Por Verónica Téllez Oliveros

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