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¿Se puede llegar a la movilidad ideal?: la reflexión después del día sin carro

Apostarle a la bicicleta, reorganizar la ciudad y mejorar el asfalto de las vías, ideas para que Bogotá se mueva mejor. Otros no son tan optimistas.

Jaime Flórez Suárez
05 de febrero de 2016 - 03:58 a. m.

Cada Día sin Carro, cuando se le exige el máximo al transporte masivo de la ciudad, quedan en evidencia sus debilidades. Ayer, la jornada apenas comenzaba cuando, a las 6:30 a.m. un grupo de usuarios bloqueó el paso de los articulados por la estación Museo Nacional. Estaban cansados de esperar a que pasara la ruta M86. Un par de casos similares se presentaron a lo largo del día. Tampoco faltaron los buses varados, incluso en el que se movilizaba el alcalde Enrique Peñalosa, con cámaras y prensa a bordo, dejó de funcionar a mitad del trayecto. También quedó el registro de los buses atestados y los testimonios de usuarios que viven en zonas a donde los alimentadores no llegan y tuvieron que madrugar más de lo usual para caminar hasta alguna estación.

Los usuarios satisfechos con la jornada también abundan. Los que llegaron más rápido a su trabajo y a sus casas, o que tuvieron las vías plenas para atravesarlas en sus bicicletas. Ante ese panorama, y cuando el Día sin Carro cumple 16 años, cabe la pregunta: ¿Qué queda de esta nueva jornada?

Al menos, genera un ambiente para que los ciudadanos se cuestionen por la movilidad de Bogotá. El Espectador recogió las reflexiones de un grupo de expertos y de la ciudadanía sobre los caminos que debe tomar la ciudad para lograr una movilidad eficiente. Como en todo debate, hay opiniones pesimistas que creen que la capital no tiene arreglo. Por ejemplo, para Paul Bromberg, exalcalde de Bogotá, el Día sin Carro muestra que esta es una sociedad frívola, que recibe premios por algo que ninguna ciudad seria hace y que le causa un bajón a la economía”, Agrega que, en su ideal de movilidad, la capital “tendría que ser otra. No ésta, que es muy densa y grande”.

Hay otros que son críticos, pero menos pesimistas, como José Stalin Rojas, director del Observatorio de Logística y Movilidad de la Universidad Nacional. Aunque dice que el día sin carro es una medida desgastada y le apostaría más a un día con carro compartido, cree que fortaleciendo el sistema de transporte público se puede mejorar la movilidad. “Hay que apurar la construcción de troncales”, sostiene

 

En esa misma dirección apunta Eduardo Behrentz, decano de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de los Andes, quien, además, considera vital mejorar la infraestructura del transporte. “Tener una mejor red de Transmilenio, mejores puentes y hasta mejor asfalto para las vías influirían en la velocidad de movilización”.

Esas mejoras, dice, deberían desincentivar el uso de carros particulares y, en especial, de motos, a las que considera “la gran tragedia de las ciudades colombianas, por contaminantes, peligrosas, ruidosas y excluyentes”. Una red ágil y amplia, que llegue hasta el ciudadano que ayer tuvo que caminar más de la cuenta.

Para Carlos Pardo, director de la Fundación Despacio, más allá de la red de trasporte, el camino a una Bogotá que se mueva eficientemente pasa por el cambio en las políticas de desarrollo urbano y del uso de suelos. “Los viajes tienen que ser cortos y menos frecuentes, para hacerlos en otros medios alternativos de transporte”. Para esto, los corredores de transporte masivo tendrían que estar conectados con centros de actividad, definidos y repartidos.

“Que no todos tengan que irse hasta el centro para trabajar”, agrega Pardo, quien se sueña una ciudad mejor conectada, para los peatones y usuarios de la bicicleta, con cuadras cortas y amigables para el caminante.

En esa idea reside la otra gran apuesta de los expertos: el uso de medios de transporte alternativos, más eficientes y limpios, para los cuales, dice Beherentz, Bogotá tiene cualidades ideales. En general, es una ciudad plana y compacta. Además, tiene 440 km de ciclorrutas, más que en cualquier otro lugar de Latinoamérica. Esta idea también cala en ciudadanos como Mary Pereira, para quien “lo ideal es la cicla”, aunque “falta más parqueaderos y brindarle seguridad al ciclista”, dice.

Pero el exalcalde Bromberg tiene reparos con la bicicleta como una apuesta para mejorar la movilidad. “ En Bogotá las bicicletas tienen montones de obstáculos y riesgos. Sirven para una porción pequeña de personas, como los jóvenes y aquellos que no tienen que transportar a sus hijos”.

A pesar de la controversia que genera el tema de la movilidad, lo claro es que el Día sin Carro pone a la ciudadanía a pensar en la forma cómo se desplaza entre su casa y el trabajo. Al final, la conclusión que dejan los expertos es que mejorar la movilidad es un gran reto que requiere medidas urgentes. Las ideas están sobre la mesa.

 

Por Jaime Flórez Suárez

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