Si el alcalde tuviera $100 para invertir, ¿cómo los repartiría? ¿Cuál sería el sector más beneficiado? La respuesta cambia dependiendo de la cifra que se use para el cálculo: la que Enrique Peñalosa desea invertir en su mandato, contando recursos de privados ($89,5 billones); lo que podría conseguir si logra vender activos del Distrito como la ETB ($76,5 billones), o la que realmente tiene ($56,2 billones).
Las críticas al Plan de Desarrollo, más allá de las facultades extraordinarias que pide el alcalde Peñalosa para tomar decisiones sin necesidad de tener autorización del Concejo, también apuntan a cómo el mandatario financiará todo lo que propone, que evidentemente es una cifra alejada de lo que realmente tiene el Distrito en caja para sacar adelante sus propuestas. Algunos concejales aseguran que el proyecto, de entrada, está desfinanciado.
La conclusión la sacan luego de revisar el documento que respalda el plan. Si bien es una propuesta ambiciosa, es cierto que la ciudad no cuenta con el dinero para hacerla realidad. Y aunque en el papel parecen claras las estrategias para conseguir los recursos que faltan, por ahora son dineros inciertos, que dependen del éxito de la gestión del Distrito (como las Alianzas Público Privadas -APP-) y de las autorizaciones del Concejo (la venta de la ETB o nuevos cobros a la ciudadanía).
Al comparar las cifras que presentó el alcalde en el Plan de Desarrollo con lo que hay, la diferencia es amplia. En la página 566 del documento se discrimina el monto de lo que sueña gastar el alcalde, sector por sector y año a año. Según el documento, la idea es invertir $89,5 billones, que sería el mayor presupuesto en la historia de la ciudad.
Sin embargo, en el mismo cuadro hay una cifra menor: $76,5 billones. El dato resulta de restar recursos que por ahora están en la lista de deseos: $13 billones que debe gestionar a través de APP para movilidad, salud y gobierno. Es decir, por ahora son recursos inciertos.
Y aunque este monto aún es generoso, en él se incluyen recursos que ya están comprometidos (como los $13,8 billones para el metro) o que dependen de la autorización del Concejo, como la venta de activos, la sobretasa a los parqueaderos y los peajes intraurbanos. Restando estas fuentes, el Distrito tiene “en caja”, para respaldar sus inversiones, $56,2 billones.
Según Raúl Buitrago, subsecretario de Planeación, para entender la diferencia se debe tener claro que el monto menor corresponde al presupuesto con fuentes ordinarias. Los otros $33,3 billones son fuentes extraordinarias que la administración debe gestionar.
Aunque las cifras apenas están en discusión y falta ver qué aprueba el Concejo, cada una tiene un impacto directo en los porcentajes de inversión, es decir, cuántos pesos de cada $100 gastará el Distrito sector por sector. A modo de ejemplo, si el cálculo se hace teniendo en cuenta lo que propone el alcalde, la movilidad surge como su prioridad, ya que invertiría $49 de cada $100 del presupuesto, superando a sectores como salud y educación, que juntos sumarían $32. Pero si la cuenta se hace con el presupuesto más bajo, se fortalecen la salud y la educación, sectores en los que invertiría $43 de cada $100 (sumando ambos presupuestos), frente a $27 en movilidad.
Para acercar las cifras entre lo que quiere y lo que tiene, la administración incluyó en el Plan de Desarrollo una serie de estrategias para recaudar dinero de fuentes extraordinarias que, en buena medida, impactarían los bolsillos de los bogotanos. Sin embargo, las estrategias no convencen a los concejales o, al menos, no lo hace la forma como el alcalde pretende que le den las facultades para ponerlas en marcha sin someterlas a una profunda discusión.
Para tener las cuentas claras y depurar el Plan, varios concejales le han pedido a Peñalosa que excluya los artículos en los que pide dichas facultades. Sin embargo, el alcalde defiende su petición con una frase contundente: “Todos los ciudadanos quieren obras, pero eso cuesta y dinero no hay”.
Y concluye: “No sería lógico quitarles recursos a la salud, la educación o a parques para financiar infraestructura vial; por eso, hemos establecido propuestas que se enfocan en obtener recursos de los sectores de mayores ingresos. Es políticamente fácil decir que hagamos obras y no cobremos impuestos, pero eso no es posible”.