Transmilenio: caos al alza

Los usuarios protagonizaron bloqueos y ataques a los vehículos del sistema, pues dicen no sentir los efectos de las medidas del Distrito. La administración insiste en que está trabajando para mejorar el panorama.

Redacción Bogotá
29 de marzo de 2017 - 00:13 a. m.
El Distrito aseguró que judicilizará a las personas que bloquearon y atentaron contra la infraestructura del sistema. / Mauricio Alvarado
El Distrito aseguró que judicilizará a las personas que bloquearon y atentaron contra la infraestructura del sistema. / Mauricio Alvarado

La paciencia de los usuarios de Transmilenio se agota. Ayer, una protesta que empezó con un bloqueo de la vía exclusiva en la estación San Mateo (Soacha), a causa de las demoras de los biarticulados, acabó en una batalla campal: enfrentamientos entre ciudadanos y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), 20 estaciones cerradas, 24 buses dañados, decenas de manifestantes en las calles y miles de personas que tuvieron que desplazarse a pie por el colapso del sistema.

No es la primera vez que una manifestación contra Transmilenio (TM) termina en desmanes. La administración de Gustavo Petro enfrentó un episodio similar, en el que los manifestantes terminaron, incluso, bailando encima de los vehículos. Pero lo cierto es que las protestas de los ciudadanos se repiten con más frecuencia. Según las cifras de TM, se estima que hay una obstrucción al día en las troncales, que dificulta la operación y afecta el sistema.

El caos de ayer fue uno de los de mayor duración: desde las 6:30 a.m. hasta casi el mediodía, las autoridades intentaron normalizar la operación, sin éxito. Los usuarios no sólo expresaron con vehemencia su inconformidad con el servicio, sino con la administración, porque las medidas que ha tomado no han servido para resolver los líos que a diario enfrentan, como la demora de los buses, la congestión en las estaciones y la irregularidad en la frecuencia de las rutas. Todo esto tuvo un detonante: el reciente anuncio del Distrito de subir el pasaje por segunda vez en menos de 15 meses.

Obviamente, esta situación, que obedecería más a razones técnicas que políticas, la aprovecharon los que respaldan la revocatoria del alcalde para azuzar a los usuarios inconformes. “Tenemos derecho a protestar. El pésimo servicio es un motivo de peso. Estamos cansados de buses llenos, de esperar más de 30 minutos para que pasen y, fuera de eso, de que nos suban el pasaje sin que nada mejore. Si el sistema tiene un problema financiero, que lo asuman los privados y el Distrito, no el pueblo”, dice Lorena Henríquez, habitante de Soacha.

Lo mismo opina Arturo Álvarez, habitante de Suba, quien agrega que seguirán protestando toda la semana hasta que la Alcaldía “les dé la cara y les ofrezca una solución a quienes no tienen cómo pagar el aumento del tiquete”. Tanto Álvarez como los demás inconformes esperan que la respuesta no sean gases lacrimógenos del Esmad.

Las personas están molestas con justa razón, asegura Darío Hidalgo, investigador en movilidad del World Resources Institute: “Hay enormes fallas, a los ciudadanos les toca costear el déficit y el Distrito, 15 meses después, aún no toma decisiones de fondo. Lo único que hace es decir que habrá mejoras”.

El transporte público de la ciudad es un sistema en el que la falla de una pieza afecta todo. El problema es que desde hace 12 años son varias las partes que están en riesgo. Una de ellas es la capacidad: la infraestructura no creció al mismo ritmo de la demanda. Hoy se reportan 2,4 millones de viajes diarios por estaciones y portales que no dan abasto. Adicionalmente, ha fallado la implementación del SITP y muchos de los pasajeros que debían viajar en los buses azules han tenido que volcarse a TM por el deficiente servicio en algunas zonas.

Eso ha provocado la congestión en las troncales y un desbalance que en este momento pasa factura. Debido a la crisis financiera del SITP, que ahora tiene en aprietos a los operadores y le generó un hueco al Distrito de casi $900.000 millones en 2015 y de $690.000 millones en 2016, los bogotanos tendrán que asumir el alza del pasaje: $400 en 15 meses.

Desde el año pasado, Transmilenio ha dicho que analiza la situación y que pronto tomará decisiones estructurales, como la construcción de nuevos portales, la licitación de los buses de la fases I y II o la modificación de los contratos del SITP. Sin embargo, para muchos, como Fernando Rojas, experto en movilidad, ya no hay más tiempo para análisis y es hora de actuar, porque los usuarios ya no pueden esperar más.

De acuerdo con Darío Hidalgo, el Distrito debe balancear su decisión de apostarles a los cambios estructurales a futuro con medidas más agresivas que optimicen la operación. Destaca la propuesta de Rafael Pardo, cuando fue alcalde encargado, de darle a Transmilenio otro carril en vías principales, como la autopista Norte o la avenida Caracas. “A la gente le pareció descabellado, pero sólo una medida así puede cambiar el panorama y la gente sentiría el cambio. Ahora ha habido mejoras, pero no se ven y por eso los usuarios están cansados”.

En medio de la caótica jornada, al alcalde Peñalosa no le quedó otra opción que ofrecer excusas a los usuarios por los malestares causados por las fallas de TM, aunque también anunció que se judicializará a quienes atentaron contra la infraestructura. Asimismo mencionó algunas de las medidas de la administración para sobrellevar el colapso del transporte. Una de ellas es poner a circular todos los buses en horas pico. Aunque al final reiteró que trabajan arduamente para mejorar la calidad del transporte en la capital del país, quedó la sensación de que las transformaciones tardarán un tiempo y a los bogotanos no les queda más opciones que volver a respirar profundo y recuperar la paciencia.

Por Redacción Bogotá

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