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Ultimátum por el río Bogotá

La idea es que en 30 años se haya recuperado este hábitat. Por ello se pide, además, la construcción de la planta de tratamiento Canoas.

Redacción Bogotá
29 de marzo de 2014 - 04:31 a. m.
Ultimátum por el río Bogotá

Desde hace 50 años se viene hablando de la imperiosa necesidad de descontaminar el río Bogotá. Hace casi 10 años, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca le ordenó al Gobierno tomar medidas urgentes para recuperar este afluente que cruza la sabana de Bogotá y recibe inmisericordemente los desechos de una ciudad que crece desaforadamente y una industria que convierte la piel de animal en cuero y al río Bogotá en un caudal de muerte.

Han pasado 10 años y es poco o nada lo que se ha hecho. Por ello, el Consejo de Estado acaba de ordenarle a la Nación que en un plazo no mayor a 30 años recupere el río mediante una serie de acciones que, de acuerdo con esa corporación, cuestan unos $6 billones. Ese alto tribunal es vehemente en que las acciones que se han tomado no han sido suficientes y que en estos años no se ha logrado la conformación de una política integral para la recuperación del río.

El diagnóstico del Consejo de Estado es alarmante. Esta corporación cuestiona, entre otras, “la inexistencia de una política única en relación con la recuperación del río Bogotá, la poca integración interinstitucional, la fragilidad de la policía ambiental y el incumplimiento de la normativa ambiental” y, por último, “la alteración grave del sistema y la pérdida de biodiversidad”.

Como primera medida, ese alto tribunal ordena la “creación provisional del Consejo Estratégico de Cuenca mediante proyecto de ley que deberá presentar el Ministerio del Medio Ambiente”. Esta corporación asegura al respecto que “en el caso del río Bogotá, la participación del Ministerio de Ambiente tiene que trascender las declaraciones de buena voluntad del Gobierno para constituirse en el principal apoyo de la Corporación Autónoma Regional (CAR), de la Secretaría Ambiental del Distrito Capital y de los entes territoriales relacionados de alguna forma con el río Bogotá”.

Y agrega que “esta aproximación está aún muy lejos de materializarse en forma efectiva y se hace necesaria una política de salvación de la cuenca que mejore la visibilidad y la eficacia de la acción de la administración nacional”.

Además, que “estas reflexiones iniciadas deben consolidar un proceso desapasionado de concertación e intercambio de experiencias que se prolongue en el tiempo para lograr el fin último que se propone la sentencia, como es la gestión integral de la cuenca hidrográfica del río Bogotá”.

Por su parte, a la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca le ordena que actualice “en forma inmediata el Plan de Ordenación y Manejo de la Cuenca del Río Bogotá”. Igualmente, el alto tribunal establece la necesidad de constituir un fondo de financiamiento para las obras de la primera etapa de descontaminación, entre ellas ampliar la planta de tratamiento El Salitre y la de construir la planta de tratamiento Canoas, una obra que ha generado toda una controversia entre el Gobierno y las autoridades locales debido a que, en su momento, el destituido alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, se mostró poco interesado en la construcción de la misma y propuso hacer una planta de tratamiento en otro lugar.

Asimismo, se ordena la realización de un censo de las personas y empresas dedicadas a actividades de curtiembre alrededor de la cuenca y que, en un plazo no mayor a tres años, se construyan dos parques ecoeficientes industriales para las curtiembres de Villapinzón, Chocontá y San Benito, “con el propósito de tratar las aguas residuales y dar asistencia técnica para el cumplimiento de las normas de vertimientos”.

Finalmente, el alto tribunal dicta que el Gobierno realice de forma inmediata “un estudio sobre la efectividad de impuestos, tasas, contribuciones y gravámenes existentes para la protección del ambiente” y que en un plazo no mayor a seis meses, el Consejo Estratégico de la Cuenca inicie con una capacitación para que funcionarios y habitantes de la cuenca se familiaricen con el manejo de los residuos sólidos.

Todas estas medidas no son otra cosa que un ultimátum para que las autoridades dejen la desidia con el río Bogotá y los planes de descontaminación no sean como basura que se lleva al río.

Por Redacción Bogotá

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