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Un mes sin Juan Sebastián Fuentes, el niño que desapareció en Soacha

En la casa de la familia hay altares con santos en penitencia hasta el regreso de Juan Sebastián. Así han sido 30 días de espera.

Jaime Flórez Suárez
22 de enero de 2016 - 04:10 a. m.
Clara Rojas reparte a diario al menos 500 afiches en los que pide información sobre su hijo. / Óscar Pérez - El Espectador
Clara Rojas reparte a diario al menos 500 afiches en los que pide información sobre su hijo. / Óscar Pérez - El Espectador

Clara Rojas tiene un bebé entre sus manos, uno diminuto de porcelana. Lo acaricia con ternura. La figura de San Antonio de Padua, en el altar que le construyeron sobre las escaleras, aguarda a que le devuelvan al niño Jesús, pero solo lo tendrá de nuevo entre sus brazos cuando ella encuentre a su hijo Juan Sebastián. En la casa de la familia Fuentes Rojas todos están a la espera. Y también al límite de la tristeza: hoy se cumple un mes desde la desaparición del pequeño en el barrio Quintas de Santa Ana, en Soacha (Cundinamarca), y siguen sin noticias de él.

Tiene dos años, aún toma tetero y usa pañales. “Que me lo devuelvan”, dice Clara Rojas, la madre. “Que me lo devuelvan, porque nadie lo sabe cuidar como yo (...) Si no me he vuelto loca es porque mi otro bebé, Jerónimo, me necesita. ¿Cómo podría cuidarlo si me meten a un manicomio?”.

El abuelo enfermó tras la desaparición. Argemiro Fuentes, el padre de Juan Sebastián, renunció a su trabajo para dedicarse a buscarlo. Clara Rojas espera, pero nunca descansa. Soacha está inundada de carteles con la foto que le tomaron a su hijo el 22 de diciembre, antes de que desapareciera, porque todos los días ha ido a la calle a buscarlo. Sale temprano junto a su esposo, hermanos y cuñados. A las 9:00 de la mañana tiene el optimismo a tope. “Hoy voy a encontrarlo”, piensa. Al anochecer, cuando vuelve a casa después de pegar y entregar al menos 500 afiches, Clara llora: “otro día más”. Ya van 30.

Sobre la cuna, extendidos, hay un pequeño buzo de rayas y un pantalón de color ámbar. Su familia ya tiene lista la ropa con la que lo vestirán cuando regrese. En la misma habitación, amarrado a cuerdas, cuelga un triciclo, el juguete favorito del niño. Juan Sebastián piloteando el triciclo por toda la casa: esa es la imagen que le viene a la cabeza a esta madre cuando piensa en él, es decir, a cada instante.

En la casa del frente, donde viven los primos con quienes jugaba cuando desapareció, quedaron sin destapar los regalos de Navidad que le trajo el niño Dios. Durante las pasadas fiestas de fin de año hubo silencio en la cuadra donde vive la familia. Nada de pólvora y poca música. “No tenemos nada que celebrar hasta que vuelva Juan Sebastián”, dijo un vecino. Algún otro tocó a la puerta antes del año nuevo, pidió permiso para hacer sonar su equipo de sonido. “Tranquilo, póngalo, es mi dolor, usted no tiene por qué afectarse”, le respondió Clara.

En el mismo altar de las escaleras, donde San Antonio espera con los brazos vacíos, hay otra figura del niño Jesús con los ojos vendados. Solo le quitarán la cinta que le oscurece la vista cuando regrese Juan Sebastián. En otro altar, que montaron en la sala, hay flores azules, un crucifijo, varias fotos del niño y, siempre, un velón encendido. Clara Rojas ya perdió la cuenta de los velones que se han consumido mientras espera. El tictac de un reloj de pared rompe el silencio de la sala, como marcando cada segundo en que el niño no está.

Ante ese altar se reúne la familia cada noche. Son casi quince personas; hacen la novena del Señor de los Milagros para pedir que se acabe este martirio. Cuando vuelva, es una promesa, llevarán al niño ante el mismo santo en Buga. Después de orar, la familia intenta dormir. Clara se despierta varias veces en la noche. Clara Inés Jiménez, la abuela de Juan Sebastián, sale a dar una última vuelta antes de la medianoche, a ver si alguien dejó a su nieto en alguna esquina.

De día, la abuela se asoma una y otra vez a las ventanas con el presentimiento de que el niño ha regresado. A menudo le da la impresión de que alguien toca a la puerta. Ella, esperanzada, imagina que le traen la buena noticia. “Todos los días le acariciaba la mejilla a mi bebé”, recuerda la abuela entre lágrimas. “Mamá, no llore”, le reprocha Clara Rojas, y ella misma contiene el llanto. “No llore, porque mi hijo va a volver”.

La investigación

Han sido varias las hipótesis en este mes. Una de ellas fue que cayó por una alcantarilla ubicada a 15 metros de la casa, pero los bomberos hicieron pruebas y la descartaron. También se dijo que lo sacaron del país y lo vieron en México; sin embargo, Migración Colombia sostuvo que, al menos de forma legal, el niño no ha salido al extranjero. Finalmente, que se lo llevó un habitante de calle o una pareja que estuvo ese día pidiendo ropa en el barrio. De ellos ya hay retratos hablados. Clara Rojas está segura de que alguien raptó a su hijo.

Aunque el caso tiene las características de una desaparición, ya que hasta ahora no ha habido llamadas haciendo exigencias por el rescate del niño, la Fiscalía lo ha catalogado como secuestro para que la Dirección Antisecuestro y Antiextorsión de la Policía (Gaula), con todo su aparato especializado, pudiera asumir la investigación. La Dirección no descarta ninguna hipótesis y sigue vigente el ofrecimiento de una recompensa de $100 millones por información que sirva para dar con el paradero del niño.

Al grupo antisecuestro también se unió el grupo élite de perfiladores criminales de la Dijín, reconocido recientemente por haber liderado la investigación que llevó a la captura de Cristopher Chávez, alias el Desalmado, responsable de asesinar a cuatro niños en El Cóndor (Caquetá), el 7 de febrero de 2015.

Durante la búsqueda de Juan Sebastián, que empezó el mismo día de la desaparición, se han inspeccionado 60 casas, se han hecho decenas de entrevistas a vecinos y familiares, búsquedas selectivas, análisis de llamadas e interceptaciones telefónicas.

A la línea del Gaula han entrado más de 200 llamadas, incluso de departamentos lejanos como el Magdalena, de personas que quieren dar información sobre el caso. La búsqueda de un bebé supone algunas complicaciones: está indefenso, puede ser escondido y transportado fácilmente y pueden hacerlo pasar como un familiar propio. Aun así, los investigadores mantienen el optimismo.

En la pared de la oficina del coronel Gustavo Moreno, subcomandante del Gaula, hay una foto de Juan Sebastián. “A ese niño lo voy a encontrar”, dice, y golpea la mesa con su puño.

Todos los días, en medio de su rutinaria búsqueda, Clara Rojas habla con alguno de los hombres a cargo de la investigación. Le dan palabras de aliento. Les pide información concreta. Ellos se la niegan, le dicen que no le pueden crear falsas ilusiones. Ella vuelve a imprimir más afiches y sale a repartirlos con la convicción de que, como le dijo a su madre, Juan Sebastián va a aparecer.

Si usted tiene información sobre Juan Sebastián Fuentes Rojas, comuníquese a la línea gratuita 165 de la Dirección Antisecuestros y Antiextorsión de la Policía.

Por Jaime Flórez Suárez

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